Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Qué queda de mi país
que olvido en la calleja.
Qué pasajes me refleja.
Con rostros diarios de anís
un paralelo bosqueja.

 

Con la mirada repasa
cada mujer que se cruza;
el mero rumor rebasa
si te encuentras en su casa
una roja caperuza.​

 

Me dicen que ha atardecido.
Dos ojazos me encandilan
y sueños dulces me hilan
al notarme decaído.
Mis sentidos se obnubilan.​

 

Si las luces te obnubilan
y no puedes conducir
será mejor desistir
pues a veces te aniquilan
sin poder sobrevivir.​

 

El primero de la fila
es el cabo gastador
por su altura, emperador,
y con su porte encandila
cuando mira con amor

 

Por fin me dijiste amor
y tengo oportunidad
de confesar con ardor
que temo a la oscuridad
ven conmigo por favor

 

En la hoguera las centellas
que han salido despedidas
cuando el hueso sin mordidas
mostró del fuego las huellas
me hablan de tus otras vidas.
​

 

Todas nuestras simples vidas
son un tiempo en la cadena
que termina con condena,
hayan siendo bien vividas
o sumidas en la pena.

 

No son todos peligrosos
los hay algunos que más
y otros que hasta por detrás
te abrazan como los osos
y siguen a su compás

 

No he de bailar al compás
del abrazo por atrás
de algún oso corpulento.
En lo moderno, verás,
he salido un poco lento.​

 

Sé de un marido tan lento
que por apenas correr
no le dio tiempo a volver
a su casa en un momento
y perdió todo el querer

 

Tal vez a dicho querer,
haciéndose el lento y cojo,
lo deseaba perder
si le causaban enojo
las mañas de su mujer.​

 

La lista de su mujer
era su dueña y su voz,
tenía todo el saber.
El pagaba el alquiler
para evitar una coz.

 

Tengo en el pie rozadura
pues me ha resultado aciago
el Camino de Santiago
que no resulta aventura
ni el mensaje yo me trago.

 

Es una imagen dantesca,
un insulto a la razón,
haber salido al balcón
y presenciar la grotesca
cadencia de un gordinflón.​

 

La situación es dantesca
aunque es frase muy manida
referida a la movida
donde todo el mundo pesca
es por desgracia, la vida

 

Sigo raudo al gordinflón
porque me ha vuelto a pasar
que me ha dado un revolcón
otra vez Herme al versar
mas rápido que un trotón.

 

Pasó un jamelgo trotón
que jalaba un carricoche
yo estaba en el malecón
como caía la noche
le pedí un aventón

 

Y me diste un aventón
fue porque estaba lloviendo
tuve suerte de a montón
oías una canción
que también yo estaba oyendo.​

 

Qué fue lo que estaba oyendo
es la terrible cuestión,
todo ha sido una traición
que me sigue destruyendo
el cristal del corazón.

 

Resulta que el corazón
es el juez de nuestros hechos
que considera deshechos
si domina a la razón
y no se atiene a derechos.

 

Se conculcan los derechos
humanos de la nación
hay rebeldía en los pechos
pues los cerebros estrechos
violan la Constitución



Gracias, Erme, solucionado

 

El tercero te ha quedado de nueve, Pi. Gran saludo.

Cambiar la Constitución
nunca es tarea sencilla.
Líderes de pacotilla
optan por su abolición
por ser ídolos de arcilla.​