Paseando por la ciudad..., dos

Calle estrecha y empinada

cuesta, en otro tiempo deseada

en que circulaban con carga pesada

arrieros en busca de posada


Sus balcones, en miradores se convertían

Y de curiosos se llenaban,

para ver lo que transportaban

y engalanarse para comprar cuanto vendían.


Al fondo, La Catedral pintaba,

en su lienzo magistral y divino

la estampa que brotaba.


Terminada la jornada de mercadería,

las huestes a marchar procedían

para regresar a sus aldeas, con su tendería.


Ahora, ha caído en desgracia

la medieval costumbre

pues, lo fresco, ¡no tiene gracia!

​

 

Los arrieros no transportaban las cargas pesadas, solo manejaban al animal que lo hacia.

Linda reflexion amigo, un saludo.

 

muy agradecido por tu reflexión, pero se es arriero de un carro con animales de carga, no de sí mismo. No obstante, por esa calle imaginaria pero real, solo cabían los arrieros sin sus carros ni animales, que dejaban en las cuadras situadas a las afueras de la cuidad donde había pastos, ellos después de dejar las cargas en los mercados bien asentadas económicamente, transportaban aquello cuyo valor era superior a lo normal como el chocolate, joyas y otros productos de mucho valor en la época, por ello se lo llevaban consigo en costales bastante pesados a dormir en las posadas y poderlo vender al día siguiente. En la Biblioteca de Astorga (León), hay buenos estudios y documentación sobre el tema. De todas formas, una vez mas, gracias por tu puntualización y un cordial saludo.