la casa blanca

mi tía gertrudis alquiló por airbnb
su casucha en la playa a dos kilómetros del pueblo
y fue a verme y me ofreció 500 pesos por limpiarla:
"la ocuparán hoy mismo en la tarde
así que mueve el culo y vete y adecenta aquello"
me pasé toda la mañana sacudiendo el polvo
limpiando azulejos, ventanales, puertas
barriendo pisos, metiendo en bolsas negras toda clase de bichos muertos
fregando la vajilla; y a eso del mediodía
mientras me hallaba de rodillas en el baño restregando las marcas de sarro del interior del inodoro
donald trump asomó su rubicunda jeta por la puerta
y me saludó alegremente al tiempo que levantaba los pulgares:
"hi, joe, parece que te cojo en mal momento, muchacho"
me desconcertó verlo allí en bermudas y playera de los lakers, por supuesto
pero como en todo caso soy un tipo bien educado
lo saludé tratando de disimular mi extrañeza
"hi, donald, un gusto conocerte en persona"
me incorporé y extendí una mano en su dirección
y trump me la tomó entre las suyas y se pasó todos los putos 40 segundos siguientes
tirando de ella y sobándola y girándola en todos sentidos como si pensara que
mi mano fuera un puto gato o un conejo o su hámster favorito de la infancia
"dame esa puta escobilla, joe -dijo, tras soltarme por fin la mano-
voy a ayudarte a limpiar el jodido retrete"
el cabrón me arrancó practicamente la escobilla de la otra mano
y se arrodilló ipso facto en el piso de cemento mojado de aquella desvencijada habitación
y encajó la escobilla dentro del inodoro y se puso a frotar fuertemente con ella la
gruesa capa de sarro adherida al esmalte del recubrimiento
"¿no tendrás un jodido pato purific para echarle a esta mierda, joe? -resopló-
pareciera que solo una explosión atómica podría arrancar el puto cochambre pegado a la cerámica"
"me parece que hay un bote de mister músculo en la cocina, donnie
ahora mismo voy a echar un vistazo"
"de acuerdo, joe: vamos a dejar el puto baño más radiante que un jodido amanecer de abril"
fui a la cocina y encontré el mister músculo debajo del lavadero
y lo cogí y se lo llevé a trump
que destapó el envase y vertió un chorro sobre las zonas oscuras de las paredes interiores de la taza
y prosiguió su misión limpiadora con el mismo ahínco de antes
"mejor vas al puto rancho y consigues algo de cerveza -me dijo poco después-
dejé las llaves puestas en el hummer allí afuera
y en la guantera tengo algo de efectivo"
"¿prefieres alguna marca en especial?"
"oh, whatever, joe, la que a ti te guste"
mientras recorría la orilla de la playa al volante de aquel cacharro de monstruosas llantas
cogí uno de los habanos que llevaba trumpie en una caja en la guantera,
arranqué con los dientes la punta y lo embutí luego en el boquete del encendedor
y después que empezó a humear lo saqué de allí y me lo llevé a la boca,
aspirando una profunda bocanada justo cuando me adentraba en las primeras calles de la aldea
y empezando de pronto a sentirme bajo sus efectos igual que se debió sentir

el puto fidel castro cuando entró a la habana aquel lejano enero del 59

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