La guasa del crouchard

Si acaso mis manos derrapasen menos
la cuesta involuntaria de la obstinación;
si por la dudas fuera menos tosco
el carácter trópico de mi latir;
si al menos disfrazara mis condenas aleatorias,
especie de ruinas encalladas,
que entorpecen el rumbo de mis virtudes,
pequeñas glorias
obtusas e indecorosas.

Enmarañado corazón,
tácito entre la lluvia,
voy por la tarde
esquivando charlas,
invisible a tus ojos,
frágil de palabras,
rebotando contra un tango más.

Mascullando melodías
por el arrabal de la melancolía;
vicios de poeta
respirando la tristeza
de un pasado cansado
oxidado
harto por el amor que se nos va.

Tararan tan tan
canta el crouchard al pasar;
silbando se retuerce la noche
y me acerco al hormigón
tras el que te guareces
mancillada entre retratos
y lunas desarmadas
donde vas llorando mi ausencia
mientras mis manos
arrancan la maleza de esta soledad
arrinconada en el jardín
al que nunca más
me volverás a ver
volver.

 

A veces acercarse al arrabal de la melancolía, nos deja puñaladas de rocío que un tiempo después se convierten en hermosas letras. Los paisajes cualquiera sea su naturaleza se hicieron para admirar, yo me voy a quedar un rato más admirando tus letras, además no puedo permitirme que nadie comente tus genialidades.
besos y hola

 

Gracias Vero por estar presente cuando casi todos están desapareciendo, incluso vos en estás horas.
Vesos

 

Hola Mauricio. La primera vez que te leí, si no me equivoco, fue en tu dueto con Vero, al comentarlos ella me dijo que debía leerte y no se equivoca. Si bien te reencontré por casualidad ha sido todo un placer leer tu obra.

Un beso.

 

Bueno, por lo que sea te agradezco la valentía de entrar a estas borrachas humoradas.
Saludos