Invocar, evocar, provocar.

Se lo pasan bien, los niños,
haciendo, modestamente, sus deberes.
Coleccionan enseñanzas,
que perciben de la vida.


La captan, como el milagro que es,





en la sonrisa de una madre.
Pero averiguan que tras ella,
viene el carromato.
Ambos cónyuges comparten una misma carga.


¡ Hogar, dulce hogar !


Salado, ácido, dulce, amargo.
Poderoso, fuerte, inteligente, iluminado.
Como el puente de San Francisco,
rojo sobre gris y azul.


A veces, no obedecen, pues están


hechos mistos.
No quieren probar bocado,
de lentejas, garbanzos, pimientos verdes,
o el pisto.


Y prefieren recrearse en recetas





innovadoras: ¡ Nunca vistas !
Se hacen, unos a otros, las pertinentes
entrevistas. Y sacuden sus polvorientas
sandalias, en los caminos,


los apóstoles o periodistas.


Que van retransmitiendo el mensaje
del Evangelio. Promulgando las leyes
del Sol en la Tierra: Helios.
Pues el Amor, como la Broma,


forma parte de la Creación:





Como la estrella y la piedra.
Por ello, el Circo del Sol se luce,
ya que fuerte es quien domina a los demás,
pero poderoso, quien se domina a sí mismo.


Fundado en Montreal,


y decorado con múltiples disfraces,
pero lleno de ejercicios gimnásticos
y acrobáticos, potencialmente
sin límites.