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Luz

Tema en 'Poesía realista (sin premios)' comenzado por kalkbadan, 21 de Enero de 2024. Respuestas: 2 | Visitas: 287

  1. kalkbadan

    kalkbadan Poeta que considera el portal su segunda casa

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    LUZ

    Dicen que la luz son ondas.
    Dicen que la luz son partículas.
    Dicen que, al parecer, las ondas del mar se hacen arena
    en el momento en el que el niño
    decide fabricar un castillo con su cubo.
    Dicen que la luz proviene de un accidente de tráfico frontal
    en el que fallecieron dos partículas gemelas
    que siempre fueron «anti» la una de la otra.
    O que resulta del trágico grito de Munch de un electrón
    que saltó del balcón de un átomo incendiado.
    Dicen que aquellos dos fotones que se liaron en La Vía Láctea
    tendrán la fortuna, o la condena, según se vea,
    de estar entrelazados para siempre.
    Dicen que la luz se desplaza a toda hostia,
    pero que está potencialmente sin estar,
    y al mismo tiempo afirman que, para un observador externo,
    los corpúsculos estarían detenidos y habrían alcanzado,
    en todo momento,
    el confín del universo.

    No sé a vosotros, pero a mí
    toda esta movida me resulta extrañísima.

    Pero la radio y las pantallas escupen con precisión su pienso
    en las bocas de este rebaño intestino.
    El microondas calienta excelentemente la mierda de comida
    que puede permitirse una madre que llega a casa de madrugada
    mientras su hijo adolescente, en las sombras de su cubículo,
    colapsa los designios que tiene tatuados en la frente de su futuro.
    El láser guía misiles que se dirigen —en estos momentos—
    hacia hospitales y colegios, y también te alisa las arrugas
    que te han salido en tu frente de viejo.

    ¡Y todo funciona a la perfección! ¡No hay fallo!
    La luz de la que hablan siempre cumple su objetivo,
    así que para qué rendir cuentas
    ante nuestra ciencia
    ficción.

    Lo único que me cuadra de todo esto
    es que la luz sea pura energía…
    Pura forma que ofrece a la materia el acto de ser:
    la lucidez de la consciencia.
    Eso sí tiene sentido.
    Y cuando hablo de consciencia hablo
    de la consciencia del ser humano,
    pero también de la consciencia de mi gato, de las golondrinas,
    de las moscas, de las cucarachas, de las larvas,
    de mi querida camelia, de la grava depositada
    en el fondo de su maceta,
    y la consciencia de la propia maceta también.
    La luz está dentro de nosotros, no fuera.

    ¿Y cómo fue posible semejante interioridad lumínica?
    Quizá se deba a que Dios estaba creando su obra maestra
    cuando, después de haberse tomado un par de margaritas de más,
    se le fue la mano con la materia y estalló en pedazos toda su obra;
    es decir, él mismo estalló en pedazos: ¡Hágase la luz!
    Y las esquirlas de su cuerpo divino
    son, precisamente, esta luz que nos sostiene.

    La presunta luz de fuera es la muerte.
    Lo de fuera es ininteligible, es otra cosa.

    La vida es el mecanismo
    por el que «vemos» luz
    dentro de nosotros,
    igual que el polvo siente, de algún modo,
    su propio polvo.

    Eso es la luz, lo demás, lo de fuera, es puro misterio mortificado.
    Lo de fuera son las cuerdas que aguardan a que un niño las agarre
    y juegue con ellas al salto de la comba.

    Básicamente la luz es lo que siento
    cuando cierro los ojos
    y recuerdo aquella tarde de cervezas contigo, padre,
    y de cómo me contabas cosas que no entendía,
    y de cómo aquella charla es, ahora, mi Piedra de Rosetta...
    Y no hubo más tardes como aquella,
    porque no tuvimos tiempo de más
    antes de tu estallido.

    La luz es el vientre de la madre.
    La luz es la risa del niño que corre por la playa vacilando a las olas.
    La luz es el roce de los estambres con que acarician los abuelos.
    La luz es el rumor de las caracolas en el tímpano del recuerdo.
    La luz es el miedo de que nuestro niño deje de jugar a la comba
    y atravesemos sin retorno la membrana
    de nuestra célula luminosa.

    Pero la muerte como tal no existe,
    sino que sufrimos un estallido similar al que padeció dios,
    y por el que cada orgasmo y cada herida
    quedan encapsuladas en eso que llamamos «partículas».
    Somos microdioses. Somos futuros big banes de vida.
    Somos creadores de esta realidad cubista que no cesa…

    El problema es que el cuadro que estamos creando es grotesco.
    Cierras los ojos y sientes la humedad mohosa de los zulos humanos,
    escuchas el afilado zumbido de los misiles y sus ojivas de silencio,
    y el perfume grumoso del hierro de la sangre derramada
    que impregna de saliva los bordes de tu lengua
    mientras el diafragma del alma se contrae
    y vomitas el asco de la brutalidad.

    Por ello, queridos, amemos por principio.
    Cada vez lo tengo más claro:
    la mayor obra de arte siempre fue
    crear tu propia vida
    con una luz
    que valiese verdaderamente la pena.

    No sé si ya es tarde para revertir
    este declarado avance hacia la nada.
    Solo sé que la luz
    necesita de tu propia luz
    para poder sobrevivirse
    y brillar
    con la dignidad
    que se merece.​


    Kalkbadan
    Madrid, 21 de enero de 2023
     
    #1
    Última modificación: 22 de Enero de 2024
    A La Espartana, dragon_ecu, danie y 7 otros les gusta esto.
  2. Luciana Rubio

    Luciana Rubio Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Es un poema luminoso, extraordinario. Un placer leerlo.
     
    #2
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  3. kalkbadan

    kalkbadan Poeta que considera el portal su segunda casa

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    ¡Luciana! Muchísimas gracias por pasar. Se agradece tu lectura en un poema tan largo como este.
    Un abrazo.
     
    #3

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