La bruma verde, de Gonzalo Giner.

Se, que La bruma verde no es un libro de historia.
Se, que quizá me juegue el juicio de algunos cuando en este espacio ponga mi parecer.
Se, sobre todo que cada cual puede sacar su conclusión de esta novela tan real como la vida.
Tan dura y doliente como las heridas que la existencia deja, sobre todo en aquella parte del mundo, de donde subsionamos bienestar para el nuestro sin ser conscientes , sin medir, sin pensar en lo que para otros representa. A lo que otros quita.
Si ya me gustaba Gonzalo Giner narrándome la historia novelada, mas me ha convencido en esta novela contemporánea, donde a pesar de ser distinta a lo que nos tiene acostumbrados, su vena sensible, humana, su vena de barro que le une a la creación, me ha enamorado el alma.
La selva del Congo, se ha metido en mis venas, y La bruma verde ha teñido un poco mi sangre, tan llena de bruma de cristal, de cemento e incluso de colores del arco iris. El verde también ha corrido por mis venas, y África a rugido en mi interior mientras leía.
Bineka, la protagonista indiscutible, tiene la fuerza en su interior y en su mirada, y así nos la hace ver y sentir el autor. Imposible me es pensar que pueda ser un ser inventado, un ser de ficción, pues muchas Binekas siento que están viviendo entre los renglones de la historia y sobre todo de la realidad.
Cuando terminé la novela, me miré las manos y supe que yo también estaba hecha de selva, que su aliento me hace tomar aire cada día y que necesita nuestra protección como si de ello dependiera nuestra existencia. No se si me ha extraviado la locura por mi amor a la lectura, por mi fascinación de este maravilloso narrador que es Gonzalo Giner, o que quizá, tal vez el bindongobo ha inundando mi alma.
Os la recomiendo compañeros, esta historia no os dejará impasibles.
Seguiría hablando de ella sin cansarme, pues ha sido todo un apasionado viaje, pero yo solo, como sabéis expongo mis sentimientos.
SHA.