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Orphenica Lyra (I)

Tema en 'Clásica no competitiva (sin premios)' comenzado por prcantos, 26 de Diciembre de 2016. Respuestas: 4 | Visitas: 392

  1. prcantos

    prcantos λίθον ͑ον απεδοκίμασαν ͑οι οικοδομουντες

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    Orphenica Lyra (I)

    A ti, oh cara esposa,
    que alegras esta curva y esta lira,
    que tan pulsa armoniosa
    y teoremas suspira,
    donde el alma de amor triste delira,

    te miro, y al mirarte,
    Alcides cual Nemeo que redujo
    y derrotado Marte
    me vuelvo, y con tu influjo
    polarizas la luz en doble embrujo.

    Por el angosto ojo
    que de tu desnudez fue cerradura
    corríase hacia el rojo
    la clave casta y pura
    en el azul, galaxia y aventura

    de elípticas secciones,
    cuerpo de variedad diferenciable;
    métricas precisiones
    en número admirable,
    que al infinito se mantiene estable,

    y en sumo consonante
    un ánima en ti misma constelada
    intérvalo vibrante
    de virtud afinada,
    amiga, novia, esposa, amante, amada.

    Vamos para la vega,
    Dauro dorada con Genil aurado,
    y al gozo que la anega,
    tú por el fresco prado,
    yo por el arco parametrizado,

    y estrecharemos lazos
    frenando la corriente de Aretusa
    cuando tú entre mis brazos,
    senso y pasión confusa,
    medies proporcionada hipotenusa.


    Comienzo aquí una serie de poemas centrados en la figura y en la historia de Orfeo. El título Orphenica Lyra está tomado de un libro de música para vihuela publicado en 1554 por el importante vihuelista español Miguel de Fuenllana. Las estrofas son, naturalmente, liras, y en ellas he querido alcanzar dos objetivos: en primer lugar, hacer un descarado y humilde homenaje a Garcilaso, a San Juan de la Cruz y a Góngora, tres de mis poetas predilectos; y en segundo lugar, experimentar con una nueva poética que involucra ciertas expresiones y conceptos tomados del mundo de la Ciencia (sobre todo de las Matemáticas y de la Física). No sé qué os parecerá el resultado. Ya me contaréis.


    En este primer poema Orfeo, recién desposado con Eurídice, le canta mientras se dirigen a celebrar la fiesta de sus bodas en la Vega de Granada. El verso donde el alma de amor triste delira es un endecasílabo satírico de García Lorca en el que se burla de las convenciones de la poesía amorosa.
     
    #1
    Última modificación: 27 de Diciembre de 2016
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  2. jmacgar

    jmacgar Poeta veterano en el portal

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    Pues no te ha salido nada mal el experimento, Pablo; la influecia de Góngora la note al vuelo y nada mas empezar con el hipérbaton tan osado del tecer verso (que tan pulsa armoniosa) , las influencias de temas científicos la aprecio también en más de una estrofa; creo que en la tercera y cuarta haces alusión, si no interpreto mal, a la estrecha mirilla del telescopio por la cual se observan las galaxias, y con "corríase hacia el rojo la clave casta y pura en el azul" es una de las metáforas poéticas más hermosas que he leído usando términos tan propiamente astrofísicos.

    No me cabe duda que has bordado estas liras, amigo con finos hilos de la mejor poesía que te define.

    Estaré a la espera de nuevas entregas.

    Mi felicitación y un abrazo
     
    #2
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  3. prcantos

    prcantos λίθον ͑ον απεδοκίμασαν ͑οι οικοδομουντες

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    Gracias por vuestras apreciaciones. Bien visto, Veles: a pesar del lirismo, no falta el humor o el divertimento en estas estrofas. En cuanto a la tercera de ellas, efectivamente alude al "corrimiento hacia el rojo" que, debido a la expansión del universo y al efecto Doppler, experimenta la luz que nos llega de las otras galaxias; pero esa estrofa, además, contiene una referencia bíblica, que es la que explica ese "ojo de la cerradura" (que no es el ocular del telescopio) según el capítulo quinto del Cantar de los Cantares (5, 2-6):

    Yo duermo, pero mi corazón vela:
    oigo a mi amado que golpea.
    "¡Ábreme, hermana mía, mi amada,
    paloma mía, mi preciosa!
    Porque mi cabeza está empapada por el rocío
    y mi cabellera por la humedad de la noche".

    "Ya me quité la túnica,
    ¿cómo voy a ponérmela de nuevo?
    Ya me lavé los pies,
    ¿cómo voy a ensuciármelos?"

    Mi amado pasó la mano
    por la abertura de la puerta,
    y se estremecieron mis entrañas.

    Me levanté para abrirle a mi amado,
    y mis manos destilaron mirra,
    fluyó mirra de mis dedos,
    por el pasador de la cerradura.

    Yo misma le abrí a mi amado,
    pero él ya había desaparecido.
    ¡El alma se me fue detrás de él!
    ¡Lo busqué, y no lo encontré,
    lo llamé y no me respondió!

    La cuarta estrofa contiene, por su parte, expresiones tomadas de la Geometría Diferencial y de las Ecuaciones Diferenciales. La idea de esta poética tan rara es, precisamente, que no es necesario conocer, al leerla, los conceptos técnicos que aparecen escritos para dejarse envolver por lo que sugieren, por esos nuevos significados con que el propio poema y la metáfora los revisten.
     
    #2
    Última modificación: 27 de Diciembre de 2016
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  4. musador

    musador esperando...

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    Alguna vez escribí una sextina tratando de transmitir los encantos de la dualidad proyectiva, comentando el teorema de Desargues y su recíproco. Intentos de un culteranismo que he abandonado a poco. Tú intentas acá otra cosa en el uso del «lenguaje científico» para referir a cosas bien sensuales, como un «cuerpo de variedad diferenciable»: apasionantes los puntos umbílicos, claro. Me resulta simpático el intento, pero no me convence. El uso de la mitología en el barroco era una obra de transferencia, la mitología misma es poesía, no es el caso de la geometría. Creo, en cualquier caso, que la discusión de esta intrusión lingüística desde el punto de vista estético demandará análisis muy serios. El recurso al contexto para dotar a la palabra de significado, más alguna resonancia en el lenguaje habitual (como la de los ombligos o los paraguas para los puntos umbílicos), puede hacer la cosa un poco semejante a la de los neologismos... ¿quién sabe?

    Las liras suenan bien. Interesante endecasílabo el que empieza en «amiga».

    abrazo
    j.
     
    #2
    Última modificación: 27 de Diciembre de 2016
  5. prcantos

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    Hola, Jorge, gracias por tus observaciones. Realmente me han hecho pensar mucho y leer (por eso he preferido no contestar inmediatamente).

    He meditado bastante sobre esto que has escrito: "El uso de la mitología en el barroco era una obra de transferencia, la mitología misma es poesía, no así la geometría". Al principio me costó entenderlo, pero creo que ya sé a qué te refieres.

    Llevas toda la razón: la mitología había sido codificada (por decirlo así) en forma poética muchos siglos atrás, por lo que nuestros poetas áureos sólo tenían que volcarla en la suya propia, disponían de una fuente privilegiada. Pero hay algo más: independientemente de, y previamente a, que la mitología fuese codificada por los poetas clásicos de la Antigüedad, ya circulaba de manera no formal por el imaginario colectivo de aquella cultura. Dámaso Alonso en su interesantísimo libro "Góngora y el «Polifemo»" (7ª y definitiva ed. 1985; Madrid 1994) dice lo siguiente:

    La concepción grecolatina del mundo había reducido todas las formas y actividades vitales a una serie de arquetipos. La religión pasó de una adoración de la vida en todas sus formas elementales a la concreción de esas energías en otras tantas fórmulas, mitos o fábulas, a cada una de las cuales acompaña un símbolo fitomórfico, zoomórfico o antropomórfico. La mitología, en el sentido más amplio -primario- de la palabra, es una reducción de la cambiante y siempre renovada actividad biológica a fórmulas inmutables, un paso de lo abstracto a símbolos concretos. [...] Queda así el mundo desdoblado en dos zonas: abajo, la tornadiza variedad vital; encima, su representación mítica en fórmulas ya fraguadas de una vez para siempre, estilizadas, inmutables. [...] El Renacimiento vuelve a dar valor a todas estas representaciones. Para un escritor renacentista, un objeto cualquiera se sitúa, se ordena dentro del mundo, cuando se le refiere a un punto de este sistema fijo. Cada uno de los fenómenos de la realidad queda definido aquí, como siempre, por una polar mitológica (op. cit. p. 111).

    Considerada así, la mitología puede incorporarse a la poesía no solamente (y no tanto) a través de su redacción poética original, sino también (y sobre todo) por su valor arquetípico, máxime si tenemos en cuenta la barrera que supone (hoy más que nunca) el desconocimiento de las lenguas griega y latina; y no lo digo precisamente por Góngora y los de su época, que conocían bien las lenguas clásicas, pero ello no obsta para que el arquetipo funcionase ya poderoso en su tiempo. En cuanto al nuestro, creo que hoy nuestro conocimiento de lo mitológico es, en general, indirecto, y debe más a narraciones y artículos de enciclopedia que al acceso a los textos originales o a sus traducciones.

    En este sentido, el uso de la mitología en la poesía no parece ya tan distinto del empleo de otras realidades o temáticas no codificadas, digamos, canónicamente en verso, como son la Naturaleza, la agricultura, la ganadería... Todos son temas muy frecuentes en la poesía, pero no tienen unas "sagradas escrituras" poéticas en el mismo sentido que son los relatos mitológicos (con perdón de Virgilio y sus Bucólicas).

    A la Ciencia, naturalmente, le pasa lo mismo. En general hoy no accedemos al conocimiento científico por la lectura directa de las obras de los autores que lo hicieron avanzar, sino más bien mediante la docencia y los textos académicos y universitarios, forma mucho más eficiente y sistemática. No veo, pues, ninguna razón a priori para no emplearlos poéticamente (otra cosa es su valor o el resultado que den, claro).

    De todas formas, admito que no te convenza mi propuesta; y no sólo lo admito, sino que lo valoro y te agradezco tu sincero comentario, que me ayuda mucho a elaborar una justificación teórica para este atrevimiento mío; algo que me resulta casi tan importante como los mismos versos. Gracias, de verdad.
     
    #3

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