Liberando el alma...

A veces me gustaría ser mujer
de tierna verruga
en el horizonte del Finisterre.

Así acaba la última gota
del vacío que se desfonda.

Pero ser mujer
tengo que padecer el acoso de los ingratos
el verdugo de las tinieblas
de la historia,
el Torquemada de la fe
que esté en su gloria,
o sea el infierno de su ignorancia.

Sentir su orgasmo múltiple
recorrer mi existencia
y derramarme
en un aullido libre
en la noche y su luna.

Escaparme de los cazadores
que adoctrinan y convierten
mansos corderos,
sintiéndose siempre culpables
de haber hecho algo mal.

La libertad no se perdona
...se mata.

Con celos
de envidia los sentidos adormecidos
la penumbra de un grito.

 

Si quieres ser mujer, debes lavarte los ojos con suero marino de René Quintón, imantado.
Imantado, a través de una bobina bifilar de Tesla, toda ella, enrollada alrededor del tarro.
Enrollada, de ciclo en ciclo, mediante dos cables de cobre, paralelos.
Y usando un potente imán de neodimio. Que es el más caro, en la ferretería.
Y ese suero marino, puede contener sal marina gorda, sal del Himalaya, sal gris francesa, o agua de Mar.
Pero también, agua del río, ¡ Lógico ! Sirve para regar las plantas, o para beber, mismamente.
Fortaleciendo el ADN de cada célula, y así, provoca una mayor longevidad.
Pero en los ojos, que son las ventanas del cuerpo, hay una femineidad.

 

Gracias Bristy.