La última colilla de cigarro.

Tony sentía su mirada todo el tiempo mientras efectuaba su trabajo; y no era su imaginación. Cada vez que descubría sus ojos, ella le dedicaba una sonrisa. Es más, la encontraba en todos lados como si lo persiguiera y siempre intentaba iniciar una conversación con él. En ocasiones le preguntaba si la cartera le combinaba con los zapatos, si el vestido le quedaba bien; incluso le sugería almorzar juntos. Tony no podía creer que a sus 50 años pudiera tener una muchacha de 26 interesada en él, por lo que, cierto aire de pudor interno, algo confuso, lo empujaban a alejarse y a tomar precauciones, aunque el corazón galopara y la piel se erizara con su sola presencia.

Y es que era difícil quedarse lejos ante tal belleza. Lo primero que resaltaba a la vista eran sus labios rojos y carnosos, contrastando con su piel lozana y blanca. Daba la impresión de tener ante sí una rosa delicada que invitaba a envolverse entre sus pétalos por una eternidad. La cascada de su pelo castaño, caía sedoso y suave sobre su espalda, hipnotizando hasta al más poderoso de los corazones. ¡Y sus caderas! ¡Uf! Sus magnéticas caderas, al ritmo de sus pasos acompasados, medidos, elegantes, se robaban la cordura de las almas más sobrias y las miradas y cuellos de todo lo que tuviera aliento de vida. Era un espectáculo rodante desde que la alfombra de sus ojos claros y almendrados, se descorrían al mundo.

Sin embargo, Tony intentaba controlarse; después de todo, no solo era un hombre casado que disfrutaba de un matrimonio estable y, como tal, quería respetarse a sí mismo y a su esposa e hijos; sino que además, no era un jovencito. Ya pasaba la mitad de su vida. ¿Qué podía esperar de una relación con tanta diferencia de edad?.

Ese día; como todos; la encontró en el pasillo hacia las oficinas, donde ambos trabajaban. A él le dio la impresión de que lo esperaba cuando ella tomó la palabra:
---Por favor, quiero que almorcemos juntos hoy---Dijo en tono suplicante, pero con una voz tan dulce que sonó a melodía penetrando poros y venas---Necesito hablar contigo.

Quedó petrificado, confundido, indeciso. Realmente no lo esperaba. Ella, intuitiva y audaz, no le permitió reaccionar, así que, con una coqueta sonrisa de triunfo atajó:
---Ok, te espero en el restaurante que está al otro lado de la calle, a las 12m.

Dio media vuelta y se fue, con su paso de reina segura de sí misma.

Tony, puntual, fue derecho hasta la mesa donde ella esperaba. Enseguida se puso de pie y lo recibió con un beso tierno en la mejilla que le estremeció la piel. El roce de sus labios en su rostro, su perfume, el olor a hierbas frescas en su pelo que tanto le gustaba, casi le hacen perder el control. Huyendo, fue a refugiarse en su silla.

Los primeros diez minutos de conversación fueron muy agradables. Chistes, halagos, sonrisas, hasta que un silencio entre ambos, marcó el momento de ir al grano. Ella comenzó:

—-Quizás has notado cuánto te observo y cuánto he intentado acercarme a tí.

Él asintió con la cabeza y la muchacha prosiguió, como divagando:

—-Yo no he tenido suerte en el amor. Los hombres jóvenes, en vez de amarme, me han utilizado, han jugado conmigo. Hasta al hombre con quien me casé, lo sorprendí en mi propia cama con otra. Además, los siento tan inmaduros, tan engreídos y egoístas que no quiero ni uno más.

Antes de continuar, lo miró fijamente.
—-En cambio tú, eres un hombre muy seguro, tan alegre, maduro, dulce, comprensivo. Eres capaz de solucionar los asuntos más complicados en un momento... en fin, tienes todo lo que busco y por eso, creo que te amo.

Hay situaciones que por más que las esperes, siempre te sorprenden, especialmente cuando la razón y los sentimientos pugnan entre sí con la misma fuerza. Y es que el alma y el corazón no envejecen; todavía crees que puedes aspirar a ciertas cosas, hasta que el espejo te recuerda quién eres en realidad. Para la mayoría, todo hubiera sido sencillo: Disfruto la ocasión y punto. Pero no para él, quien aún creïa en el amor, el respeto, la honestidad; esas cosas viejas que la mayor parte de la gente tira en un rincón por donde nunca pasa. Él, no se había dejado arrastrar por la corriente del “yo y lo mío primero”, ni escondía sus acciones detrás del concepto de que “todo lo que te guste o te cause placer, hazlo”, porque este mundo está lleno de cosas placenteras que nos dañan, a nosotros y a quienes nos rodean. Además, ?Cómo podría traicionar la confianza de su esposa? ?Cómo le miraría a los ojos después de una aventura? Aunque, por lo visto, esa muchacha no buscaba placer.

Por fin tomó la palabra.
—-Lucy, quiero contarte dos anécdotas de mi vida pasada. Sabes, cuando era un joven, me casé con una mujer mucho mayor que yo, y resultó un desastre. Todo empezó cuando llegábamos juntos a muchos lugares y la gente me decía:”Dile a tu mamá que tome asiento”. !Yo no sabía qué me causaba más vergüenza, si quedarme callado o decir que era mi esposa! Pero además, ella no tenía el alma tan joven como la mía y poco a poco, todo se fue enfriando hasta que murió. !Lucy!—-Dijo llamando su atención—-No quiero parecer tu padre ni aburrir tu vida.

—-Pero tal vez pueda funcionar entre nosotros—-Insistió ella.

Tony siguió hablando como si no la hubiese escuchado.
—-Una vez crié desde pequeño un perrito, mi animal favorito. Fuimos muy buenos amigos y lo compartíamos todo: paseos, juegos, comida, tiempo...diez años después agonizaba en su lecho de muerte. Yo veía en sus ojitos sufrimiento. !No quería dejarme y luchaba tenazmente contra lo imposible! !No quería perder lo que lo había hecho tan feliz por tantos años! Él vio mis lagrimas, mi adiós y mi último abrazo.

Se detuvo un momento.
—-Lucy, la vida y el tiempo no perdonan y no quiero ser ese perrito, obligado a abandonarte, ni ver tu último adiós antes de tiempo. A mí solo me queda la última colilla de cigarros y en unos cuantos años, la dejaré olvidada en algún desconocido cenicero.

Dos lagrimas humedecieron las mejillas de Lucy.
—-Solo una cosa más—-Culminó Tony poniéndose de pie—-Mi esposa no se merece esto. Solo discúlpame, por favor.

Sus pasos lo alejaron lentamente del restaurante, llevándose su corazón destrozado. La lucha aún continuaba, sin embargo, cierta paz interior lo embargaba. !Había logrado lo que ni él mismo estaba seguro de alcanzar! Descubrir que para él, nada era más importante que llegar a casa con la mirada limpia y la sonrisa franca; sin secretos ni mentiras tras la espalda; gemas preciosas de los seres humanos, deportadas quien sabe a qué rincón de la galaxia.

 

Grandiosa decisión, ojalá sirva para algunos, grato leerte

 

Sí, hay valores que se han perdido en este mundo donde “Todo vale” y “Todo está bien”, mientras las familias se corroen y desintegran. Es lindo verte por acá Marian. Abrazotes.

 

Anécdota muy común Nomar, lo que no es común es que se tengan las agallas para enfrentarlo, y tan simple que es, poner en una balanza a quien hago mas daño, a ella que ni la conozco y solo le estoy diciendo la verdad aunque le duela y a mi negándome un gustazo o a mi mismo y mi familia que es la que yo he escogido.
Bueno como de costumbre los lectores nos ponemos a conversar con el autor y el contenido de lo que ha escrito, pero no quiero despedirme sin decirte...mas bien repetirte el magnifico don que tienes para escribir.
Mi especial saludo para ti amiguito

 

Gracias muchachita por dejarme siempre tan lindos comentarios. Coincidimos en eso, hay que aprender a dar valor a lo que realmente lo merece. Un abrazote.