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Las neuronas esquizofrénicas

Tema en 'Poemas Góticos, ciencias ocultas y Misteriosos' comenzado por Dertodesking, 4 de Agosto de 2023. Respuestas: 1 | Visitas: 513

  1. Dertodesking

    Dertodesking Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    4 de Marzo de 2021
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    Género:
    Hombre
    I
    «Desde jóvenes,
    sintiendo la dualidad entre el actor físico y el actor invisible;
    desde jóvenes,
    sintiendo la metamorfosis de todas las nacionalidades del Mundo
    en una sola.


    Desde jóvenes,
    creyendo que ellos eran como nosotros...


    Pero nuestra Torre de Babel
    se erigió sobre unas voces
    imposibles de acallar».


    «Siéntate, Ángela.
    ¡Mírame, Ángela!
    Has de creerme:
    la infancia es un dije que se empaña
    por la existencia,
    y por el semen.»

    Ayuso Muramasa
    es Dios,
    y Dios
    quiere
    ver mi pueblo
    en llamas.
    Lo llevé
    a ver el atardecer
    desde un
    sitio alto.
    Bajo la luz
    del ocaso,
    todo parecía
    arder;
    Ayuso Muramasa
    imaginó que Rota
    era el mundo,
    y ahora es feliz.
    Ya no gimotea
    mientras
    se lamenta
    de su desdicha,
    porque el concepto
    del mundo ardiendo
    es cada vez más nítido.

    «Siéntate, Ángela.
    ¡Bésame, Ángela!.
    Eres mi amante:
    cuando me acuesto
    estás muy cerca...».

    Fuego,
    rojo,
    Sol,
    rojo,
    sangre,
    roja,
    ira,
    roja,
    Dios,
    rojo,
    mundo,
    rojo.

    Una ilusión
    se convertirá en una realidad.
    Ayuso se recrea en el incendio,
    pero pronto, todo el pueblo
    verá el mundo tal y cómo lo ve Ayuso Muramasa.
    «¡Mírame, Ángela!
    ¡Háblame, Ángela!
    Pasará rápido».
    Sudor frío, espasmos musculares.
    Las paredes de mi habitación se han convertido
    en un pasillo angosto
    sin final.
    Desde la ventana, el cielo se abre en dos;
    el horizonte se derrite.
    ¡El Sol!
    ¡El Sol se cae!
    Oscuridad...
    Sonidos del Neolítico:
    Crash... Uargh... Pom... Pom...
    Crash, ¡Uargh! Pom, pom,
    ¡Crash! ¡UARGH! ¡Pom! ¡Pom!
    ¡CRASH! ¡UARGH! ¡POM! ¡POM!

    Los hombres primitivos gritan,
    los animales corren por la sabana africana,
    desordenados...
    ¡Sonidos del presente!
    Biiiip... Clic... Psssst... Psssst...
    Biiiip, clic, psssst, psssst,
    ¡Biiiip! ¡Clic! ¡Psssst! ¡Psssst!
    ¡BIIIIP! ¡CLIC! PSSSST! ¡PSSSST!

    Las máquinas trabajan sin parar;
    los teléfonos móviles pitan;
    los coches se deslizan por carreteras
    mal asfaltadas.
    Todo está cada vez más alto.
    Me tapo los oídos con las manos;
    aúllo desesperadamente
    hasta quedarme sin voz
    y
    me escondo en la cavidad
    de una manta cálida...
    Pero las voces y los sonidos
    se convierten
    en ruido blanco.
    De repente, silencio.
    Una multitud narcotizada sobre las
    cenizas de un Sol sin vida.
    «¡Despierta, despierta!».
    Rayos de luz sobre el cielo grisáceo.
    «¡Despierta, despierta!».
    La cara de Ayuso Muramasa, sonriendo.
    «¡DESPIERTA, DESPIERTA!».
    «¿Por qué derramas lágrimas Ángela?
    Vamos, detente.
    Vuelve conmigo.
    ¡Pasará rápido!».
    Hace mucho calor.
    Me gustaría ser una moneda de dos Euros,

    modelada a partir de mi alma.
    Hace mucho calor.
    La cirugía plástica hace milagros,
    pero no quiero convertirme en un
    extraño para mí mismo.
    Hace mucho calor.
    Los pies de Ayuso Muramasa
    son grandes, y cómodos.
    Hace mucho calor.
    Rojo.
    Soy rojo.
    Soy el fuego.
    Soy el Sol de un agosto crepuscular.
    Soy un canguro.
    Soy una araña.
    Soy uno con el Universo
    ¿Soy Ayuso Muramasa?
    Sí.
    Mi nombre es Ayuso Muramasa.
    Siempre he sido Ayuso Muramasa.
    Todos son Ayuso Muramasa.
    Todos somos Ayuso Muramasa.
    Ayuso Muramasa
    A yu so mu ra ma sa
    A y u s o m u r a m a s a


    «Yo podría ser tu padre, ¿sabes?
    ¡Sonríe, Ángela!
    ¡No! ¡No sin formas!».

    «Jurar es como comer helado, Ángela».
    «¿Por qué?»
    «Porque se derrite mucho antes de que puedas digerirlo».
    «Entonces, cuándo tú juras, ¿siempre mientes?»
    «No. Pero mira a esa gente.
    ¿Tú crees
    que ellos dicen
    la verdad?
    Casi nadie lo hace, Ángela».
    «Nuestros cuchillos,
    cercenan a la efigie
    de espuria antorcha.
    Todos gritamos
    “muerte a la libertad”
    porque su extendido
    brazo parece
    un saludo fascista
    que se niega a sí mismo».
    «Jesús comía chocolate Milka.
    El color morado, que la empresa
    utiliza como
    imagen de marca,
    está sacado de la Semana Santa».
    «"Aquí huele a humanidad"
    es un ejemplo de misantropía normalizada».
    «El dodecafonismo es una forma
    de composición musical
    religiosa.
    Doce notas, que representan a los apóstoles.
    La percusión, como decimotercer
    elemento, los guía».
    «Te observaba en el parque:
    Bajabas y subías
    a través de un columpio.
    (Tu madre era el motor que te propulsaba con severas manos).
    Ella nunca te quiso;
    ¿acaso no sentiste
    sus zarandeos crueles?
    Por eso te salvé de ella.
    Ahora cállate y...»
    «¡Deja de mirar a mi niña!»
    «Si quieres, chilla,
    pero no llegarás muy alto, Ángela.
    Quiero tocarte.
    ¡Estate quieta!».
    «"Jesús nació en Belén", es una frase extraña.
    Jesús comía chocolate Milka,
    pero Jesús nunca nació.
    Lo que la Biblia llama Jesús,
    es el deseo de los sabios,
    que no comprendían
    los cambios que las nuevas generaciones
    traían consigo.
    Jesús ha de nacer en todas las
    mujeres cuyo nombre sea Belén».
    «Pero Ayuso Muramasa está aquí».
    «La etimasia
    es el carrito de un bebé
    con una Virgen del Rocío
    colgando, como un sonajero».
    «Corríamos por Liberia, desnudos,
    y con corazones arrancados;
    así empuñábamos los kaláshnikovs
    contra asentamientos enemigos».
    «Estoy empalmado, Ángela:
    me calmo en tus glúteos,
    y en tus pechos pequeños».
    «I kill the flies that enter my room
    through the window,
    and feel the loneliness of this night
    as I head to sleep.
    But I know I'm not alone:
    the corpses of the insects lie there,
    attached to the walls
    by their own blood,

    and this makes me so happy...
    Yes, the bodies that are decomposing
    before me;

    they're mine.
    As my hand ravaged their insides,
    I felt their ecstatic voices,
    claiming their flesh
    as my very utmost possession:
    "God, I am grateful to you.

    As your benevolent
    hand brought us death, we became one with Heaven".
    I am a person, I am a fly.
    I am everything I decide to put an end to.
    For so,
    I was chosen by Ayuso Muramasa».

    Ayuso Muramasa rio.
    Todo el Universo
    estalló en una carcajada
    estridente.
    El Universo ya no es lo mismo que antes,
    pensé.
    Ahora, todos los gilipollas,
    son yo.
    Ahora,
    todos
    hablan alto
    pero nadie se
    interrumpe,
    porque
    esta insidiosa armonía
    nos ha transformado
    en Ayuso Muramasa.
    Aun así,
    sé que hemos alcanzado
    la iluminación.
    ¿Eh, Javier?
    ¿Recuerdas las subnormalidades
    que dijiste en clase?
    «Una bestia sin cabeza, caótica: eso es el Universo que habla mediante números.
    "La matemática
    es el lenguaje
    de la materia
    en movimiento".
    "La voz desordenada
    del ser humano surge
    durante la Prehistoria".

    Llevamos Eones sin entendernos porque nunca hemos vibrado en el seno del Cosmos».
    Ahora nos entendemos,
    Javier.
    Y hemos recurrido
    a Dios antes que a los números.
    «¿Y qué tenemos ahora,
    cuando todos nuestros símbolos
    son solo grises disímbolos
    contra culturas cromáticas?».
    Ya no existen más
    culturas
    que la humana.
    No hay guerras, no sentimos el
    odio, no sentimos el resentimiento…
    Porque todos somos uno.
    Eras un imbécil,
    y has quedado retratado
    como un imbécil.
    Yo nunca me equivoqué:
    sabía que el que se equivocaba,
    eras tú.
    «Hablaba de que me la chuparas;
    acerca de tu día escolar...».

    II

    La Tierra suda, y huele a horrible gas
    en fruto untado, y en ético estómago embutido;
    palomas caen, mientras Arcángeles enfermos
    asolan Cielos blancos, como signos
    del Fin de un Mundo que abre sus rojos intestinos.
    Estoy perdiendo la razón
    de este Universo que se desborda;
    rememoro el ayer vivido,
    acudiendo a muchas Mnemósines,
    furiosas por la enfermedad:
    el día brillaba, atrapado
    en el confín del horizonte,
    pero nada tuvo sentido...
    «Pero tú solo aullaste:
    "¡Por favor, detente,
    no puedo respirar!
    ¡Te juro que no hablaré!".
    Yo te supliqué, te amenacé,
    grabé vídeos mientras lo hacíamos...».
    El Universo ha desaparecido.
    El teólogo está por encima de Dios:
    piensa en él, y se transforma
    en un objeto en su mente.
    Dios no es más que una alucinación colectiva.
    ¿Por qué pienso esto, si he muerto?
    Es porque no estoy muerta.
    Nadie ha muerto.
    Solo Dios ha muerto.
    Dios ha muerto.
    Ayuso Muramasa...
    Ayuso Muramasa
    A y u s o M u r a m a s a
    A y u s o M u r a m a s a

    «Ahora eres mía, Ángela; solo mía...».
    Me cago en mis muertos porque
    en tus ataúdes no cabe más mierda,
    Ayuso Muramasa
    Me cago en todo lo que escribes
    y en lo que aún no te ha dado tiempo
    a escribir,
    Ayuso Muramasa
    Me cago en todo lo que dices
    y en lo que aún no te ha dado tiempo
    a decir,
    Ayuso Muramasa
    Mereces todos los cánceres
    que matan a personas inocentes cada año;
    mereces sentir todo el dolor que ha sufrido
    la humanidad a lo largo de su historia;
    mereces la muerte allá donde vayas,
    allá donde estés.
    ¿Y yo? ¿Y yo qué cojones merezco?
    Merezco poder verte morir sobre
    la camilla de un hospital;
    merezco poder escupir sobre tu tumba
    y garabatear obscenidades en tu epitafio;
    merezco poder desenterrar tu cadáver
    y colgarlo de la fachada de mi edificio...
    Sí...
    Tan solo necesito rezar,
    rezar todos los días
    hasta que Dios
    escuche mis plegarias,
    y decida
    matarte de una vez por todas,
    Ayuso Muramasa
    ¿Pero quién es Ayuso Muramasa?
    Ayu... ¿Ayu Ayu?
    Ayu so...
    Ayu ¡Sososososososososo!
    Mura
    Murama
    sa.
    Murama
    ¡Sasasasasasasasasasasasasasasasa!

    Ayuso Muramasa,
    ¿es Dios?
    Pero los doctores
    de las batas blancas
    no habían sentido su éxtasis.
    No conocen el amor de Ayuso Muramasa.
    Es triste.
    Pobres desgraciados...
    Están mintiéndome.
    Sí. Me están mintiendo.
    Me están mintiendo.
    Me están mintiendo.
    Me están mintiendo.
    (La sangre brota
    desde el corte rosado.
    Fuente bermeja).
    «Eyaculo eso
    porque pinché mi coño
    con un cuchillo».
    «¿Por qué lo hiciste?».
    «No lo sé, la verdad.
    Se me fue la olla».
    (Esquizofrénica
    y sadomasoquista:
    un regalito).
    —¿Lo escribió ayer?—
    —Pues no tengo ni idea.
    A mí me dieron
    una hoja de cuaderno
    arrancada, ya está—.
    —¿Qué te parece?—.
    —¿Qué me parece el qué?—.
    —¡La chavala esa!—.
    —Está mal de ahí arriba
    y escribe cosas raras...—.
    (Feto abortado
    en un contenedor:
    materia orgánica).
    —¿Qué es lo que tiene?—.
    —Padece esquizofrenia
    sin medicar—.
    «¿Está seguro?».
    «Su hija es esquizofrénico,
    de eso no hay duda.
    Podríais internarla
    en un centro psiquiátrico,
    pero algo así
    frenaría su vida,
    en mi opinión.
    Tendríais que
    hablar con psicólogo.
    Os paso un número...».
    —Jaime, ¿estás bien?—.
    —Perdón, se me ha ido un poco—.
    —Te preguntaba
    si querías venir
    a cenar hoy, a las nueve—.
    —Sí, por supuesto—.

    Sé que Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.
    Ayuso Muramasa es real.

    «En Israel,
    préstamos despiadados.
    Lloran mis tíos.
    Usura y estigma;
    usura y ejecuciones.
    En Israel,
    el banquero sin ojos
    saluda a los que entran,
    con la mirada
    más cálida que puede
    lanzar un hombre muerto.
    «Buen haiku, Mel».
    «Muchas gracias, Vikernes».
    "Is Mel Gibson against jews?
    Let's find out!"
    «¿Eres antisemita?».
    «Sí».
    «¡Yo también!».
    «Ajá».
    «...»
    «Me voy».
    «¡Yo también!».
    «No. Tú no te vas.»
    ¡PUM!
    La sangre brota
    desde la frente de Varg.
    Mel baila zumba.
    El público baila zumba.
    El cadáver de Varg
    no baila zumba porque está en Francia,
    y Mel está en los Juicios de Núremberg,
    quitando la soga para que nadie pueda acabar ahorcado.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    Esto no es real, Ayuso Muramasa.
    (Forzar apagado)».

    «¿Por qué lloras, Ángela?
    ¿No quieres que tus padres
    sepan sobre lo nuestro?».
    Esa escena.
    Fue una alucinación.
    Creí que Ayuso Muramasa
    era falso
    por la influencia
    de los santos de blancas batas.
    Pero son santos.
    Santos porque sus palabras ya
    carecen de relevancia en el mundo actual.

    Ellos ni siquiera son doctores.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.
    No lo son.

    Son reptiles tratando
    de empezar el MK-Ultra
    en España.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.
    Lo sé.

    Ayuso Muramasa lo sabe, también.
    ¡Ayúdame, Ayuso!
    Quiero asesinar a alguien.
    Da igual quién.
    Solo necesito una iniciativa.
    Así que dime...
    Háblame de alguien
    a quien odies:
    de tus acosadores
    del colegio,
    de aquel cabrón
    que te violó estando
    de fiesta,
    de la mujer que te
    abandonó
    por otro.
    Da igual quién.
    Solo dame razones para
    matar a alguien
    que se lo merezca.
    «Ángela, tú eres yo.
    Yo soy tú.
    Tan solo mata
    a quién creas
    que debe morir».

    Los santos de las batas.
    Los santos de las batas van
    a morir.
    Son un peligro para la sociedad.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.
    Lo son.

    (Cielo cubierto,
    reflejado en el filo
    de la ventana.
    La lluvia torrencial...
    ¡diluyendo la sangre!).
    (Guantes de látex:
    las tripas de una puta
    que he asesinado).
    (Fría mañana.
    El cadáver de un perro
    sobre el asfalto).

    «¡Elegante módulo!
    ¡Piensa en ti, a través de neuronas eléctricas!».
    Mi cerebro
    habla a mi cuerpo
    mientras
    corro
    por pasillos
    idénticos.

    «¡Elegante módulo!
    ¡Piensa en ti, a través de neuronas eléctricas!».
    Ayuso Muramasa,
    quiero ser Pi...
    No.
    Voy a ser Pi.
    Voy a ser Pi, Ángela, Ayuso Muramasa, todo y nada.
    «Vamos de paseo.
    Pi...
    Pi.
    ¡Pi!».
    Pero Pi no frenó.
    Pi
    perdió su trabajo
    por matar a esos
    niños que salían
    de
    un colegio de EP.
    Pi
    no tiene cerebro:
    por eso fue a un
    psiquiátrico
    donde le meten
    Alprazolam
    por vía intravenosa.
    Pi se ha muerto.
    Pi es feliz.
    Cambia el mundo:
    suicídate como Pi.

    «Índice, masturba su miembro negro,
    ¡con firmeza!».
    «Percuto la extremidad curvilínea...
    ¡Oh, Pistola!
    Expectoras
    la independencia momentánea
    entre materia y médula: ¡despierto!»
    Nona urdió mi olvido,
    Décima, mi abismo,
    y Morta arrancó
    mi hilo, que emanaba
    descargas de vida.
    Un estallido albo cubrió mi pantalla,
    para introducirse en la noche azabache.
    Ayuso Muramasa
    ha
    muerto.
    Pero
    hay que rezar
    para que su viaje
    al más allá
    sea feliz.
    Hacedlo.
    Todos están rezando.
    «Cargad; cargad oraciones
    hacia el festejo escarlata,
    en la ostentosa fragata
    que mi contingencia ampara.
    Meceos con emociones,
    mostrando al trance la oblata,
    cubriéndolo de oro y plata
    frente al fin que Dios depara.
    ¿Mas importa la corona,
    de este barco pesantez,
    que al ver del Diablo la tez,
    quiebra, hundiéndose en el río?
    Mi hombre su infancia sazona,
    pues es carne la niñez,
    y espíritu la vejez
    que erra en el Infierno frío».

    «Entonces, solo ámame
    como nunca has amado
    a nadie...
    Sí... Tan solo ámame
    como nunca has amado a nadie».
    Solo he llegado al
    infierno.
    Luz...
    ¡Veo la Luz!
    ¡El blanco me abruma,
    porque saca a relucir
    toda mi suciedad!
    BLANCO
    BLANCO
    BLANCO
    El mundo es blanco

    Estoy cegado.
    La luz me ciega.
    Siempre lo ha hecho.
    La luz me ciega.
    Siempre lo ha hecho.
    El mundo es blanco

    Estoy cansado.
    El mundo es blanco
    y yo soy negro
    pero me está limpiando
    Tengo que despertar
    El mundo es blanco
    y todo está oscuro
    pero las manchas blancas
    disipan el Todo.
    Negativo
    Todo es negativo
    Negativo...
    Tengo que dormir
    Tengo que despertar
    Tengo que dormir
    Tengo que despertar
    Despertar...
    D E S P E R T A R
    D E S P E R T A R
    D E S P E R T A R
    adiós

    Tras un sueño intranquilo,
    ella se despertó
    convertida en un monstruoso animal.
    Estaba echada de espaldas
    sobre un duro colchón
    y, al alzar la cabeza,
    no alcanzaba a ver más que sus propios brazos.
    Pasos.
    «¿Qué ha ocurrido?».
    Voces.
    «¿Quiénes son?».
    Risas.
    «¿Qué van a hacer conmigo?».
    El telefonillo.
    «¡¿Quién viene?!».
    Pasos.
    «¡Tengo miedo!».
    Voces.
    «¡¿Qué dicen?!»
    Risas.
    «¡No, por favor!».
    Un pomo girando aparatosamente.
    «¿Voy a morir?».
    El crujido de una puerta.
    Luz.
    La perversión de la luz como símbolo de Dios.
    Hombres.
    «¡Por favor, no!».
    Voces.
    Risas.
    El crujido de una puerta.
    Oscuridad.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    La secuencia de ruido blanco.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    El animal imita a una persona.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Gritos. Llantos. Súplicas.
    Más, y más figuras, aparecen tras la puerta,
    buscando domesticar a la horrible criatura
    .

    Me masturbo.
    Ellos follan.
    Espero mi turno.
    ¿Qué voy a cenar hoy?
    Mañana trabajo.
    Llega mi turno; lo indica Javier con un gesto.
    Follo.
    Tapo su boca. Callada, siento que me ama.
    Sus lágrimas parecen de alegría.
    Empatizo.
    Si una mujer me hiciera lo mismo...
    Sería feliz, sí.
    ¿Por qué no iba a serlo ella?
    Las actrices porno también gritan, y no sufren.
    Sigo escuchando sus gritos, reverberando contra la tela del trapo.
    Pero sé que son orgasmos.
    Ni siquiera sé si me gusta físicamente.
    No puedo ver su rostro.
    Me da igual. No necesito hacerlo para metérsela.
    Todos estamos dándole placer al animal.
    Mis amigos.
    Desconocidos.
    Mi hermano.
    Me corro.
    Empiezo a vestirme.
    Preguntan por qué me voy.
    Les contesto con sinceridad:
    «He venido a follar. Ya me he corrido».
    Me responden.
    Son imbéciles. ¿Follármela otra vez?
    «Mañana tengo trabajo. A lo mejor otro día».
    Me han entendido y me han dejado ir.
    Miro al bloque con nostalgia.
    Pienso en su cuerpo enjuto.
    Me tendría que haber quedado,
    pero ya es demasiado tarde.
    Otro día, mejor.
    Ya en casa, mi novia tiene la cena lista.
    Comemos, vemos la televisión, follamos.
    Pero nada es lo mismo.
    No grita como ella.
    No me suplica que pare.
    No tengo que hacer que cierre la boca.
    Es demasiado fácil.
    Le pido que sea como ellas; como las actrices porno
    que fingen ser violadas.
    Entonces sí; ahora siento que soy el que manda sobre su cuerpo.
    Pero no voy a saco,
    porque sé que las personas sufren más que los animales.
    A la mañana siguiente, un compañero de trabajo
    habla de los pisos donde prostituyen a las mujeres.
    Finjo que me escandaliza, pero eso solo logra
    que se me ponga dura, pensando
    en ella.
    Ni siquiera sé cómo se llama.
    Pero no importa.
    Las mujeres como ella
    podrían prescindir de sus cabezas,
    de sus brazos,
    de sus manos,
    de sus piernas,
    y de sus pies.
    En la oscuridad de esa habitación
    solo noté su vagina mojada.
    No sé si de sangre o de fluido vaginal.
    Me da igual. Sirvió como lubricante.
    Quiero volverla a ver.
    Hacer que se enamore de mí.
    Convertirme en su amante...
    Porque solo puedo pensar en ella.
    Tras un sueño intranquilo,
    ella se despertó
    convertida en un monstruoso animal.
    Estaba echada de espaldas
    sobre un duro colchón
    y, al alzar la cabeza,
    no alcanzaba a ver más que sus propios brazos.
    «¿Por qué no habré muerto?».
    Mordió su labio inferior,
    pero no sangró.
    Los hombres abrieron la puerta, otra vez.
    Sin mediar palabra,
    se desvistieron y pasaron la noche.
    «¿Qué es real y qué no lo es?»,
    se preguntó,
    anhelando
    que la situación por la que
    estaba pasando ahora
    fuera la pesadilla.
    «Pero todo es más simple.
    Esto... Esto es el Infierno.
    El sueño,
    fue el viaje hasta este lugar».

    El Infierno se parece a la vida real,
    pero a mí nunca me han
    violado desconocidos.
    Quiero morirme.
    Quiero soñar de nuevo.
    Cierro los ojos,
    pero no descanso.
    Soy incapaz de moverme.
    Tampoco de dormir.
    Tan solo
    soy un gusano
    al que humillan
    eternamente.
    Eternamente…

    III

    adiós
    totsiens, lamtumirë, auf, wiedersehen, goodbye, agur, да пабачэння,
    বিদায়, сбогом, adéu, goodbye, doviđenja, farvel, adiaŭ, hüvasti, paalam na, näkemiin,
    au revoir, adeus, αντίο, להתראות, अलविदा, vaarwel, selamat tinggal, slán, addio, さようなら,
    vale, ardievas, sudie, збогум, selamat tinggal, do widzenia, la revedere, до свидания,
    збогом, adjö, kwaheri, ลา, güle güle, до побачення, tạm biệt, 再見, 再见, 안녕

    es el momento de decirle
    adiós
    al mundo
    le digo adiós al mundo
    usando la
    voz del mundo
    soy
    la voz
    del mundo
    pero mi hija
    también
    es la voz
    del mundo
    yo amo
    a mi hija
    es ella quién me odia
    mi hija es una mala persona
    desagradecida
    yo soy yo ángela o Ayuso Muramasa
    me da igual
    todo esto no sirve para nada
    yo soy yo y
    el mundo es yo
    y tú eres yo
    y la historia es yo
    todo lo que veo
    es yo.
    lo que no veo
    y no puedo decir
    es ellos
    ellos son yo
    solo que aún no sé qué son yo
    pero cuándo lo sé
    me vuelvo más grande
    porque soy
    la esfera sin forma
    que modelo
    a través de mis cinco sentidos

    me violan
    porque en el fondo trato a mi hija
    con el deber de la divinidad
    amor al prójimo
    yo quiero que mi hija
    me viole
    ella también lo desea
    pero ha de aprender a satisfacer a su padre
    para saber cómo meterla
    su madre era una puta
    una puta a la que yo amé
    por eso sé que mi hija
    heredó la genética de la lascivia
    me tienta con su falsa inocencia
    con sus tácitas invitaciones a metérsela hasta el fondo
    ella dice que le duele pero lo que le duele
    es no poder ser yo para follarse a sí misma
    lo sé porque un deseo que todos tenemos
    es el de hacernos el amor a nosotros mismos
    me odio a mí mismo

    pero lo que te repugna también
    es algo con lo que puedes tener sexo
    por eso hay quienes follan con mujeres frígidas
    porque lo que inherentemente es repugnante
    para la humanidad tiene un uso
    el uso que yo le quiera dar
    Ayuso Muramasa me ha concedido el poder
    de violar
    de humillar
    de ser poderoso

    quiero violentar a mi hija
    pero está muerta
    y los cadáveres
    no oponen resistencia
    no lloran y no gritan
    solo asienten mientras sus larvas
    juegan con la carne podrida
    soy Ayuso Muramasa
    soy todo
    soy todo
    soy todo
    la sociedad y sus valores la moral están ahí
    para que yo esté por encima
    y me admiran
    esos niños agreden
    a chicas grupalmente porque quieren ser cómo yo
    quieren sentir la felicidad y la sociedad los castiga
    por tratar a los animales
    como animales entonces
    ¿por qué los animales pueden matar follar violar jugar
    con otros animales
    sin preguntarles si quieren hacerlo?
    ¿por qué pueden?
    los científicos dicen que las personas son animales
    lo somos entonces el raciocinio ha de usarse para justificar
    el por qué podemos violar matar y torturar la naturaleza
    lo permite así que está bien
    esos hombres defienden la naturaleza
    yo defiendo la naturaleza
    siendo el animal
    soy un animal
    pero no un monstruo

    los monstruos no existen son invenciones de esos hombres
    impotentes que no pueden castigar a los esclavos
    con su lujuria
    entonces se unen a los imbéciles
    y defienden las reglas que han inventado
    pero la naturaleza es así
    así
    así así
    así así

    voy a matarte
    voy a torturarte antes
    a comerte
    a violarte
    eres mi hija
    eres mía
    yo soy tú
    tú eres yo
    tu madre es yo
    tu padre es yo

    mi padre era una extensión de yo
    mi madre era una extensión del yo de mi padre
    porque no quiero tener nada que ver con una zorra
    salí del culo de mi padre
    la vagina de mi madre está sucia
    los partos tendrían que ser
    por el ano de nuestros padres
    porque las madres
    las mujeres
    las niñas
    son impuras
    Ayuso Muramasa
    soy todo
    soy Ayuso Muramasa
    viva Ayuso Muramasa
    gloria a Ayuso Muramasa

    por qué voy al infierno
    es imposible imponerse el castigo que Ayuso Muramasa
    ha creado porque yo soy Ayuso Muramasa
    entonces merezco el paraíso
    el paraíso
    renazco junto a mi hija
    renazco junto a mi hija

    para violarla eternamente
    todo empezará de nuevo
    así el orden
    de mi mundo será
    natural
    y
    bello bello bello bello
    bello bello bello
    bello bello
    bello

    todo es bello
    mi pene está erecto
    y mi hija está sangrando por su vagina enjuta
    ha perdido la virginidad
    y se ha convertido en una mujer
    llora y lloro porque sé que llora de alegría
    han vuelto los días felices los días
    donde todos bailábamos en los
    jardines de la preexistencia
    junto a dios y a los arcángeles
    dios es grande
    yo soy dios
    mi pene es grande
    comparado con
    la pequeñez de mi hija
    todo está en orden
    soy feliz
    ella es feliz
    ellos están muertos
    adiós
    adiós
    adiós
    adiós
    adiós
    a d i ó s...
    hola
    hola
    hola
    mi hija sonríe
    sonríe
    adiós
    adiós

    ella juega conmigo
    mi hija y yo
    somos felices
    otra vez
    adiós tristeza
    adiós ira
    adiós melancolía
    adiós mundo que nadie quiere ver
    ¿para qué queremos un mundo
    que nadie quiere ver?
    yo quiero ver lo que quiero ver
    y lo que quiero ver es la felicidad
    soy feliz

    adiós
    adiós

    ¿de quién me despido?
    adiós
    la canción comienza pero
    la rebobino cuando va a romper
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo
    escúchala
    escúchala
    escúchala
    no puedo
    no puedo
    no puedo


    escúchala

    escúchala

    escúchala

    no puedo

    no puedo

    no puedo

    escúchala

    escúchala

    escúchala

    no puedo

    no puedo

    no puedo

    escúchala

    escúchala

    escúchala

    no puedo

    no puedo

    no puedo

    escúchala

    escúchala

    escúchala

    no puedo

    no puedo

    no puedo

    escúchala

    escúchala

    escúchala

    no puedo

    no puedo

    no puedo

    por favor...


    la música me lo pide
    la cantante está ansiosa porque
    su verso nunca llega a
    reproducirse
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer
    no lo va a hacer

    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga
    no quiero que lo haga

    rutina

    mi dedo
    marca la rutina
    de esta música
    me antepongo a los
    compositores porque no soporto
    que sus creaciones
    no estén bajo control
    ahora lo están
    me siento bien
    en este tiempo
    que se congela
    este bucle en el que
    domino las ideas de los
    dioses sin santidad
    solo yo soy dios
    cuando
    la canción rompe
    hay cambios
    todo cambia
    todo lo impuro cambia
    odio los cambios
    dios no cambia
    equilibrio blanco equilibrio
    soy negro pero armónico
    soy negro
    soy la bestia santa
    soy un mártir

    pero el mártir
    ha decidido cambiar las tornas
    e infringir las leyes santas
    hacer que sufran
    los romanos
    los nuevos romanos
    adiós
    te digo adiós pero tú no dices nada
    porque decirme adiós
    a mí mismo
    es absurdo
    yo quiero verme
    no quiero morir
    me da miedo

    pero quiero ver la muerte
    triunfando sobre este mundo
    porque así todos sufrirán tanto
    como yo
    adiós
    adiós
    adiós...

    estoy en el paraíso follando
    con mi hija repetida una y otra vez
    mi hija la puta
    mi hija la santa
    mi hija que ríe
    mi hija que llora
    mi hija de una relación adúltera
    mi hija legítima
    mi hija que me ama
    mi hija que me odia
    mi hija que asesina animales pequeños
    mi hija que da de comer a palomas en la plaza
    mi hija de la noche
    mi hija de la mañana
    mi hija que consiente
    mi hija que grita
    mi hija suicida

    mi hija loca
    mi hija cuerda
    mi hija alegre
    mi hija que habla
    mi hija que calla
    mi hija que acepta su destino
    mi hija que llama a la policía
    mi hija que soy yo
    mi hija que no es yo
    ¿mi hija soy yo?
    mi hija es yo repetido y débil

    domino a mí mismo
    me domino me violo me humillo
    yo no tengo hija
    yo soy la hija
    la hija es yo con miedo
    ¿miedo a qué?
    miedo al dolor pero yo disfruto haciéndome esto

    disfruto mi hija disfruta
    esto es el edén
    deformado en una isla llena de serpientes
    lujuriosas
    y todas me han envenenado y todas han entrado en mi hija y en mí
    por eso estamos tan unidos porque ambos somos el uróboros
    la violación sempiterna
    mi hija me ama
    me ama
    yo me quiero a mí mismo
    por eso sé que soy mejor que esos imbéciles


    todo está en orden
    adiós
    adiós
    no soy la hija
    soy el padre
    ejerzo mi fuerza
    adiós
    adiós
    adiós...
    Adiós tristeza
    Adiós melancolía
    mi hija ha muerto yo he muerto pero todo está empezando de nuevo
    todo incluso lo que
    nunca he visto
    todo
    está
    volviendo
    a su sitio

    ha empezado de nuevo
    en los anales de la humanidad las páginas de la historia
    se entrelazan con Ayuso Muramasa ella y yo
    estamos en el espacio del demiurgo
    en la crisálida porque aún no he nacido
    pero estoy con ellos y me conocen
    desde que nacen
    el resplandor de una civilización avanzada se alza majestuosa
    los faraones gobiernan con mano firme mientras la esfinge contempla
    egipto sin arena
    los dinosaurios se postran ante la pirámide del mundo
    rezando al unísono un mantra ensordecedor
    sé que me están adorando porque escucho mi nombre
    reverberando a través del pangea
    no caen meteoritos sino mi bendición que
    alimenta la fe de los monstruos
    saben que han cumplido con su propósito
    y aceptan felices mi amor
    su muerte
    la primera cruzada
    los musulmanes sufren pero sonríen porque saben que
    Ayuso Muramasa es el dios de ellos y de los blancos soldados
    son negros
    son negros
    son negros

    mueren por el bien común y no oponen resistencia
    quiero estar ahí pero dios no ha de revelarse ante la humanidad
    porque se acaba
    degradando al nivel de la carne
    hitler invade polonia
    quiero ser un avión
    pero ya estoy volando
    lo que quiero no es volar sino matar
    puedo matar
    pero no puedo aparecer en la vida
    las manifestaciones divinas son contradictorias
    newton inventó la gravedad y derribó los continentes flotantes
    newton derribó sodoma y gomorra del cielo
    cuando hizo que cayeran a la superficie
    newton es mi amigo pero no aparezco
    ante él
    jesús no nace porque jesús nunca nació
    veo a los romanos crucificando a una figura incorpórea
    los romanos
    todos padecen
    de esquizofrenia

    están locos el mundo está enfermo el único
    dios
    profeta
    mártir
    santo

    soy yo
    porque esta humanidad es mía
    todos mienten
    mi hija yo y Ayuso Muramasa
    dormimos
    pero nuestros ojos lo ven todo
    la humanidad me da igual
    me cansé de ella
    quiero ir a lo que importa
    lo que importa
    yo ella tú
    mi padre mi madre
    yo mi hija
    mi mundo y no esto
    esto no es mi mundo porque
    nunca lo vi
    y los libros de historia

    los escriben los enemigos
    el mundo que no veo no existe
    y está en mi contra
    binario
    o están conmigo o están enfrentados a dios
    binario
    binario
    binario

    quiero ir a mi mundo
    quiero ir a mi mundo
    quiero ir a mi mundo
    llévame
    llévame
    llévame
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos
    vamos…

    La luz ámbar iluminaba la pequeña
    estancia donde, sobre un mueble
    de madera, una televisión CRT
    emitía imágenes del telediario:
    los reporteros informaban sobre un
    acontecimiento relevante,
    pero no atisbé a comprender ninguna palabra;
    «es normal», pienso desde la crisálida,
    «pues era solo un bebé en ese momento».
    Sintiendo el calor de los muslos de mi madre,
    sobre su regazo,
    miré a mi padre, sentado al otro lado;
    sus ojos, fijos en el brillo de la pantalla, parecían cansados.
    No sé por qué.
    El tenue azul, uniéndose con el sepia
    de la bombilla que cuelga del techo, precariamente,
    se convirtió en la más temprana representación
    del cielo y Dios.
    Todo es conocido y, al mismo tiempo, místico.
    Mi primer recuerdo,
    o el inicio de mi consciencia a través de una
    escena estática
    que, probablemente, ha cambiado
    desde la primera vez
    que la remembré.
    Otro piso.
    Mi padre me quiso bañar,
    pero me resistí entre llantos
    y gritos desgarradores.
    Ante nosotros,
    una cortina que servía como protección de
    miradas indiscretas,
    estaba decorada con delfines, impresos en vinilo.
    La visión de estos animales me aterraba;
    aún sigo sin saber el motivo.
    Pero no creo que fuera relevante:
    muchos de nuestros miedos
    no tienen por qué tener una
    explicación lógica.
    Solo sé que, cada vez que mis padres
    tenían que bañarme,
    el piso se convertía en un teatro
    donde representábamos
    una tragicomedia histriónica.

    Estaba jugando al balompié en el colegio.
    Los pinos,
    plantados a lo largo y ancho del patio
    como mudos guardianes del hombre,
    arrojaban imponentes sombras
    sobre el mediodía.
    Un niño recibió un balonazo en el pecho;
    acto seguido, se echó a llorar.
    Todos nos acercamos
    formando un círculo inquisitivo,
    y una compañera
    se río de él,
    pues en Oliver y Benji,
    los niños no lloraban.
    Y él estaba sollozando,
    como una mujer.
    En ese colegio aprendí a insultar
    y lo que era un corte de manga.
    Por eso llamé «gilipuertas»
    a la profesora de matemáticas;
    porque aprendí a hacerlo y quería
    hacer que se callara.
    ¿Cuántas veces fui al despacho del director?
    Aún recuerdo su bigote que,
    conforme he ido creciendo,
    he ido asociando con el franquismo
    y la vejez prematura.
    Me echaron, tras quebrantar
    las normas
    una, y otra, y otra vez.
    Era de esperar.

    En el siguiente colegio al que fui,
    solo durante una semana,
    le partí la cara a un niño:
    no me dejó jugar con su consola portátil,
    y esa acción conllevó otra mudanza sapiencial.
    Si ellos no me prestaban su conocimiento,
    lo haría otra escuela.
    De eso estaban seguros mis padres.
    Entré a otro
    centro educativo,
    donde logré, en cierta medida,
    mantener la compostura.
    Pero siempre he pensado que esta
    estancia ha estado hundida
    en una espesa neblina.
    Recuerdo que era feliz, pero mis padres
    me dijeron que nunca lo fui.
    Ellos, durante mi infancia, siempre
    me recordaron enfadada y triste.
    No sé si lo dicen para convertir
    parte de una memoria, que
    se recuerda a sí misma alegre, en
    una miasma depresiva,
    o porque era tal y como ellos
    recuerdan.

    Aunque bien es cierto que
    nunca fui buena con los animales:
    recuerdo cómo maltrataba
    a mis perros, gritándoles cuando
    se negaban a actuar como quería
    que actuaran.
    Quizás esta era la forma en la
    que me desahogaba de pequeña.
    Nadie
    me contó
    por qué
    eso
    estaba mal.

    Tuve que aprenderlo por mi cuenta.
    Por eso, a los diez años, reflexioné
    sobre cómo me había comportado hasta
    aquel entonces, y comencé a tratar
    bien a todos los animales del mundo.

    Entré en otro instituto, a uno
    en el que nunca quise matricularme.
    Mis padres me obligaron
    porque pensaron en verse a sí mismos
    reflejados en mí, y no en mis
    deseos.
    Lo sé.
    Lo sé.

    Durante los cuatro años que estuve en este lugar,
    me acosaron desde la posición
    de los amigos falsos: aquellos
    que enmascaran el desprecio de amistad,
    moldeando la psique de la
    presa fácil.
    Mis experiencias en este sitio
    hicieron que temiera a los
    desconocidos y, sobre todo, a los hombres.
    No quiero recordarlas.
    No quiero.

    que me marcaron,
    pero recordar
    el sufrimiento
    no sirve para nada.

    Nunca conté nada de esto a nadie,
    porque temía
    lo que podría acarrear hacerlo:
    soledad.
    Nunca quise estar sola.
    ¿Quién quiere, acaso, estar solo?
    El hombre solitario no es un hombre,

    sino un cangrejo ermitaño.
    El hombre cangrejo abandona los rasgos sociales de su especie.


    Cambié de instituto otra vez,
    bajo el pretexto de mi poca inteligencia
    matemática.
    El ser inepta en cuanto a cálculos
    y fórmulas fue
    una suerte extraña:
    suerte a nivel personal,
    y desgracia en cuanto a nivel académico.
    Pero daba igual.
    En el otro instituto hice
    dos amigos, y empecé a salir.
    Lo que, ante un chiquillo
    se presenta como un proceso natural,
    se presentó ante mí como un
    hito inconmensurable.
    El acoso no se detuvo, a pesar
    del avance en
    la escala social oculta.
    Siempre era lo mismo; las mismas palabras
    repetidas en bocas de entornos
    diferentes: «loca».
    Pero no estaba loca.
    Nunca lo estuve.
    Es imposible estar loco si uno percibe
    la locura de los demás.
    Ellos no lo hacían.
    Yo era la loca, y ellos, los cuerdos.
    Pero sus acciones, en sí mismas,
    eran irracionales.
    La música que escuchaban,
    lo que veían en la televisión
    o en sus teléfonos móviles,
    de lo que hablaban...

    Todo era tan vacuo
    y estúpido que me daba a entender
    que el estado normal
    de ellos, era la locura inconsciente.
    Y, tristemente, colectiva.
    Pero la loca era yo; siempre yo.
    A veces me sentía superior al
    ser humano,
    A y u s o M u r a m a s a
    y en otras ocasiones,
    un gusano al que pisaban
    indiscriminadamente.
    Sufrí mucho durante los dos años
    que duró el bachillerato.
    Tanto, que hasta mi sufrimiento
    tornaba risible.
    Sufría por gilipolleces.
    Sabía que no era
    la figura del mártir moderno,
    pues había personas que pasaban por
    tribulaciones dantescas y dramas
    de Tolstói.

    Entonces, algo cambió.
    .
    Algo cambió durante aquella clase
    de psicología.
    La profesora habló sobre cómo
    algunas personas, que pasan
    por momentos difíciles,
    acaban olvidando gran parte de sus
    recuerdos relacionados con
    esas situaciones.
    Pensé que mi padre me había violado,
    porque odiaba a mi padre
    y sabía que era un adicto a la pornografía
    y un putero.
    Había leído sus diarios y
    espiado su ordenador,
    sorprendiéndome al principio,
    hasta llegar a la indiferencia.
    La escena de él abusando de mí no parecía descabellada.
    Si estaba sufriendo tanto por
    meras miradas despectivas
    y una palabra que ha perdido su significado,
    tenía que ser por otra cosa,
    oculta en
    mi memoria.

    Todos los días pensaba en mi padre y en lo que hizo,
    imaginando vívidas situaciones para
    estar conectada al
    pasado que estaba creando.
    Pero en el fondo sabía que mi padre
    no me había violado.
    Él nunca haría eso.
    Él prefiere abusar psicológicamente
    de mí y de mi madre,
    porque sabe cómo ocultar
    su malicia
    y lograr que la unidad
    familiar se mantenga de cara a la sociedad.

    La imagen que tengo de mi padre
    se distorsiona cuando pienso en él,
    pero, en el fondo, sé que él
    es un narcisista encubierto
    y no un psicópata.
    Ojalá fuera un psicópata,
    porque así todo habría
    sido más fácil.

    Lo que más me jodía
    es que cada vez que me violaba
    yo me veía reflejada en él:
    yo era yo y, al mismo tiempo,
    mi padre.

    Me tenía que duchar siempre que
    que tenía estas fantasías,
    porque sentía que estaba
    sucia.
    Es asqueroso.
    Asqueroso y bello a partes iguales.

    Mi madre lo sabía todo:
    el porno,
    los diarios, las prostitutas,
    las fantasías de poder,

    y, aun así, decidió quedarse con él
    porque no tenía dónde caerse
    muerta.
    Mi madre no fue buena.
    Pero sé que su negligencia
    vino de la sobrecarga laboral:
    ella, sola frente a una casa,
    donde el hombre
    mantenía los roles de género
    inquebrantables.
    Cuidar de la casa
    Cuidar de la niña
    Cuidar del marido
    Salir y emborracharse para alcanzar la efímera felicidad:

    le raison d'être.

    Me gustaría haber
    hablado más con mi familia,
    pero nunca pude.
    Nunca les hablé de mis inquietudes y miedos.
    Nunca les hablé del acoso escolar.
    De mis delirios.
    De Ayuso Muramasa.
    Del mundo que odiaba...
    Pero el mundo que odiaba estaba
    tanto afuera como en el hogar.
    Por lo menos, sabía que afuera,
    aún existían lugares donde apenas había gente.
    Y ahí pasaba las tardes sepia.
    Bebiendo
    y refugiándome en la música.
    Sabía que esto iba a durar poco.
    Un día, olvidé mi nombre y salí corriendo, desorientada.
    Fue el primer ataque de muchos.
    Pero en el hospital me cuidaban mejor,
    hasta que comencé a sentir
    que mi vida no tenía sentido;
    era un número entre una lista de pacientes
    casi anónimos.
    Me cansé de una vida de
    blancas paredes,
    blancas batas,
    blancas pastillas,
    blanca mente,
    blanca cama,
    blancas pantallas...

    Dejé la medicina para siempre.
    Así,
    mi conciencia se desvaneció
    entre la niebla cerebral,
    que abandonó su juventud
    para hundirse en la carne amarga...

    Sí.
    Despierto.
    Despierto.
    Despertar.
    Adiós.
    A d i ó s
    A d i ó s


    Me despierto.
    Hay una caja, llena de pastillas
    y una nota garabateada
    en un papel arrancado:
    «¿Lo recuerdas?».
    Miro el reloj
    colgado en la pared:
    no tiene manecillas,
    cosa que me desconcierta sobremanera.
    Pienso en la nota.
    No recuerdo muy bien qué pasó ayer,
    por la noche;
    me llegan imágenes dispersas:
    gritos,
    la luz azul de una ambulancia
    y de una patrulla policial...

    La televisión está encendida,
    adornando el silencio con
    su profundo ronroneo
    estático.
    Frente a ella,
    pasa el tiempo.
    Tiempo incalculable.
    No sé si estoy soñando o despierta.
    No lo sé…
    Escucho como, fuera de la habitación,
    los niños juegan, risueños.
    Quiero jugar con ellos.
    Pero no puedo.
    No puedo.
    No puedo.
    No lo sé...

    Miro, otra vez, la caja de pastillas y, de un manotazo brusco,
    la tiro al suelo.
    Nada más tocarlo, desaparece
    y vuelve a colocarse en la mesa.
    No me asombro.
    Porque sé que este sueño se está
    acabando y, para despertarme, tendré
    que tomarme todos los medicamentos.
    Alprazolam.
    Clorazepato.
    Escitalopram.
    Risperdal.

    Curas esparcidas en cápsulas que puedo
    utilizar para tirar la toalla.
    No lo quiero hacer.
    Si dejo de soñar,
    no podré estar con los niños
    que juegan.
    No lo sé,
    pero
    Quiero jugar.
    Quiero jugar.
    Quiero jugar.

    Quiero jugar.

    Me tumbo en la cama y cierro los ojos.
    No me importa estar aquí.
    La cama es cómoda
    y la voz de los chiquillos
    es dulce.
    Dulce y amarga.
    Pero dulce, después de todo.
    Dulce eternidad.
    Amarga eternidad.
    Duermo.
    Duermo.
    Dormir.
    Hola.
    H o l a.
    H o l a...


    Rubíes del ocaso los pigmentos
    con ágata turquesa entrelazados;
    diamantes de la insania, acurrucados
    en de este lino azabache cimientos;
    nuestra gris madre revela, amparados
    por Dios y el Mundo, hermosos sentimientos.
    Eterna… eterna Noche, eterna Luna.
    Forever and ever, embracing the fragments
    that downpour into my wings:
    I know they still can't fly,
    but, someday, they will
    realize the feeling of
    cutting through
    the wind…

    Faint Eternity.
    My cries for Heaven turning
    asunder through time.
    Their laughs dance around the World
    as strange languages:
    indecipherable joy
    sickens our minds with sorrow.
    It is disguised delight, or pent-up anger
    against the gleeful masses?
    Does it really matter?
    Contortionist mouths
    still play, unnoticed, failing
    smiles that hide deep-seated scorn;
    a game which lasts a lifetime.
    But, after all,
    no one ever wins,
    and no one really loses,
    except the deceased:
    under the sun they decay,
    amid natural justness.


    «El vídeo que ayer viral tornado ha viste?
    En él, por Satanás horrible llanto, expuesto
    durante tres semanas hace, día enluto,
    que a un centro de salud dejó asustado y triste;
    así, dijeron: "de una chica suyo es chiste,
    por largos lloros y odio eterno bien compuesto",
    mas gracia nunca tuvo el drama, ni el tributo.
    Claveles cuelgan dos, de extraña puerta aquella...
    Su padre y madre gimen ante frágil fruto:
    mujer sin vida en muerte lenta pero bella».


    «Lo vi... y sus llantos
    muestran el privilegio
    de los que mueren,
    aceptando su sino.
    Quiero vivir,
    y acabar bajo tierra
    sin arrepentimientos».


    El mundo sigue,
    rotando su pesado
    cuerpo ante el Sol,
    pero ahora solo quiero
    volver atrás
    para jugar
    al balompié con ellos...
    Jugar eternamente.
    Llorar eternamente.
    Reír eternamente.
    Vivir eternamente.
    Eternidad
    .
    Dulce eternidad.
    Amarga eternidad.

    Todo empezará
    y terminará
    cuando tome
    las pastillas
    que me mataron
    y, una vez más,
    me matarán.
    Adiós.
    A d i ó s
    A d i ó s









     
    #1
    Última modificación: 4 de Agosto de 2023
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  2. Luis Libra

    Luis Libra Atención: poeta en obras

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    1 de Febrero de 2021
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    La verdad no sabría definir tu estilo o género poético (¿poesía alternativa, experimental, psicodélica, surrealista, "neogótica", una combinación de varias...?)
    No es que no me parezca interesante (que me lo parece), y aunque no encaja demasiado en mis gustos (no creo que tu intención sea "sumar" muchos admiradores) la respeto y me parece original. Aunque exista realismo y lenguaje coloquial en esta obra, el criterio que utilizo para mantener o no los trabajos publicados es una valoración (personal obviamente) global, temática y estética de la obra, y en este caso tu poema no me parece un poema realista en su esencia (incluso me parece más surrealista o gótico). Sinceramente no tengo nada claro en qué foro encajaría mejor, y ante la duda te lo muevo a poemas góticos, por no dejarlo en el siempre apañado de generales. Saludos.
     
    #2
    Última modificación: 4 de Agosto de 2023

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