Laberinto de orquídeas

Una vez más necesito tus ojos
ante mi desesperación.
Eclipsastes mi hastío con un ramo
de pasiones desenterradas.

No hubo ningún remedio,
ningún atisbo de esperanza
en medio de un laberinto de orquídeas.

Bajé la vista a las aguas del puente,
sobrio y esbelto conteniendo sus horas
de luto ante las almas que rememoran
la batalla que silenció sus aguas.

Recuerdo tus labios susurrándome
historias de gloria, a modo de pretexto
para acercar tu boca a mi rostro.

Ahora sólo queda consagrarse al tiempo,
como dos maníaticos en busca de su delirio,
conviviendo con una frágil locura mientras
callamos los suspiros de las cenizas.

 

Muchisímas gracias por su cordial apreciación.
Un saludo.