Las puertas, las palancas, las manillas, las ventanas...

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LAS PUERTAS, LAS PALANCAS, LAS MANILLAS, LAS VENTANAS…
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Una manilla es una manilla. Correcto.
Yo no sé cómo gérmenes llamarán a las manillas en España,
o en México, o en la Argentina, o en el Perú
(por cuestiones de tiempo me es imposible nombrarlos a todos, me excuso).
Luego, con un trapo limpio limpio la manilla,
hasta eliminar por completo los gérmenes;
uno nunca sabe


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[Una puerta es una puerta en todos lados,
y las puertas son puertas, claras u oscuras,
no como las translúcidas ventanas,
porque mientras éstas se pensaron para unirnos,
las puertas se nos cierran en las caras]

y debe ser precavido,
debe ser precavido,
hombre precavido vale x2, o x3,
o no sé por cuántos vale…

Dicen que cuando se cierra una puerta
eres tú la que te abres.
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–Ábrete toda,
como lo haces
innumerablemente en el pasado,
muéstrame que hay soles nuevos nuevas noches ventiscas nuevas cortinas que se muevan azotadas por el viento, en fin, en fin, en fin,
ábrete toda, pues me arrepiento,
me arrepiento y me enorgullezco de no haberte tocado– Yo no traigo cantares dignos de ser los más prosos, aquellos que fueron vueltos por los muy sabios en vetustos tomos, y que, ofrendados de maneras carantoñas a fin que las muchas doncellas quienes leyeren perdieren decoros, ablandasen rigores los suyos de modos tales que brindasen a aqueste que brama con toda clase de halagos y tesoros, pues, menester mío es gruñir a las otras venturas, a aquellas que son ciegas y sordas, mudas y anosmias, y tienen tan casi nada ya de lengua que a duras penas besaron, y tienen ya tan tactos pocos que ni miman ni abrazaron, mas se yerguen con la perseverancia misma con que la clorofila crepita en la flor acabada su ruta, para laurear sobre las muertes sus victorias.

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De imaginarme entrando a un baño se me ponen los pelos de punta.
Todos los pelos de punta.
Los cabellos de punta.
Los vellos de punta.
Las pestañas y las cejas de punta.
Eso de punta.
En fin, en fin, en fin.
Digo:

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1.- Usted se dirige, va hasta al baño, se encamina hasta el baño.

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2.- Como es lógico, usted toca la manilla de la puerta con su mano incólume, ¡incólume!

Adivine, adivine,
Streptococcus pyogenes,
o mutans,
o pneumoniae, ¿quién estuvo antes?, ¿quién estuvo antes?
Adivine, adivine, adivine,
Escherichia coli,
Staphylococcus aureus,
o saprophyticus, o peor,
Vibrio cholerae,
¿y quién estuvo antes?,
¿quién estuvo antes?,
¿quién estuvo antes?
Hace lo suyo, lo de todos, esto y/o aquello, ya sabe,
hala la palanca, hala la palanca,
se dirige, va hasta el lavamanos, se encamina hasta el lavamanos.
¡Alto ahí!

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3.- En el instante mismo en que usted extiende la mano, se detiene,

piensa un instante…
Con las manos colmadas de mugre emerge una sombra en tiempo pasado,
hace lo suyo, lo de todos, esto y/o aquello, ya sabe,
¡hala la palanca!,
¡hala la palanca!,
¡toca el grifo!,
¡abre el grifo!,
¡procura lavarse las manos (costumbre consuetudinaria),
asearse la piel, las uñas, metacarpos y falanges, también los metacarpianos,
pero desafortunadamente esta sombra cierra el grifo!,
¡se seca las manos!,
¡abre la puerta!,
¡cierra la puerta!,
en fin, en fin, en fin.

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4.- Usted piensa un momento en las puertas, las palancas, las manillas, las ventanas. Reflexiona. Resuelve genialmente: se dirige, va hasta la farmacia, se encamina hasta la farmacia, adquiere 10 preservativos…
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