Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

¿Ya viste lo que hiciste?
mataste mi confianza con tu burla
por pollo, rana diste.
Mi memoria de churla
conservará por siempre el sabor triste.

 

Ayer oír pudiste
al carbonero que, feliz, visita
mi terraza y que viste
de amarillo en la cita
apasionada que no ha sido escrita.

 

Era cosmopolita,
políglota y de humor particular,
mistura de Afrodita
con valkiria en su andar
y otras cosas que nunca he de contar.​

 

Nunca habré de contar
los secretos de alcoba entre tú y yo,
y en el sueño enhebrar,
en las noches construyo,
lo que falte de exceso siendo tuyo. ​

 

Se ve cierto barullo
en esas calles que viví repletas,
hoy de ellas me escabullo
por que alcancé mis metas
con el trabajo, mi sudor y orgullo.

 

Me cobija un arrullo,
emancipa el latir de mi inocencia,
he dejado el murmullo
de la vana apariencia
en pos de percibir la bella esencia.

 

Inmunodeficiencia
muestro ante tus arrestos juveniles.
Desarmas, con paciencia
y ademanes sutiles,
mis humildes bastiones varoniles.​

 

Sus caricias febriles
complacen tus deseos insondables.
Sus fogosos abriles
se vuelven indomables
por horas de segundos incontables.

 

No digas “tragasables”
allá cerca del Río de la Plata.
Vocablos innombrables
para meter la pata
no considerarán verbal errata.​

 

Junto a la catarata
va plasmando ribetes de placer
y un surco que constata
sabor a renacer,
a perfumado y franco amanecer. ​

 

Es Arnold Schwartzenegger
actuando más “versátil” que una roca.
Igual me gusta ver
las pelis de acción loca
que el tipo filma, creo por masoca.​

 

¿Será que aspira coca
u otra sustancia ilícita le llena?
No es Dwayne Johnson, La Roca,
que entrena como entrena,
mas conoció la gloria que envenena.

 

Unidos en la cena
celebramos la Fiesta de la Luz
La noche más buena
con típicos menús.
En el pesebre nacerá Jesús.

 

Era tenue la luz
y caminamos despacio, arrobados
me mostraste la cruz
donde había candados
dejamos ahí el nuestro, encadenados.​

 

Si juegas a los dados
y tu día rebota en el tapete,
como no son honrados
te pondrán en el brete
de pensar que la vida es un juguete.

 

Esa gente al retrete,
que nada bueno aportan a tu vida,
no vayas de falsete,
muéstrales la salida,
no les dejes jugar en tu partida.

 

Las ofensas no olvida
una persona herida por placer
pues siente que su vida
es vano menester
que el otro nunca llegará a querer.​

 

Son cosas del querer
que yo mismo no entiendo ni un poquito,
¿asunto del tener
lo que entre en el bolsito?,
¿por qué es que poco tiene de gratuito? ​

 

“Cabeza de chorlito”
me dijiste al notar el embeleso
de un amor exquisito
que me licuara el seso,
del tipo que jamás en ti vi impreso.​

 

¿Porqué me gusta el queso?
Me pregunto, y no encuentro la respuesta.
Quizás sea por eso
que os planteo la encuesta
y os pido vuestra ayuda más honesta.

 

La explicación es esta:
el queso, como el vino, es un fermento,
una sabrosa gesta.
Ve que siempre al hambriento
dio panza llena, vida y gozamiento.
​

 

Se merece escarmiento
que incumple cada día nuestras normas
y le importa un pimiento
respetar estas formas,
no fueron hechas para su talento.

 

Preciado rudimento
de la técnica humana primitiva,
un sabroso alimento.
Con aceite de oliva
contribuye a la flora digestiva

 

La senda intempestiva,
esa que caminamos de la mano,
sin duda es decisiva.
Nada ha pasado en vano
porque somos los dos grano por grano.​

 

Un instante lejano
destella vagamente en mi memoria.
Es el quinto verano
en que esa breve historia
no para de girar como una noria.

 

He visitado Soria,
tan fría como llena de boletos*.
Salgo desde Vitoria
en busca de secretos
que, fritos, se conviertan en sonetos.

*Técnicamente el boletus, el mejor hongo en la cocina.

 

Cocina de sonetos
con sabor exquisito de frambuesa,
liberan sus magnetos
células con diablesa,
presa de noche, liada a nuestra mesa.​

 

El helado de fresa
es placer que obnubila mis sentidos,
cuando la nata espesa
los deja poseídos
por recuerdos antiguos y queridos.
​

 

Hay diferentes nidos.
Las aves los construyen en las ramas.
Algunos, aburridos,
instalan nuevas camas
en pisos que frecuentan con sus damas.

 

Antiguos panoramas
protagonizan nuevos comediantes
contando melodramas.
Estos son los instantes
donde se da valor al cine de antes.