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Maldad

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Edouard, 28 de Enero de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 513

  1. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    15 de Marzo de 2016
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    Género:
    Hombre
    La luna de ébano consagra su noche a los mausoleos de los muertos. Donde yacen nobles aristócratas que despilfarraron su ya efímera vida en el polvo de oro y la bolsa a rebosar de monedas de plata. La Muerte no siente dolor por sus almas. Disecadas en el palacio negruzco donde aletean los cuervos de graznido ensordecedor. Sólo sus cuerpos se pudren al compás monótono del movimiento giratorio del perverso Saturno. El cual, con su haz astral, hace enmudecer el llanto de los niños que se mantienen insomnes. En sus cuartos menguantes donde ninguna lumbre sana les sacude del castigo en forma de frío fantasmal. Sus padres, sin embargo, crueles, ríen por la pusilanimidad de sus hijos. Mientras mojan testarudos pan rancio en copa ancha de vino. No. No tienen ningún perdón de Dios. Es hora pues, que el ocaso de la vida claudique para que la mancha perversa del pecado; en forma digital de una venenosa víbora contorneándose, sea quebrada por el garrote que de puntas afiladas mantiene el péndulo salvador del tiempo.
     
    #1
    A homo-adictus le gusta esto.
  2. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

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    homo-adictus, tal panorama de malévola perversión saturnina lleva inexorablemente hacia el embrutecimiento de las inclinaciones naturales; que el Eterno subrayó bajo leyes morales. Cuando la humanidad se deja llevar por la prodigalidad incestuosa; y los lamentos de los más inocentes son desoídos por los más cercanos familiares, es cuando hay que cerrar la puerta magna de la piedad compasiva. Los muertos yacen en sus féretros con sus ojos vidriosos. Mientras sus almas son medidas con la escuadra y el compás en reinos de ultratumba. Donde muchos piensan que allí duermen el sueño eterno de la infancia preñada de inocencia pulcra y sincera. Pero muy equivocados están. Allí sólo hay gemidos y lamentos tortuosos de dimensiones dantescas. Es necesario que se avive la llama del Amor para apagar la hoguera de la Maldad. Esta última se esconde en la fratricida hidra de los pecados capitales que hunden el corazón ingenuo que preste oído a sus sofísticas cantinelas de promesas nunca saciadas. Así pues, hay que vapulear lo podrido con maza clamorosa y sedienta de sangre impura. En un inextinguible odio que el Tiempo se encargará de subsanar cuando el ocaso de la perdición sea distorsionado por la renovadora aurora de la Fraternidad. Atentamente Edouard.
     
    #2
    Última modificación: 28 de Enero de 2017

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