No hay

No hay espacio que trague mi pecho,
porque deshecho estoy,
por este peso,
por este mundo y sus trastornos,

un entorno que se deshace,
o un umbral que engulle todo cielo,

bajo la cornisa divina
todo lo que se aprecia es infierno,
y en el pecho de aquel dios creador,
solo un punto,
un silencio innegociable,

aún así la lluvia me despierta,
tan toxica como la noche,
mas honesta que los días,
de cargar con cada sonrisa,
de no dar lo que pidas,
de no comprender porque la vida
mira la desgracia y me acompaña,
aun sin enmendar nada,

sin curar,

solo una sombra que ahoga,
que olvida
las penas de un agobio recurrente,

¿hasta cuando el presente va a mentir?

o ¿será que la mentira es permanente?

vuelvo a mi ausencia,
ensoñado para un futuro ausente,
como si quisiera mas ausencia,

vomito mi muerte,
ya no hay sangre que derroche,

pierdo mi aire,
como rendido,
conmovido como siempre,
una verdad que engloba toda percepción,

la virtud del tiempo,
senectud irreprochable,

porque todo termina,
todo se vive,
muriendo,
padeciendo este martirio,

todo arde.

 

Muy buen poema Emilio, un abrazo