Huellas débiles

Quedan atrás las espigas cortadas
en los campos agostados en el relieve,
tiñen con su moribunda estampa
el camino que tras el olivar se muere.
Son púas afiladas que se amodorran
en la sombra de los alicaídos almendros
que resucitan en el latir del paraje desolado.
¡Y son el llanto y la deriva del río seco
que con su quietud forma en la memoria
el atuendo de su alma en el recuerdo!
Pintan con su melancolía garabateada
lances de un tiempo forjado a fuego
y tras de ellos el trigo es el reclamo
de los amantes que caminan en silencio
mientras sus huellas débiles se borran
en la esperanza y en la fe del amor
que muere con cada espiga cortada.
Quedan atrás los domingos de verano
cuando oírte era parte de aquella imagen,
quedan atrás los días en los caminos
que hierven con su confesión velada
en la cadencia de un río seco en el alma
que en su propia necesidad nos olvida.​

 

Mi estimado poeta, es posible que la huellas de dos que caminan en silencio y con cuidado de no romper el terreno que han plantado, no se marquen con firmeza...Pero te aseguro que tu poema si deja la dulce huella de un amor de domingo, de un amor festivo...donde cada día es fiesta cuando se escucha la voz del amad@...Esas huellas que, aunque no dejan marcas palpables, que nadie puede identificar, si las identifican los pasantes enamorados que mantienen la esperanza y la fe en el amor, que todo lo puede, todo lo espera, todo lo abarca.
Una vez mas, me sorprende tu forma de narrar el amor entre trigales.
Un abrazo Oskar...

 

Me honra como siempre tu paso por esta que es tu casa, me enciendes el corazón con cada una de tus delicadas palabras que florecen en el patíbulo de mis dedos, parajes que se encienden con la luz pronta del sol, y dejan a esos enamorados al son de aquellas espigas cortadas, de aquellos campos que huérfanos de semillas prenden en el horizonte bajo la sombra de aquellos enamorados que van despacio depositando su huella en los posibles y en la esperanza del tiempo y de una vida que crece con cada nueva estación. Hay esperanza en aquellos campos.
Un abrazo querida amiga