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Horacio Ferrer (algunas de sus composiciones)

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por El Poeta del Asfalto, 10 de Marzo de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 14374

  1. El Poeta del Asfalto

    El Poeta del Asfalto Poeta adicto al portal

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    Chiquilín de Bachín (Tango) - Horacio Ferrer

    Por las noches, cara sucia
    de angelito con bluyín, (blue jeans)
    vende rosas por las mesas
    del boliche de Bachín.

    Si la luna brilla
    sobre la parrilla,
    come luna y pan de hollín.

    Cada día en su tristeza
    que no quiere amanecer,
    lo madruga un seis de enero
    con la estrella del revés,
    y tres reyes gatos
    roban sus zapatos,
    uno izquierdo y el otro ¡también!

    Chiquilín,
    dame un ramo de voz,
    así salgo a vender
    mis vergüenzas en flor.
    Baleáme con tres rosas
    que duelan a cuenta
    del hambre que no te entendí,
    Chiquilín.

    Cuando el sol pone a los pibes
    delantales de aprender,
    él aprende cuánto cero
    le quedaba por saber.
    Y a su madre mira,
    yira que te yira,
    pero no la quiere ver.

    Cada aurora, en la basura,
    con un pan y un tallarín,
    se fabrica un barrilete
    para irse ¡y sigue aquí!
    Es un hombre extraño,
    niño de mil años,
    que por dentro le enreda el piolín.

    Chiquilín,
    dame un ramo de voz,
    así salgo a vender
    mis vergüenzas en flor.
    Baleáme con tres rosas
    que duelan a cuenta
    del hambre que no te entendí,
    Chiquilín.


    Preludio para el año 3001 (Tango) - Horacio Ferrer

    Renaceré en Buenos Aires en otra tarde de Junio,
    con estas ganas tremendas de querer y de vivir.
    Renaceré fatalmente, será el año tres mil uno
    y habrá un domingo de otoño por la plaza San Martín.

    Le ladrarán a mi sombra los perritos vagabundos,
    con mi modesto equipaje llegaré del Más Allá,
    y arrodillado en mi Río de la Plata lindo y sucio,
    me amasaré otro incansable corazón de barro y sal.

    Y vendrán tres lustrabotas, tres payasos y tres brujos,
    mis inmortales compinches gritándome "¡Fuerza, che,
    nacé, nacé, dale pibe, metéle hermano, que es duro,
    pero muy bueno el oficio de morir y renacer!"

    Renaceré, renaceré, renaceré,
    y una gran voz extraterrestre me dará
    la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
    para volver, para creer, para luchar.

    Tendré un clavel de otro planeta en el ojal,
    porque si nadie ha renacido, ¡yo podré!
    Mi Buenos Aires siglo treinta y uno, ya verás:
    renaceré, renaceré, ¡renaceré!

    Renaceré de las cosas que he querido mucho, mucho,
    cuando los dioses digan bajito "Volvió..."
    Yo besaré la memoria de tus ojos taciturnos,
    para seguirte el poema que a medio hacer me quedó.

    Renaceré de las frutas de un mercado con laburo,
    y de la mugre serena de un romántico café,
    de un sideral subterráneo Plaza de Mayo a Saturno
    y de una bronca de obreros por el sur renaceré.

    Pero verás que renazco en el año tres mil uno,
    y con muchachos y chicas que no han sido y que serán,
    bendeciremos la tierra, tierra nuestra, y te lo juro
    que a Buenos Aires de nuevo nos pondremos a fundar.

    Renaceré, renaceré, renaceré,
    y una gran voz extraterrestre me dará
    la fuerza antigua y dolorosa de la Fe,
    para volver, para crecer, para luchar.

    Traeré un clavel de otro planeta en el ojal,
    porque si nadie ha renacido ¡yo podré!
    Ciudad del siglo treinta y uno, ya verás:
    renaceré, renaceré, ¡renaceré!


    Balada para un loco (Tango) – (Versión para Voz Femenina) 1969

    (Recitado)
    Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en mi... Cuando, de repente, de atrás de ese árbol, se aparece él. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Ja, ja! Parece que sólo yo lo veo. Porque él pasa entre la gente, y los maniquíes le guiñan; los semáforos le dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina le tiran azahares. Y así, medio bailando y medio volando, se saca el melón, me saluda, me regala una banderita, y me dice...

    (Canto)

    Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
    No ves que va la luna rodando por Callao;
    que un corso de astronautas y niños, con un vals,
    me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

    Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
    Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
    y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
    el loco berretín que tengo para vos:

    ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
    Cuando anochezca en tu porteña soledad,
    por la ribera de tu sábana vendré
    con un poema y un trombón
    a desvelarte el corazón.

    ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
    Como un acróbata demente saltaré,
    sobre el abismo de tu escote hasta sentir
    que enloquecí tu corazón de libertad...
    ¡Ya vas a ver!

    (Recitado)

    Y, así diciendo, El loco me convida
    A andar en su ilusión super-sport,
    y vamos a correr por las cornisas
    ¡con una golondrina en el motor!

    De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
    los locos que inventaron el Amor;
    y un ángel y un soldado y una niña
    nos dan un valsecito bailador.

    Nos sale a saludar la gente linda...
    Y El loco, loco mío, ¡qué sé yo!,
    provoca campanarios con su risa,
    y al fin, me mira, y canta a media voz:

    (Canto)

    Quereme así, piantao, piantao, piantao...
    Trepáte a esta ternura de locos que hay en mí,
    ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
    ¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

    Quereme así, piantao, piantao, piantao...
    Abrite los amores que vamos a intentar
    la mágica locura total de revivir...
    ¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

    (Gritado)

    ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
    ¡Loco él y loca yo!
    ¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
    ¡Loco él y loca yo!

    Bocha (Tango) 1981 - Horacio Ferrer
    (A Pepe Trelles)

    Vamos, Bocha viejo, tan querido,
    te lo había prometido
    y aquí estoy, ¿cómo te va?

    Sé que de silencio estás vestido,
    pero el alma de un amigo
    se oye clara por igual.

    Qué de cosas nuevas que sabrás,
    los misterios que has entrado a ver:
    debe ser hermoso, en serio,
    sospechar la eternidad,
    sin cuerpo y sin edad.

    Bocha, vos que tanto me decías
    que al morir todo termina,
    de otro modo pensarás.

    ¿Viste?, hay que tener filosofía,
    si el dolor de cada día
    nos insiste en que no estás.

    Mis ojos se preguntan
    por qué no te ven más,
    y siento que se inundan;
    yo no, ¿por qué llorar?

    Yo no, porque me digo,
    no sé si bien o mal,
    que mientras yo esté vivo,
    conmigo vivirás.

    Y ¡qué le vas a hacer!
    Es duro pero es cierto:
    yo también un poco he muerto,
    vamos, Bocha, no aflojés.

    Siempre, en el café pido dos copas,
    y al beber la tuya, Bocha,
    por mi boca conversás.

    Y, otra vez, me hablás de fantasías,
    de las pibas, de la guita
    que ya no necesitás.

    Porque ahora sos un sabio y yo
    por tu ser palpito a Dios, y ayer
    alguien dijo que estoy loco,
    que hablo solo, y lo miré
    ¡sabés con qué piedad!

    Sé que hay que dejarse de macanas,
    que vivir de la nostalgia
    no es posible, ¿para qué?

    Vamos, Bocha viejo, que en la vida
    nunca hay última partida
    cuando el lazo aprieta bien.

    Mis ojos se preguntan
    por qué no te ven más,
    y siento que se inundan;
    yo no, ¿por qué llorar?

    Yo no, porque me digo,
    no sé si bien o mal,
    que mientras yo esté vivo,
    conmigo vivirás.

    Y ¡qué le vas a hacer!,
    es duro, pero es cierto:
    yo también un poco he muerto,
    vamos, Bocha, no aflojés.


    Balada para mi muerte (Canción) Horacio Ferrer
    Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
    guardaré mansamente las cosas de vivir,
    mi pequeña poesía de adioses y de balas,
    mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

    Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
    mi penúltimo whisky quedará sin beber,
    llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
    yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.

    Hoy que Dios me deja de soñar,
    a mi olvido iré por Santa Fe,
    sé que en nuestra esquina vos ya estás
    toda de tristeza, hasta los pies.
    Abrazame fuerte que por dentro
    me oigo muertes, viejas muertes,
    agrediendo lo que amé.
    Alma mía, vamos yendo,
    llega el día, no llorés.

    Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
    que es la hora en que mueren los que saben morir.
    Flotará en mi silencio la mufa perfumada
    de aquel verso que nunca yo te supe decir.

    Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
    como sombras fugadas de un cansado ballet,
    repitiendo tu nombre por una calle blanca,
    se me irán los recuerdos en puntitas de pie.

    Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
    guardaré mansamente las cosas de vivir,
    mi pequeña poesía de adioses y de balas,
    mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

    Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
    mi penúltimo whisky quedará sin beber,
    llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
    yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
    cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!


    El Gordo triste (Tango) - Horacio Ferrer
    (A Aníbal Carmelo Troilo)

    Por su pinta poeta de gorrión con gomina,
    por su voz que es un gato sobre ocultos platillos,
    los enigmas del vino le acarician los ojos
    y un dolor le perfuma la solapa y los astros.

    Grita el águila taura que se posa en sus dedos
    convocando a los hijos en la cresta del sueño:
    ¡a llorar como el viento, con las lágrimas altas!,
    ¡a cantar como el pueblo, por milonga y por llanto!

    Del brazo de un arcángel y un malandra
    se van con sus anteojos de dos charcos,
    a ver por quién se afligen las glicinas,
    Pichuco de los puentes en silencio.

    Por gracia de morir todas las noches
    jamás le viene justa muerte alguna,
    jamás le quedan flojas las estrellas,
    Pichuco de la misa en los mercados.

    ¿De qué Shakespeare lunfardo se ha escapado este hombre
    que un fósforo ha visto la tormenta crecida,
    que camina derecho por atriles torcidos,
    que organiza glorietas para perros sin luna?

    No habrá nunca un porteño tan baqueano del alba,
    con sus árboles tristes que se caen de parado.
    ¿Quién repite esta raza, esta raza de uno,
    pero, quién la repite con trabajos y todo?

    Por una aristocracia arrabalera,
    tan sólo ha sido flaco con él mismo.
    También el tiempo es gordo, y no parece,
    Pichuco de las manos como patios.

    Y ahora que las aguas van más calmas
    y adentro de su fueye cantan pibes,
    recuerde y sueñe y viva, gordo lindo,
    amado por nosotros. Por nosotros.


    La bicicleta blanca (Polca/Tango) Horacio Ferrer

    (Recitado)
    Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
    Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
    De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

    (canto)
    El flaco que tenía la bicicleta blanca;
    silbando una polkita cruzaba la ciudad.
    Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
    ¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

    Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
    Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
    Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
    y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

    "¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
    ¡Meté, flaquito corazón!
    Vos sabés que ganar
    no está en llegar sino en seguir..."

    Todos, mientras tanto, en las veredas,
    revolcándonos de risa
    ¡lo aplaudimos a morir!
    y él, con unos ojos de novela,
    saludaba, agradecía,
    y sabía repetir:

    "¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
    ¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

    (Recitado)
    Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

    (canto)
    Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
    no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
    al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
    su bicicleta blanca le entramos a romper.

    Le dimos como en bolsa, si asco, duro, en grande:
    la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
    mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
    Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.

    (Recitado)
    (Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

    (canto)
    Flaco,
    no te quedes triste,
    todo no fue inútil,
    no pierdas la fe...
    en un cometa con pedales
    ¡dale que te dale!
    yo sé que has de volver...


    El Polaco (Tango) 1990 - Horacio Ferrer
    (A roberto Goyeneche)

    Porteño, flaco y rubio, te dicen El Polaco.
    Tal vez fuiste morocho y el alba te peinó
    con lágrimas de luna, muy niño, en aquel patio,
    dolor que en una orquesta de mirlos debutó.

    Del sótano del alma te sobreviene el canto.
    El ángel del asfalto florece en tu temblor.
    Y cuando el fueye arrea su vendaval de infarto,
    el Tango es una curda poética en tu voz.

    ¡Tu cara de reloj de arena!...
    La ropa, ¡que te duele en serio!
    Tu gracia de afinar los versos
    siempre fiel a la milonga de tus dichas y tus penas.

    En éxtasis de amor troileano,
    los duendes del Gotán no han muerto;
    Roberto, prestales tu misterio:
    que vibren, gocen, vuelvan, sufran y amen, che, Polaco,
    igual que vos.

    Porteño, flaco y rubio, te dicen El Polaco.
    Polaco, hermano mío, vení, cantá, ¿no ves?,
    que en tu talento sueña la noche fantaseando
    un loco valsecito de Expósito y Chopin.

    En tanto el telegrama compadre de tus tacos
    confiesa: "Si me muero de amor, reviviré...",
    la estética de un beso te sangra entre los labios
    y salen las palabras enamorándose.


    Las ciudades (Tango) - Horacio Ferrer

    (Recitado)
    Y entonces fue que dijimos:
    Señor, enséñanos
    a levantar ciudades
    que sean iguales a los árboles
    que llegan a estar maduros
    antes de quedarse secos
    (Génesis, versículo primero,
    capítulo 1972, del futuro testamento).

    (Canto)
    Ciudades, fundadas para odiar.
    Ciudades, tan altas, ¿para qué?
    Ciudades, cadáveres de pie.
    Ciudades, al polvo volverán.

    Si aquí la estrella no se ve jamás,
    de aquí la tierra, el ser y el sol se irán,
    y reinará la soledad total,
    que escrita fue la destrucción final.

    Ciudades, fundadas para odiar.
    Ciudades, tan altas, ¿para qué?
    Ciudades, cadáveres de pie.
    Ciudades, al polvo volverán.

    Qué lindo será reconstruir.
    Querida, te beso hasta engendrar
    un hijo con vuelo de albañil en paz.

    Qué lindo, te nace una ciudad,
    qué calles te sangran por los pies,
    qué torre será tu corazón con fe.

    Y en cada charco habrá un pequeño mar
    y en cada fragua un inventor de sol
    y en cada puerta la inscripción astral
    y en cada triste un aprendiz de Dios.

    Ciudades, ciudades que serán.
    Ciudades, sentí su anunciación.
    Ciudades, las vengo a construir.
    Ciudades, del polvo volverán


    La última grela (Tango) - Horacio Ferrer

    Del fondo de las cosas y envuelta en una estola
    de frío, con el gesto de quien se ha muerto mucho,
    vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola,
    taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.

    Con vino y pan del tango tristísimo que Arolas
    callara junto al barro cansado de su frente,
    le harán su misa rea los fueyes y las violas,
    zapando a la sordina, tan misteriosamente.

    Despedirán su hastío, su tos, su melodrama,
    las pálidas rubionas de un cuento de Tuñón,
    y atrás de los portales sin sueño, las madamas
    de trágicas melenas dirán su extremaunción.

    Y un sordo carraspeo de esplín y de macanas,
    tangueándole en el alma le quemará la voz,
    y muda y de rodillas se venderá sin ganas,
    sin vida, y por dos pesos, a la bondad de Dios.

    Traerá el olvido puesto; y allá en los trascartones
    del alba el mal, de luto, con cuatro besos pardos,
    le hará una cruz de risas y un coro de ladrones
    muy viejos sus extrañas novelas en lunfardo.

    Qué sola irá la grela, tan última y tan rara,
    sus grandes ojos tristes trampeados por la suerte,
    serán sobre el tapete raído de su cara,
    los dos fúnebres ases cargados de la muerte.

    Libertando (Tango) 1990 - Horacio Ferrer

    Mi libertad me ama y todo el ser le entrego.
    Mi libertad destranca la cárcel de mis huesos.
    Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo.
    Mi libertad desnuda me hace el amor perfecto.

    Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo.
    Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto.
    Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo
    por cosas de la vida que a comprender no acierto.

    Mi libertad no cuenta los años que yo tengo,
    pastora inclaudicable de mis eternos sueños.
    Mi libertad me deja y soy un pobre espectro,
    mi libertad me llama y en trajes de alas vuelvo.

    Mi libertad comprende que yo me sienta preso
    de los errores míos sin arrepentimiento.
    Mi libertad quisieran el astro sin asueto
    y el átomo cautivo, ser libre ¡qué misterio!

    Ser libre. Ya en su vientre mi madre me decía
    “ser libre no se compra ni es dádiva o favor”.
    Yo vivo del hermoso secreto de esta orgía:
    si polvo fui y al polvo iré, soy polvo de alegría
    y en leche de alma preño mi libertad en flor.

    De niño la adoré, deseándola crecí,
    mi libertad, mujer de tiempo y luz,
    la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.

    Mi libertad me sueña con mis amados muertos,
    mi libertad adora a los que en vida quiero.
    Mi libertad me dice, de cuando en vez, por dentro,
    que somos tan felices como deseamos serlo.

    Mi libertad conoce al que mató y al cuervo
    que ahoga y atormenta la libertad del bueno.
    Mi libertad se infarta de hipócritas y necios,
    mi libertad trasnocha con santos y bohemios.

    Mi libertad es tango de par en par abierto
    y es blues y es cueca y choro, danzón y romancero.
    Mi libertad es tango, juglar de pueblo en pueblo,
    y es murga y sinfonía y es coro en blanco y negro

    Mi libertad es tango que baila en diez mil puertos
    y es rock, malambo y salmo y es ópera y flamenco.
    Mi libertango es libre, poeta y callejero,
    tan viejo como el mundo, tan simple como un credo.

    De niño la adoré, deseándola crecí,
    mi libertad, mujer de tiempo y luz,
    la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.


    Los paraguas de Buenos Aires (Milonga) - Horacio Ferrer

    Está lloviendo en Buenos Aires, llueve,
    y en los que vuelve a sus casas, pienso,
    y en la función de los teatritos pobres
    y en los fruteros que a lluvia besan.

    Pensando en quienes ni paraguas tienen,
    siento que el mío para arriba tira.
    "No ha sido el viento, si no hay viento", digo,
    cuando de pronto mi paraguas vuela.

    Y cruza lluvias de hace mucho tiempo:
    la que al final mojó tu cara triste,
    la que alegró el primer abrazo nuestro,
    la que llovió sin conocernos, antes.

    Y desandamos tantas lluvias, tantas,
    que el agua está recién nacida, ¡vamos!,
    que está lloviendo para arriba, llueve,
    y con los dos nuestro paraguas sube.

    A tanta altura va, querida mía,
    camino de un desaforado cielo
    donde la lluvia en sus orillas tiene
    y está el principio de los días claros.

    Tan alta, el agua nos disuelve juntos
    y nos convierte en uno solo, uno,
    y solo uno para siempre, siempre,
    en uno solo, solo, solo pienso.

    Pienso en quien vuelve hacia su casa
    y en la alegría del frutero
    y, en fin, lloviendo en Buenos Aires sigue,
    yo no he traído ni paraguas, llueve, llueve.

    La primera palabra (Vals) - Horacio Ferrer

    Madre tierra, madre mía, ya navego tu placenta,
    voy braceando por tu carne, siento ganas de nacer.
    En la orilla de tu lengua dame puertas, compañera,
    que entre todas tus palabras la primera yo seré.

    Te golpeo la saliva con un toro de seis cuerdas,
    del costado emocionante de tu boca naceré.
    Madre, armame grito andante con las armas que calientan
    las milongas de Yupanqui, los bembones de Guillén.

    América, parime bien.
    América, gritame bien.
    Y América, cantame en español.
    Posados en tu sangre, igual que yo,
    los pájaros de la revolución,
    esperan que nos digas cómo son
    la letra y la tonada de tu fe.
    América, parime bien.
    América, gritame bien.
    Y América, cantame en español.

    Madre tierra, te reanudo la vergüenza más varona,
    las raíces de tu gesto, los oleajes de tu sed,
    con tu lado de fusila, con tu parte tiburona,
    defendeme, madre mía, tengo apuro de nacer.

    Voy sin plata para cuna, voy sin tiempo para muerte,
    sola en una caracola que recuerde, creceré,
    que recuerde las pleamares de tus criollos y las cuente
    con las voces casi una de Neruda y de Gardel.


    Milonga para Borges (Milonga) – 1996 - Horacio Ferrer

    La luna pampa le entrega
    su bastón definitivo,
    Jorge Luis Borges, señores,
    nos lleva a sus santos sitios.

    Van varios Borges en uno:
    es el Dios de lo que ha escrito,
    es otro el Borges mortal
    y es otro que aún no ha nacido.

    La historia y la fantasía
    sus dones que son lo mismo
    toreándose tras su frente
    con atareados cuchillos.

    Por calles de Buenos Aires
    provocará el laberinto
    del amor y los cabales
    mitos di sueño argentino.

    Una voz cantó en Islandia
    y otra allá en Palermo antiguo
    para que Borges fabule
    la angustia de un tigre liso.

    ¿Qué venturoso arrabal
    del mundo lo ha recibido
    que las deidades tanguean
    en el solar de sus libros?

    La rosa va en su solapa
    y recordó cien suspiros,
    él sólo recuerda un beso
    que no fue correspondido.

    Las mil y una noches criollas
    lo nombran con su cariño,
    -Se nos ha muerto el poeta.
    Y él dice: -No. No he podido.

    Tenga Borges su milonga, sí,
    con el respeto debido.

    Ser feliz (Canción) 1983 - Horacio Ferrer

    Me aparecí trajeado de zanahorias,
    puse en tu puerta un trueno de mil zorzales,
    te di el clavel más lindo de mi memoria,
    te hago este canto lleno de carnavales.

    Todos los saltimbanquis de mi alegría,
    con su chimpún de sueños van a tus ganas:
    que sepa el ogro de tu melancolía
    que ser feliz es cosa del alma humana.

    Ser feliz, ser feliz,
    pobre amor no sabés ser feliz,
    te inundaste la vida de quejas
    y se puso vieja tu soledad.

    Ser feliz, ser feliz,
    no hay edad para ser muy feliz,
    te enredaste la angustia en las cejas
    y se puso vieja tu soledad.

    Me tiraré en la cara un pastel de esperas
    y unas pruebas haré de paciencia china,
    yo no sé lo que haré, pero haré de veras
    que sonrían tus ojos de gelatina.

    Me tiraré desnudo desde tus lentes,
    te mostraré el origen de las mañanas,
    y te dirán mis penas, humildemente,
    que ser feliz es cosa del alma humana.


    Viva el Tango! (Tango) - Horacio Ferrer

    ¿Que el Gotán no le gusta, che?
    Siento mucho, peor pa' usted.
    Ya lo batió don Campoamor:
    "Todo es según el cristal..."

    Tango nuestro como el laurel
    que supiéramos conseguir,
    pucha ¡qué bien!, qué lindo es
    esto que aquí siento yo.

    Viva el Tango, ¡viva el Tango!
    mezcla brava de pasión y pensamiento,
    viva el tango, que se toca
    con pudor de carcajada en un entierro.

    Viva el Tango, que es un fresco
    de madonas, casanovas y cornelios,
    comedia humana que a lo malo y a lo bueno,
    que a lo lindo y a lo feo
    lo escrachó del natural.

    ¿Ves que va la eternidad
    al frasear de un tanguito sensual?:
    taria ta tara ta
    taria ta tara ta,
    música clásica de hoy.

    Con la media luz ritual
    y las sillas del bar dadas vuelta,
    en dos por cuatro beber
    lerdamente y salir
    fatigando veredas.
    Dos, que al desaparecer
    por el amanecer
    hacen tangos de amor.

    ¿Que el Gotán no le gusta, che?
    que es llorón y es de ayer ¿y qué?
    hay que saber si el que penó
    no es el que ríe después.

    Ni un Gotán supo el sabio aquel
    que de tanto saber murió
    y pa'l cajón fue sin saber
    que su mujer no lo amó.

    Viva el Tango, ¡viva el Tango !
    con su ritmo de trompadas contra el viento,
    viva el Tango que se baila
    con el sexo en un poético suspenso.

    Viva el Tango, que es compinche
    para cada soledad y cada encuentro,
    viva el Tango, todo el Tango,
    Dios bendiga cada día el Tango nuestro.

    Sur, Qué noche, Percal, La Yumba,
    Silbando, Adiós Nonino, El choclo,
    Divina, El Marne, Uno, El andariego,
    Milonguita, Vida mía, A fuego lento,
    El motivo, Bahía Blanca, La bordona,
    Flores negras, Che papusa, La Tablada,
    Mala junta, Suerte loca, La mariposa,
    Volver.

    Por todo el Tango
    va este brindis de mi alma
    y con el Río de la Plata
    me emborracho de emoción.

    Y viva el Tango
    y este amor con que lo canto,
    porque yo, yo soy el Tango,
    ¡viva el Tango, y viva yo!


    Final de función (Tango) 1985 - Horacio Ferrer
    a Milva.

    Salió Chaplín a dirigir la orquesta.
    La farsa estalla con su luz de gas.
    Piensa Podrecca los aplausos de papel.
    Seré Harpo Marx, mi amor, y por vos
    daré la función.

    Si el hilo corta el dios que da la letra,
    la magia muere; pero, no llorés:
    le rogaremos al autor unos versos más;
    la ilusión revivirá, y en la escena tres
    yo el amor te haré.

    Fue nuestro novelón de abril,
    vos de frac y yo de soirée.
    Y era nuestro loco amor
    bella inspiración
    de un poeta que nos rimó.

    Te amé y canté, extasiándome
    en aquel final color vals.
    Lararara,larará... Y soñar los dos.
    Y jamás, jamás despertar.

    ¡Por Dios! Crispín trepó a encender el día.
    ¿Quién ya en las máscaras podrá creer?
    Es el teatro, y el dolor de celofán.
    Cruje mi galán y como un mal Gardel
    me olvido de mí.

    Incendia el sol nuestra escenografía.
    Sangrando azul de candilejas vas.
    Ay, Colombina, al caer, te saludaré.
    Agonizo en mi disfraz. Ya bajo el telón.
    Moriré con vos.
     
    #1

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