¡Más maderaaa!

Esta pobre uva pasa,
antes de estar tan madura
tenía su pulpa dura,
pero el tiempo todo arrasa.
No quiero daros la brasa
hablando de fruta seca,
que de eso en la biblioteca
hallaréis información,
mejor traigo a colación
el tema este de la beca.​

 

El tema este de la beca,
el del parné de la musa,
es no aceptar ni una excusa
para que acuñe la ceca;
que si es la fruta seca
aderezo de la torta,
pues será Natura morta
en el cuadro de éste invierno,
ya que no hay mayor infierno
que un día sin lo que importa.
​

 

Que un día sin lo que importa
quizá te llegues a ver
es algo que has de saber
por todo lo que comporta.
Esta vida es dura y corta,
corta con su vil cuchillo.
Nos lo pinta muy sencillo,
mas siempre el mal nos alcanza:
si su verso es la esperanza,
el dolor es su estribillo.*

*Nota:
Sin pretenderlo sucede,
juro que no lo hago adrede:
a este tren del desparpajo
le doy siempre un tono bajo.

 

El dolor es su estribillo
y la pena es la canción
que nos canta sin pasión,
como siempre, este chiquillo.
Pero yo me maravillo
leyendo lo que él escribe;
aunque no es que me motive
para vivir más contenta,
pienso que me trae más cuenta
irme de viaje al Caribe.
​

 

Irme de viaje al Caribe
y olvidarme del conteo,
que al final queda muy feo
señalar a quien escribe
las normas a que se adscribe
el metro en la poesía.

Si ¡ay! la Eratalia mía
quisiera venir conmigo
a buscar el buen abrigo
de palmeras por un día,
el néctar le serviría
como lo hace un buen amigo.

​

 

Como lo hace un buen amigo,
yo también quiero viajar
a un sitio donde haya mar
para mojarme el ombligo.
Y también aquí les digo
con la ocurrencia debida,
que haya buen canto y bebida
y una sabrosa botana,
pa pasarme una semana
disfrutando de la vida.

 

Que ocasionan cosquilleo
los pulóveres de lana,
que me siento como iguana
saltando a puro jaleo.
Ya imagino el cotilleo,
si el pulover yo me quito
lo sabrán hasta Arequito.
Soportaré la batalla
comiendo alguna vitualla
y bebiendo algún traguito.​

 

Pasa, –y no me he despertado–,
el sol por los ventanales;
la claridad a raudales
tampoco me ha molestado
y sigo aquí adormilado.
Como ya llegaré tarde,
puede ser que me resguarde
de nuevo bajo la ropa,
tengo la boca hecha estopa
y el estómago me arde.

​

 

(Y) el estómago me arde,
como si hubiera un incendio;
fui a la farmacia esta tarde:
en pastillas, qué dispendio.*

*Nota:
Cuatro versos sin barniz,
sólo soy un aprendiz.
La décima queda grande
a quien la pluma mal blande.

 

En pastillas, qué dispendio,
gasté mi sueldo de un año,
si con eso no me apaño,
ya no me queda estipendio.
Si queréis, hago un compendio
de los males que me aquejan...
los galenos me aconsejan
que a tomar las aguas vaya ;
mejor me voy a la playa
si mis dolencias me dejan.

​

 

Si haces el amor, atinas,
dijo el sabio Maramín,
–este hombre sabe latín–
y si no, pues te cocinas
unas hierbas campesinas,
porque son muy saludables;
virtudes innumerables
poseen en su interior
su sabor no es lo mejor,
mas no son desagradables.​

 

Hecho cuidadosamente
todo queda de primera,
así que si yo pudiera
focalizar bien la mente
anclándome en el presente,
mejor mi labor saldría
y más precisa sería.
Perseguiré ese objetivo,
mas si resulta excesivo,
yo no me preocuparía.
​

 

Yo no me preocuparía
por la lluvia de mañana
si llovió toda la semana
podemos con otro día
mojarnos con alegría.
Después del calor refresca
perfecto para una siesta.
Me levanto renovada
con batería cargada
y corro para la fiesta.​

 

En gentil agradecer
por esta inmensa fortuna
de tenerte, yo a la luna
le canto hasta enloquecer.
He viajado por doquier;
alta, baja, melenuda,
flaquita o bien barriguda…
a todas ellas amé
pero nunca conquisté
mujer tan bella y barbuda.
​

 

​

Si se desnuda lo ves,
y debes tener talento
al mirar ese esperpento
sin volverte del revés.
Nadie aguanta más de tres
segundos en su mirada,
proceden a la escapada
ante ese pelo indomable.
¡Qué pobre!, no es encomiable
el dejarla abandonada.​

​

 

Sin al amo maldecir
fue visión desoladora,
mas rompió la afeitadora
poco antes de partir.
Muy triste la vi morir,
era lealtad e hirsutismo.
Por curioso darwinismo
científicos la observaron.
De todos lados llegaron
nada más por masoquismo.

 

Nada más por masoquismo,
se me enreda en el recuerdo,
como un pan duro que muerdo,
tu imagen frente al abismo
que hay entre tú, yo y mí mismo.
O estoy loco o soy muy cuerdo.*

*Auto-nota:
Hay días en que ir al súper
es la tortura más dulce.

 

“O estoy loco o soy muy cuerdo”,
dijo Hamlet, poseído.
Si bebo pierdo el sentido,
me comporto como un cerdo.
Al perro, a diario lo muerdo,
al gato corro a arañazos
y al caballo a patadazos.
Enveneno a las serpientes
con mis ponzoñozos dientes
y al trono lo hago pedazos.​

 

Y al trono lo hago pedazos,
con 'pedazos' en secuencias,
como son las flatulencias
que ahí surgen sin rechazos,
cuando al retrete en los casos
de tremenda apuración,
se baja uno el calzón;
y aunque suene escatológico,
no hay que negar que por lógico
ahí se haga esa función

 

¡Ahí se haga esa función!
¡Que empiece a sonar, maestro!
O es que disparo tan presto
que no hay extremaución
que a tiempo llegue a la acción.
Quiero escuchar un corrido
de esos de la mala vida;
es que uno no se olvida
del lugar del que ha venido.
¡Vamos, soy el que convida!​

 

¡Vamos, soy el que convida!
tapas con buena cerveza
aunque duela la cabeza
entre amigos la bebida
será siempre bienvenida.
Después de tanta alegría
de botellas ya vacías
a dormir hasta mañana
bien cerrada la ventana
a esperar la mejoría.


​

 

A esperar la mejoría
después de la fiesta padre
en casa de mi compadre
despertando a mediodía;
no sé yo bien si sería
el whiskey con el speed
o fue el zumo de la vid,
pero yo de ése concierto
no he ni un recuerdo cierto,
me creía ser el Cid.

​

 

Me creía ser el Cid
un valiente caballero
sin embargo soy barbero
muy lejos de ser el Cid.
Con soñar no pierdo nada,
sin recibir estocada
entonces salgo ganando
y podré seguir soñando
tomando piña colada.​