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Poema para una Sulamita

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Alan Rosas, 27 de Mayo de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 1299

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  1. Alan Rosas

    Alan Rosas Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    19 de Abril de 2012
    Mensajes:
    53
    Me gusta recibidos:
    33


    ¿Quién es esta mujer hermosa
    como la luna llena,
    pura como el sol relumbrante,
    imponente como compañías reunidas
    entorno de pendones?

    Déjeseme levantarme,
    por favor, y dar la vuelta
    por la cuidad;
    en las calles
    y en las plazas públicas.
    Déjeseme buscar,
    a la que mi alma ha amado.
    Porque en mi cama
    durante en las noches he buscado,
    a la que mi alma ha amado.

    Puede haber sesenta reinas,
    y ochenta concubinas,
    y doncellas sin número.
    Pero, he deseado
    apasionadamente su sombra,
    y ahí me he sentado,
    y su fruto ha sido
    dulce a mi paladar.
    Porque, una sola hay
    que es mi paloma,
    mi inculpable.
    Una sola hay
    que pertenece a su madre.
    Es la pura de aquella
    que la dio a luz.

    ¡Mira! Eres hermosa,
    oh compañera mía.
    ¡Mira! Eres hermosa.
    Tus ojos son de palomas.
    Eres del todo hermosa,
    oh compañera mía,
    y no hay defecto en ti.
    ¡Mira! Eres hermosa,
    oh compañera mía.
    ¡Mira! Eres hermosa.
    Tus ojos son de palomas,
    detrás de tu velo.
    Tu cabellera es como
    hato de cabras.
    Como gajo de granada
    son tus sienes
    detrás de tu velo.

    Tus labios,
    son justamente
    como un hilo escarlata,
    y tu hablar es ameno.
    Tu palabra
    es pura dulzura,
    y todo lo referente a ti
    es enteramente deseable.
    Tus expresiones de cariño
    son mejores que el vino.
    De veras mencionemos
    tus expresiones de cariño
    mas que el vino.
    Sus labios son lirios
    que gotean mirra liquida.
    Porque, como aceite
    que se derrama es tu nombre.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Tus dientes,
    son como hato de ovejas
    recién esquiladas
    que han subido del lavado,
    todas de las cuales
    paren gemelos,
    sin que ninguna entre ellas
    haya perdido sus crías.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Sus mejillas,
    son como un cuadro
    de jardín de especias,
    torres de hierbas aromáticas.
    Oh hermosísima
    entre las mujeres,
    gratas a la vista
    son tus mejillas,
    entre las trenzas
    que se hilan
    cuando los aires juguetean
    con tus lizos cabellos.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Tu cuello,
    es como la torre de David,
    edificada en series
    de piedras,
    en la cual están colgadas
    mil escudos,
    todos los escudos circulares
    de los hombres poderosos.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Sus manos,
    son cilindros de oro,
    llenos de crisólito.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.


    Su abdomen,
    es una lámina de marfil
    cubierta de zafiros.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Sus piernas,
    son como columnas
    de mármol
    fundadas en pedestales
    con encajaduras,
    de oro refinado.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    Su apariencia,
    es como el Líbano,
    selecta como los cedros.
    Y no hay defecto en ti,
    eres enteramente deseable.

    ¿Ya dije que sus ojos
    son como palomas
    junto a los canales de agua,
    que están bañándose en leche,
    asentadas dentro de los cercos?
    Tengo en claro
    que no hay defecto alguno,
    en ti.

    Cuan hermosa eres,
    oh amada mía.
    Las hijas te han visto,
    y procedieron
    a pronunciarte feliz;
    reinas y concubinas,
    y procedieron a alabarte.
    Porque eres
    como un lirio
    entre yerbajo espinoso,
    así es mi compañera
    entre las hijas.
    Y yo,
    un simple azafrán
    de la llanura costanera soy,
    un lirio
    en las llanuras bajas.

    ¡Vuelve, vuelve,
    para que te contemple!
    Ven,
    oh compañera mía,
    hermosa mía, y vente.
    Conmigo desde el Líbano,
    conmigo desde el Líbano
    dígnate venir.
    Dígnate descender
    desde la cima del Antilíbano
    desde la cima de Senir,
    aun de Hermón,
    desde los albergues
    de los leones,
    desde las montañas
    de los leopardos.
    Oh paloma mía
    en los retiros del peñasco,
    en el lugar oculto
    del camino escarpado,
    muéstrame tu forma,
    déjame oír tu voz,
    pues tu voz es placentera
    y tu forma es grata
    a la vista.

    Atráeme contigo;
    corramos,
    de veras estemos
    gozosos y regocijémonos,
    en ti.
    Hasta que respire el día
    y hayan huido las sombras.

    Has hecho latir mi corazón,
    oh hermana mía, novia mía,
    has hecho latir mi corazón
    con un colgante de tu collar,
    con uno de tus ojos...
     
    #1
    Última modificación: 27 de Mayo de 2014
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