Hemos estado lloviendo.

En el verano de un día
te escribí con lluvia ciega
algunas tormentas en el cielo.

Te dije posiblemente
mediante huracanes en la nieve
que ya los ángeles desaparecieron
como también las que los hicieron,
tú y yo.

Nos descolororizamos creyendo en un rezo,
los mismos que no han valido de nada
para traerte de nuevo,
pero han hecho que te sienta
dentro de un verano invierno.

Ha habido mucha lluvia en el terreno,
y, siendo verano
llueve la penumbra
golpeando mi costado izquierdo.

Ahora me comprimo pereciendo
lloviendo en los atardeceres del año norte
que erase una vez en el sur
creyéndose ser
eterno.
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