Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Es necesario que clave
en la pared otro clavo,
ya que la ropa del chavo*
al tenderla ya no cabe,
y ahí lo haré cuando lavo.

*Muchacho.

 

Todos los días me lavo
los dientes tras la comida,
aunque me siento un esclavo
dependiente del lavabo
no me queda otra salida.

 

Yo me hallo en una prisión
donde me tiene cupido
y me causa desazón.
Mi libertad yo le pido
y más me clava su arpón.​

 

Al final desenredé
el lío en el comité
con un sencillo sistema
que requiere algo de flema:
tomémonos un café.

 

Y tu aludes al café
un café que a mi me quema
pues se presenta el dilema
de si azúcar le pondré
por si me produce flema.

​

 

Y siempre el mismo dilema
si existe un dios o la nada
o la ignorancia suprema
de ser la mugre o la gema
de una ilusión constelada

 

Es la fresa una frutilla
mas la guinda no es cereza,
menos, malta una cerveza
o tropa chica, tropilla.
¡Quién tuviera la certeza!

 

Si alguien tiene una certeza
es un ser afortunado.
Yo no tengo esa destreza,
pues no para mi cabeza
y termino mareado.

​

 

Insoportable truhán,
aunque un pájaro canoro,
resultó ser el Don Juan
que con guitarra y sin coro
flechó a todas con afán.

 

Hay que luchar con afán,
y llegar hasta el final
en la cima del cordal
por mojar jamón y pan
con vino de tu morral.

 

Usaba yo mi morral
y collares de mil cuentas
paseaba por Parral
con extrañas vestimentas
era allá por los setentas.

​

 

¿No fue allá por los setentas
cuando Tolkien murió?
Historias nos dejó cientas
de amistades y de afrentas,
su universo nos legó.​

 

Tanto tiempo de congoja
no es bueno ni saludable,
buscaré una pelirroja
en mi provicincia, La Rioja,
y seré con ella amable.

​

 

Hombre sincero y amable,
para muchos sin igual,
era Aniceto Pascual.
La pobreza insoportable
fue su pena capital.

 

Cierta etiqueta social
se ha transformado en historia.
Hoy te tratan como escoria
(¿es que será universal?),
casi en forma vejatoria.

 

Me resulta vejatoria
la maldad de aquella historia
contada con interés
y mostrada del revés
buscando solo su gloria.

 

De una manera ligera
y sin meterme en embrollos
escribo yo aquí mis rollos
a veces mi alma se esmera
mas hoy ni para repollos.

​

 

A la sombra de una encina
contemplaba la belleza
de la montaña divina
que su hermosura fascina
y lo digo con franqueza.

 

No logro hablar con franqueza
pasa el loco por muy cuerdo
tiempo le doy, tiempo pierdo
ya me agobia la cabeza
hoy me gritó el muy cerdo.

 

Mira que está bueno el cerdo,
ese animal tan extraño
que tiene pintas de lerdo,
pero también os recuerdo
que comer mucho hace daño.

​

 

Pues no se que ha pasado, el anterior al mío acababa en encina