Lento y piano

De dónde despertó este género.
Qué sueños tenía antes de la solfa.
De qué jaula han huido mis pájaros, y por qué me revelan cosas de las que preferiría no saber ni una sola.
Quién ha descubierto mi esencia con un par de teclas sobre una caja.
Qué más esencias puede esta entidad descubrir.
Porque cuando es así, no hay abismo, porque ya has encontrado lo que querías.
Ahora ya sé que no hace falta mover ni un dedo para hacer poesía.
La introspección siempre puede resultar un verdadero hallazgo.
Aunque creas que no hay nada más, siempre ha estado ahí la libertad de expresión, se ha creado para ello.
Y la mente quizás viaje, pero nosotros vamos más lentos.
Se topará con mil conceptos imposibles de identificar, si no es por la naturaleza inherente del todo.
¿Aún no conoces tu esencia?
Pecarías si ignorases tu voluntad.
Así de fácil.
La esencia no tiene más misterio.
Son las válvulas de escape las que nunca han cerrado nada más que puertas y ventanas.
Si solo viviera por la poesía no podría hacer que me mirases por encima del hombro.
Esto es, pertenezco a algo.
A un sistema de reacciones en cadena.
Si no perteneciese a nada, no podría inspirar sentimientos de varios calibres entre mis allegados.
Pero la verdadera pregunta radica en conocer lo que nos mueve a seguir aquí.
Quizá, aun en las mayores crisis, haya siempre una ilusión que justifique tánto desierto.
Cada uno espera, ambiciona, desea, ansía, y en eses estados, en ese instante, el espejismo se hace cada vez más pequeño.
Y entonces volvemos al lado oscuro y abrasador del desierto.
Algunos recurren a salvoconductos.
¡Señores! ¡La vida no usa de esas cosas!
Parezco querer gritar, puesto que me considero inteligente y capaz de abordar la histeria colectiva.
Pero no, en lugar de ello, la alimento.
Nada funciona.
Solo la música.