La necesaria involución de los dioses

Ayer por la noche volví a Barcelona. Madrugué y paseé las calles de Premiá. Mareado, quizás por descender a la vida del nivel del mar; quizás por encontrarme con tantos rostros de repente, después de tanto tiempo en las montañas inhóspitas. Algunas caras eran conocidas, otras deambulaban. De pronto vi a una niña con cartera rosa a la espalda y a un niño con la suya de ruedas. Los acompañaba una madre despistada. Iban tranquilos, seguros de sí mismos. No pudo evitar mi mente trasladarme más de cuarenta años atrás, a otro octubre donde el cielo parecía querer fundar un nuevo océano.

Un hermano y yo corríamos bajo el diluvio, sorteando y saltando las rieras y las calles inundadas. Todavía eran de tierra las calles; y las aceras, de cañas y árboles. Lodo, piedras y dos hermanos de ropas raídas y zapatos donde el pie bailaba entre las telas baratas.

Eran los primeros días de colegio en Cataluña de unos medio hombres venidos de las montañas. Entramos tarde a las clases, empapados de agua. El resto de alumnos ya estaban sentados. Nos paramos en el umbral de la puerta y todas las miradas se aposentaron en nosotros. Aun recuerdo la sensación. Dos salvajes en la ciudad. Uno, tan fuerte que los lazos de los ojos ajenos se rompían y caían al suelo por el miedo. Al otro las miradas le tejían telarañas espesas alrededor de su cuerpo. Ese era yo, el que poseía una verdad de diamante diminuta, el que sabía que podían cerrarlo, pero no encerrar lo diminuto y compacto de su luz, algo que siempre encontraría un hueco para poder brillar y salir a la intemperie.

Pero quizás me equivoqué, porque ahora el hermano parece sujeto a las cuerdas invisibles de la vida y yo ando perdido en la oscuridad de mí mismo. Y creo saber el por qué. Porque mientras más evolucionamos más nos alejamos de las lluvias y las cañas y los árboles y la natura, a la que estamos adheridos como animales que somos. Dejemos de engañarnos o evolucionemos de verdad, sabiendo que somos dioses manipulando el resto de las especies de La Tierra. Por tanto, hagámoslo bien, como nuestro derrotado Dios mandaba. O desaparezcamos y dejemos a este mundo en paz.

 

Me he equivocado y lo puse en poemas filosóficos cuando debería ir en prosas filosóficas. Ruego a algún moderador que lo cambie, y disculpen las molestias por mi torpeza.

 

"Dejemos a este mundo en paz" Que gran peticion
nos compartes. Pareciera que por culpa de la modernidad
este mundo esta siendo destruido y los campos que antes
estaban llenos de arboles ya no lo estan y en muchos
casos es el asfalto que lo cubre todo., Me encanto
tu escrito pues me trajo bellos recuerdos de mi tierra.
Saludos y Bendicioens.

 

Servido querido amigo. Abrazos.

 

Muchas gracias, Don Melquiades. Señora Julia, la llamaré cuando vaya a Barcelona, aunque las grandes ciudades me aterran y pasan años sin que acuda a ellas (soy una especie en extinción, como el yeti jajaja...), pero espero no tardar tanto la próxima vez. Muchas gracias por su paseo entre mis letras. Un abrazo, amigos.

 

Darse cuenta es también una forma de evolución. Hay que aprender para desear desaprender. Es una bonita historia de realidades paralelas y mirada incierta. Atrae de principio a fin.

Un placer pasar por sus letras

Palmira

 

Muchas gracias, señora Lourdes, por su bonito comentario y paso por mis letras, y le pido perdón por no haberla respondido antes, pero es que no la vi con las prisas por el fallo de haber colocado el escrito en poemas y no en prosas. Un fuerte abrazo, amiga.

 

Muchas gracis Palmira, por tan lindo pasar y bonito comentario. Un placer haberla tenido aquí. Se la saluda afectuosamenet.

 

Cuando miraba esos dioses egipcios con cabezas de animales me cuestioné sobre la dirección del pensamiento: Esa parte animal en esencia puesta de manifiesto nos indica que la naturaleza maestra aún tiene mucho que enseñarnos. "Sed mansos como palomas y astutos como serpientes..." Los dioses involucionan siempre al punto adecuado de cada quien. Supongo que es lo que se llama Misericordia... Excelente la puerta que nos abres al recuerdo necesario. Un abrazo.

 

Te imagino conversando hacia dentro, con algùn tu siempre rebelde y siempre andando entre el ayer y el hoy. No se bien que es evolucionar, quizà sea mantener el equilibrio entre ambos mundos.
Un abrazo grande y doble jeje,

Nota: Se cuidadoso , no pregones lo del diamante porque en estos tiempos... jeje

 

¡Ojalá la involución acabara en misericordia, señor Arkhazul! Es una frase suya preciosa. Muchas gracias por su magnífico comentario y pasear por mis letras. Se le saluda afectuosamente. Un abrazo.

 

No se preocupe, señora Ethel, porque creo que el diamante ya es puro carbón, quizá culpa de los reyes magos, que llevan más de cuarenta años regalándome puritito carbón jajajjajaja... Un abrazo amiga, no sé de cual de mis yos, el de ciudad, supongo jajajaja...