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Protestas de piedad . ( José Domingo Gomez Rojas)

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por Elba Nery García, 20 de Mayo de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 4133

  1. Elba Nery García

    Elba Nery García Poeta veterano en el portal

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    Mujer
    Poema Protestas De Piedad de José Domingo Gómez Rojas


    José Domingo Gómez Rojas (Santiago, 19 de junio de 1896 – Santiago, 29 de septiembre de 1920) fue un poeta chileno. También es conocido por ser la única víctima de la Guerra de don Ladislao .


    I
    En esta Cárcel donde los hombres me trajeron,
    en donde la injusticia de una ley nos encierra:
    he pensado en tumbas en donde se pudrieron
    magistrados y jueces que hoy son polvo en la tierra.
    Magistrados y jueces y verdugos serviles
    que imitando, simiescos, la Justicia Suprema
    castraron sus instintos y sus signos viriles
    por jugar al axioma, a la norma, al dilema.
    Quisieron sobre el polvo que pisaron, villanos,
    ayudar al Demonio que sanciona a los muertos
    por mandato divino y en vez de ser humanos
    enredaron la urdimbre de todos los entuertos.
    Creyeron ser la mano de Dios sobre la tierra,
    la ira santa, la hoguera y el látigo encendido,
    hoy duermen olvidados bajo el sopor que aterra,
    silencio, polvo, sombra, ¡olvido! ¡olvido! ¡olvido!
    II
    Y pienso que algún día sobre la faz del mundo
    una justicia nueva romperá viejas normas
    y un futuro inefable, justiciero y profundo
    imprimirá a la vida nuevas rutas y formas.
    Desde esta Cárcel sueño con el vasto futuro,
    con el tierno solloza que aún palpita en las cunas,
    con las voces divinas que vibran en el puro
    cielo bajo la luz de las vírgenes lunas.
    Sueño con los efebos que vendrán en cien años
    cantando himnos de gloria resonantes al viento;
    en las futuras madres cuyos vientres extraños
    darán a la luz infantes de puros pensamientos.
    Sueño con las auroras, con los cantos infantiles
    con alborozos vírgenes, con bautismos lucientes:
    que los astros coronan a las testas viriles
    y su clamor de seda es un chorro en las frentes.
    III
    Desde aquí sueño, Madre, con el sol bondadoso
    que viste de oro diáfano al mendigo harapiento,
    con las vastas llanuras, con el cielo glorioso,
    con las aves errantes, con las aguas y el viento.
    La libertad del niño que juega sobre un prado,
    del ave que las brisas riza con grácil vuelo;
    del arroyo que canta, corriendo alborozado;
    del astro pensativo bajo infinito cielo.
    La libertad que canta con las aves es trino,
    con los niños, es juego; con la flor, es fragancia;
    con el agua canción, con el viento divino
    véspero, errante aroma de lejana distancia
    Todo es nostalgia, Madre, y en esta Cárcel fría
    mi amor de humanidad, prisionero, se expande
    y piensa y sueña, y canta por el cercano día
    de la gran libertad sobre la tierra grande.
    IV
    Sin ti, madre, la vida sería un don maldito;
    una infame limosna de la carne sufriente;
    pero tu amor, es rosa y es cristal inaudito,
    es la divina música y es pensarosa fuente.
    Hace ya muchos siglos que te vivo y te siento.
    Mi tristeza es belleza de un extraño destino,
    hacia ti me llevaba este o esotro viento,
    hacia tu eternidad ese o aquel camino.
    Como tú eras eterna, como tú eras divina,
    como sobre tu frente caminaron los astros,
    me creaste divino por gracia peregrina:
    la eternidad, sumisa, seguirá nuestros rastros.
    V
    Por ti, la raza humana, madre, se transfigura
    ante mis pobres ojos, por tu amor se redime
    la carne y la pasión. Por tu inmensa dulzura
    nació en mi la piedad para el hombre que gime.
    ¡Dolor de ser tan triste y tener que ser bueno
    porque siempre en mi frente siento que están tus manos!
    ¡Dolor de ser dulzura para tanto veneno
    y de tener el alma puesta en astros lejanos!
    ¡Dolor, madre, dolor, de escribir mi elegía
    por darte en rosas pálidas un secreto tesoro!
    ¡Dolor, madre, del canto que profanará un día
    un mendigo, un tirano y el becerro de oro!
    ¡Dolor, madre, dolor de tener que cantar
    porque un nudo fatal se anuda a la garganta,
    dolor de no poder odiar, y amar, amar
    a un pueblo vil que deja poner en sí la planta!
    ¡Dolor, madre, dolor de tener que vivir
    y amar la vida cuando lo vulgar mancha el mundo;
    y dolor de saber que se ha de revivir
    sobre una tierra pura que mancha el rico inmundo!


    Biografía

    Hijo de una modesta familia, fue criado por su madre ya que su padre y su padrastro lo abandonaron tempranamente. Nació en la calle Agustinas, en las inmediaciones del centro de Santiago y después su pequeña familia se trasladó a la calle San Diego. Estudió en el emblemático Liceo Manuel Barros Borgoño.
    Volcado tempranamente a la poesía, la mayor parte de su obra, fue escrita entre 1912 y 1915. Durante sus primeros años, Gómez Rojas estuvo vinculado con sectores del cristianismo protestante que se oponían al papel tutelar y autoritario que ejercía la Iglesia Católica en la sociedad chilena. Pero pronto se acercó al "anarquismo intelectual" y escribió influenciado por Nietzsche y D'Annuncio. Opera Omnia, uno de sus textos, inédito hasta hace algunos años, revela esta evolución a veces contradictoria frente a la que se declaraba como un poeta "simultáneo y unimúltiple".
    Participó de varios grupos de intelectuales y artistas de la década de 1910, Los Caimanes, Los Diez y Los Inmortales. En este último mantuvo una relación de amistad con los escritores, Manuel Rojas y José Santos González Vera, a quienes incitó a escribir tempranamente. Afortunadamente le hicieron caso y con el tiempo se consagraron como algunos de los mejores prosistas del siglo XX tanto, que ambos recibieron el Premio Nacional de Literatura. Desde su prematura muerte ambos escribieron sobre la obra y personalidad de su malogrado amigo.

    Su único libro, publicado en vida, en 1913, en medio de la efervescencia social que exigía cambios a la sociedad oligárquica chilena, fue Rebeldías líricas. Cuando era estudiante del Instituto Pedagógico y de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, Gómez Rojas participó tangencialmente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile pero su militancia más orgánica fue en la Asamblea de la Juventud Radical, organización del sistema político en la que convergían muchos jóvenes revolucionarios de la época. Además, estuvo vinculado simultáneamente a la Federación Obrera de Chile (socialista) y a la sección chilena de la IWW anarquista.

    Reclusión y muerte


    En julio de 1920, el país se encontraba en ebullición, con movilizaciones a lo largo de todo el país, denominadas "Las Marchas del Hambre", convocadas por la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), para demostrar el apoyo popular a los proyectos de leý(memoranda) emanados de los comiciones de la AOAN, que habían deliberado por más de dos meses. Fue tanto el apoyo en las calles, que el presidente Sanfuentes se ve la obligación de recibir a delegados de la AOAN. Ellos le hacen entrega de la memoranda con la expresión "He aquí la voluntad del pueblo" y se le señaló que si no se aprobaban en 15 días habría desacato a la autoridad en el país. Sanfuentes recibe cortésmente la memoranda y acepta la petición, pero al día siguiente nombra como ministro del interior a Ladislao Errázuriz, quien moviliza tropas a la frontera y siembra el rumor de una guerra inminente contra Perú y Bolivia (Aún no se había firmado el tratado de Ancón). Por dicho motivo decreta ley marcial, el ejército se hace cargo de las ciudades, los militares asaltan la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y destruyen su sede (21 de Juliio), se hacen juicios contra obreros y estudiantes "subversivos", se apalea, juzga, extradita y encarcela a dirigentes (entre ellos a Luis Emilio Recabarren). Domingo Gómez Rojas fue enviado a la cárcel por el juez José Astorquiza Líbano, donde es sometido a torturas y hostigamientos constantes. En esta situación su salud mental comenzó a resentirse; entonces se lo incomunicó en una celda especial, donde también su cuerpo manifestó los efectos de la reclusión y los abusos.
    Detenido en la penitenciaría, fue transferido posteriomente a la Casa de Orates, donde, luego de una meningitis no diagnosticada a tiempo, enloqueció y falleció el 29 de septiembre de 1920. A su funeral asistieron más de 40.000 personas, demostrando la enorme crisis social, política, económica y cultural a que la oligarquía dominante tenía sometido al país y el apoyo nacional a las demandas de Las Marchas del Hambre, proceso del cual se transforma en un símbolo. Su poema Protestas de Piedad, escrito durante su reclusión en la cárcel, leído y difundido durante su funeral se transformó en un símbolo de los grupos anarquistas y pacifistas contra la oligarquía que dominaba el país.
     
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    Última modificación: 23 de Mayo de 2013

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