Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Dijo el loco, “¡qué de sastre!”
estando en la sastrería.
Como nadie lo atendía
dejó que se zaparrastre
la túnica que vestía.

 

La melancolía vuela
en Domingo compungido;
no cumplieron el pedido
de picarse con la espuela
y perdieron el partido.

 

Se ha terminado el partido
Te lo dije, anda y vuela
vete de aquí, te lo pido
adonde menos nos duela
Hay lugar para otro nido.

 

La chocita era su nido.
Poroso el techo de paja,
la lluvia que poco ataja
deja un olor a podrido
cuando se filtra y no baja.

 

Por poquito me hago cisco
cuando cayó una maceta
desde el balcón de Francisco
ese muchacho que es bizco
que siempre ha sido veleta.​

 

Sé que le llaman veleta
y me parecen injustos
que todo es cuestión de gustos
y cambiarse la careta
no ha de crearle disgustos.

 

Desprovisto de cobijo,
con el rabo entre las patas,
al quiltro que además atas
le sirves un revoltijo
de horrible comida en latas.

 

Si comes mucho de latas
absorberás el metal
para sentirte fatal
si no empleas abrelatas
en conservas de nopal.

 

Yo disfruto del nopal
el llamado higo de tuna.
Los comí desde la cuna
y son algo celestial.
Los prefiero a la aceituna.

 

Los prefiero a la aceituna.
Yo también, amigo Gildo;
pertenecen al Cabildo
de la dichosa fortuna,
de caprichosos los tildo.

 

Indagaban concejales,
en un estado perplejo,
acerca de un tema viejo:
la razón de nuestros males.
Deben mirarse al espejo.

 

La mirada en el espejo
no devuelve la verdad
es apenas un reflejo
a veces necesidad
de sentirse menos viejo

 

Mi padre era un tierno viejo
me llevaba a pasear
en su sombrero al montar
usaba su barbiquejo
era alegre su cantar.​

 

Algunos llaman cantar
a soltar horribles trinos,
que se vayan a los pinos
y que terminen de aullar
cubiertos de palominos.

 

Para mi la soledad
que sentimos los humanos,
cuando se va de las manos
y ocultamos la verdad,
no nos permite estar sanos.

 

Ayer noté que están sanos
los frutos de mis manzanos.
Los he cuidado con mimo
que para eso los estimo
y han llegado a ser decanos.

 

En la Junta los decanos
debatían con denuedo
y en la calle los paisanos
ya con rifles en las manos
señalaban con el dedo.

 

Apuntaban con el dedo
al pasar por esa calle
a los que, unidos del talle,
no les importaba un bledo
ni un matiz de ese detalle.

 

Con tu presencia traspasas
el umbral de la ironía
y tocas la melodía,
al penetrar en las casas,
de tu enorme simpatía.


Gracias, Maramín.

 

Es sabido que traspasas
toda norma del derecho .
¿No te duele un poco el pecho
cuando obligas a las masas
a vivir sin pan ni techo?

 

Las estrellas son mi techo
cuando no puedo dormir
por todo lo que aún no he hecho
pero sueño con vivir
para avanzar un buen trecho.​