Irse muy lejos.

Siempre quise irme muy lejos. Tuve muchas mudanzas pero ninguna era una aventura. Quería cargar un viejo Jeep y emprender un recorrido eterno. Llegar a donde nadie supiera nada de mi. La ilusión de todo explorador frustrado. A cambio de eso lo mío siempre fue el vuelo corto de la perdíz. De acá para allá, pero cerca nomás. Siempre a la vista de mi hogar anterior, ese seguro y cálido. Los años pasan y los huesos me lo recuerdan todos los días. Pero ahora se me ocurre que si intento recordar desde donde salí, la cosa no es tan fácil. Puedo ver mi cabaña anterior, pero no la casa de los abuelos. La distancia desde mi primer salto es enorme. Soy el mismo que partió de allá alguna vez, pero ahora si que estoy lejos.
Y como siempre pasa, ahora que solo puedo ver a traves del cristal de los recuerdos, ahora que se como son todos los caminos, y las gentes, y los paisajes, y las distancias ...
Ahora quisiera no haberme ido nunca.

 

¡Que bello este micro Luis!, despues de tantas mudanzas en proximidad lo que en realidad se echa de menos es ese primer viaje de la infancia.
Un placer leerte
Saludos

 

Gracias por tu comentario. Siempre la infancia se echa de menos, es tan difícil volver. Ningún sistema nos deja cerca. Queremos, pero no podemos. Parecemos ridículos al expresar el deseo.
Saludos para ti.

 

Gracias por leerme. El pasado tiene esa extraña virtud de ampararnos cuando nos aprieta la soledad moderna llena de ruidos y cables. Es muy lindo poder ir a buscar un recuerdo ameno entre tanta fría convención.
Saludos para ti.

 

Muy bello añorar y descubrir sentimientos de seguridad en los recuerdos pasados