la existencia del amor y su perversión

Es fuego de olvido sangre y veneno.
En su luz demencial es dolor o envenenada muerte.
En lo decadente de su figura cínica de impaciencia
Y ardor de espina de rosa artificial
Henos locos de ansia y misericordia
a cualquier atentado trágico o tentativa de destrucción;
Una vez ya en la transpiración de sus dedos,
Una vez en el eclipse de sus senos,
En su cuello de ángel o su cabellera de zombi glorioso,
Razón de ser y permanecer en lo increíble de un estar absoluto.
Una vez en sus brazos, ¡la vida! los infiernos y condenas en sucesión.

Permítaseme un dejo y un grito
Hacia mis cavilaciones de inocente y persecución pasmada de la felicidad,
Permítaseme un soliloquio fugaz,
Como desentrañado desde lo más profundo,
Pero no es hoy ayer ni mañana el amor.
Es el soplo y no lo indestructible e imperecedero
De una creación determinada de todo en todo y por todo.

Llámese lo indestructible a lo imposible.
Llámese imperecedero a lo mudo
Que tiende a un propósito fundamental de trascendencia.
Llámense todos los epítetos a sesión de significados irrealizables.
Llámense los sinónimos de vida y muerte en instante efímero y sin sentido.

Conformación de conceptos de supervivencias en espíritu y existencia,
Formulación renovada de aquello que no se hablo cuando no estuvo mi voz.
Dictar un tiempo de sentencia para ser y existir
y obsequiarnos lo que rescatamos del amor.

De sus dedos de ángel o de sus colmillos y ojos de vampiro.
Claustro es la razón frente al amor.
Claustro con sangre de tortura.

Yo he visto lo exquisito de lo verdadero cuando se muestra en su totalidad
Para tan luego persistir de su permanencia.

Hay sangre de lágrimas al existir deseo.

Deseo de lo verdadero y permisible en su moralidad siempre.
Algo aceptable. Algo permitido y que no autodestruya.
Algo que disgregue la conciencia.
Acabados los sacrificios,
Mordidos los labios de miel que corrompieron lo infinito
De la dulzura en una promesa de fidelidad y canción de amor,
Todos los misterios del azar enjutos de infamia
En cavilaciones histéricas del pensamiento atolondrado de culpa.
Henos nuevamente al borde de la discordia
Y el dilema que nos devuelve un poco el honor de la reflexión.
Deficiente tragedia es todo esto,
Mediocre tragedia inconclusa.

Yo mordí aquellos labios
Y bebí de su sangre.

Yo,
En este acto mediocre y engreído.