¡Más maderaaa!

Un carajillo deseo
bien cargadito de ron,
que me nuble la razón
para mandar a paseo
a mi jefe, no bromeo,
es que me tiene cansada,
que yo no soy su criada,
y me manda a todos lados
solo para hacer recados.
No me siento bien tratada.
​

 

No me siento bien tratada
en un paraíso absurdo,
el hotel, un tanto burdo,
la ramera, muy lanzada.
Tal vez el pensar en nada
sea lo más armonioso
de este revuelto penoso
donde Dios pegó la vuelta.
Tanta beldad que anda suelta
y yo aquí, con un baboso.​

 

Retardando su salida
me está haciendo la puñeta,
juega con la servilleta,
y las sobras de comida.
Pues ya no aguanto, enseguida
le echaré sin miramientos
con música de conventos
y de excelsos funerales
que recuerdan grandes males;
así, todos tan contentos.


​

 

Así, todos tan contentos
con este menú del foro,
del que los guisos devoro
en festines suculentos.
Tienen buenos condimentos
para dar gusto a las muelas,
en donde las espinelas,
por menudas y exquisitas,
son las viandas favoritas
que salen de las cazuelas.

 

Que salen de las cazuelas
de letras, versos y arrojo
no dudo, mas ando cojo
de lo aprendido en escuelas:
es que el vino y sus secuelas
la musa me han maniatado.
Pero sigo anonadado
con todo lo aquí vertido:
la Madera es un vestido
con hilo de oro bordado.​

 

Con hilo de oro bordado
son los poemas escritos,
por amigos eruditos
me siento maravillado,
claro que también honrado.
Trato de no defraudar
y las llamas avivar
así el tren sigue su rumbo
no recibe ningún tumbo,
y puede lejos volar.​

 

Con las palabras finales
de un estupendo sermón
se marchó el padre Simón
de la Tierra y de sus males.
Los lamentos fueron tales
que faltaron más lloronas.
¡No alcanzaron las coronas
con tanto que te mereces!
Es que absolviste mil veces
a bribones y bribonas.​

 

A bribones y bribonas
condena le deben dar
en cárcel deben estar
pero no en las poltronas,
de peones y peonas.
Trabajar en construcción
será una buena lección
sabrán ganar su sustento,
es el mejor escarmiento
posible reformación.​

 

“Posible reformación”
nos dijo, inseguro, el juez.
El letrado en su vejez
requiere un mental bastón.
Es muy claro que el ladrón
no es cuello de guillotina
por hurtar una gallina
y alimentar a su niño.
No roba estolas de armiño;
es un hombre con hambrina.​

 

Es un hombre con hambrina,
un hombre desesperado,
del trabajo lo han echado
por gritar a Josefina,
que es la dueña de la mina
y tiene rudos modales.
Desde entonces, con retales
va sobreviviendo el pobre,
a final de mes no hay sobre
y van creciendo sus males.


​

 

Y van creciendo sus males:
en la granja donde curra
se les ha muerto la burra
y el campo de cereales
que nutre a los animales
se ha podrido con la lluvia.
Tan solo el árbol de juvia
se ha salvado del torrente,
pues busca el superviviente
la altura cuando diluvia.​

 

La altura cuando diluvia
nos ofrece perspectiva:
se contempla en carne viva
la vida, que es cruel y antuvia
con pesares, que son pluvia
de plagas y de indigencia.
Nunca fue una coincidencia
que el rico, indolente, danza
mientras nos chifla la panza
al compás de una carencia.​

Uff...estimado: casi irrecuperable (sin repertir) sin echarle mano a los tres o cuatro vocablos (ya en desuso) que quedaban disponibles.

 

Al compás de una carencia
surge un problema afectivo;
un estado negativo
que con su sola presencia
nos altera la existencia.
El alma desasosiega,
la tranquilidad nos niega,
el insomnio nos afecta
y de manera directa
hasta la angustia nos ciega.


​

 

Hasta la angustia nos ciega
cual insecto encandilado
al notar que se ha enfermado
del virus de la bodega
un pariente que despliega
de borracho sus “virtudes”.
Nos causan vicisitudes
sus ciclos de sobriedad
y estados de bajedad
con el olor de ataúdes.​

 

Con el olor de ataúdes
se presenta el funebrero
hombre alto, con traje negro
nos contó de las virtudes
y calidad de ataúdes.
No es para mi yo le digo
por las dudas sabe amigo,
es mi prima muy lejana
que se marcho esta semana.
Mi imaginación maldigo.​

 

¿Lo hago bien o lo hago mal?
¿Tiene gracia lo que digo?
¿Son mis versos paja o trigo?
En cualquier caso, da igual,
pues lo cierto es que al final
mi imaginación maldigo.*

*Nota:
Sólo por unos instantes
llegué tarde -no os engaño-,
y por eso hago este apaño,
regresando a lo de antes.

 

Mi imaginación maldigo
por no ser nada ingeniosa,
porque no hago ya más cosa
que estar viéndome el ombligo.
Poema a poema, sigo
dando vueltas a la noria,
contando siempre esta historia
(Fátima, Eva, Lupe, Andrea...)
de un corazón que catea
en cada convocatoria.

 

En cada convocatoria
de primarias elecciones
se presenta Juan Quiñones
sin conseguir la victoria.
Hombre de amplia trayectoria,
lamebotas de talento,
siempre servil, muy atento
del oro y del poderoso.
Mas no logra ser tramposo:
ese ha de ser su tormento.​

 

"Ese ha de ser su tormento"
retumbó la voz severa,
más fría que una nevera
en el celda del convento.
Entonces, con gesto lento,
fue la madre superiora
alzando a la pecadora
de rodillas en el suelo.
"Habrás de portar un velo
rezando por la Señora".​

 

Rezando por la Señora
lució la Letra Escarlata.
¡Haber metido la pata
cual terrible transgresora!
El pueblo entero la llora
pues se ha ido en su tortura
al morirse de locura
soñándolo a aquel mancebo.
Fue una tarde en la que Febo
se retiró por mesura.​

 

Se retiro por mesura
su situación fue compleja
un enredo cual madeja
fue verdadera locura,
casi sale con fractura.
Entre bailongo y bebida
pero nada de comida,
estaba tan mareado
con paso trastabillado
al fin halló la salida.​

 

Enjugando sus sudores,
ya que se encuentra nervioso,
intenta verse meloso
frenta a su reina de amores,
Cual le pone de colores
tan solo al cruzar miradas;
se pone a decir mamadas,
balbucea, ni se entiende.
Más un día a ella pretende
Hacerla su enamorada. ​

 

Hacerla su enamorada
no va a ser tarea sencilla.
Si su papito lo pilla
alistará una brigada
de malvivientes sin nada
que perder en este mundo.
Tal es la historia de Edmundo,
un tortolito perdido.
No sabe que se ha metido
con un señor iracundo.​

 

Con un señor iracundo
se ha metido, sin saber
que tiene las de perder,
nuestro gran amigo Edmundo.
Al ser un hombre de mundo
tampoco tiene importancia,
porque con mucha prestancia
y además, con desparpajo,
seguro manda al carajo
al suegro con elegancia.

​

 

Al suegro con elegancia
lo ubicará en su lugar.
No es cuestión de matonear
con piñazos y arrogancia
y ponerlo en la ambulancia
a un muchacho enamorado.
Cuando termine casado
con su consentida hija
le gritará: ¡No se aflija,
vejete malhumorado!”​