Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Ha sido por el cambio de página. Disculpa Maramín; es su quintilla la que hay que seguir. He metido una Lira para reforzar el poema. Espero se me permita el detalle.

No creo que delira
quien confunde una estructura y se marca
una brillante lira.
No llamaría carca
a quien lo hace; primero fué Petrarca.

 

Yo vi una vez a Petrarca
en una lúgubre noche,
parecía un gran jerarca,
y navegaba en su barca
porque no tenía coche.


​

 

Y serán más callejeras
si no seguimos las normas
de colocar las postreras
palabras de las primeras
quintillas según las formas.

 

Tal vez las buenas reformas
sean buenas sustitutas
si con nuevas plataformas
plasmamos cosas astutas
y hermosas, casi impolutas.

 

No hay verdades impolutas
que soy de los que valora,
si veo que al balón chutas
y para nada te inmutas,
cuando en la grada se atora.

 

Ese novio novillero
no deseo para mi hija
ni quiero un yerno torero
y menos banderillero.
Veamos en quien se fija.

 

“Tal vez elija a un visir”,
piensa Cyrano abrumado.
Poco vale discutir
si al fin le vas a decir:
“¡Buen partido no has buscado!”

Me preguntaba si ABAAB vale.

 

Eso es lo que se aduce,
es la simple realidad.
No descarto que se cruce
(cuando el tino se rapuce)
gen con chip con feridad.

 

Amigo Erme, no es solo que la secuencia ABAAB valga, es que es la indicada en la Normativa, como la condición de utilizar al final de nuestro primer verso la última palabra del último verso de la anterior quintilla quincallera.

Asalto con feridad
esta quintilla aclarada.
Si les digo sin maldad:
-ese arbusto desmochad-,
lo harán con ferocidad.

 

Además de seguir la rima con la última palabra de la anterior quintilla, algunas veces oí decir que no era aconsejable terminar una quintilla con pareado.

Feroz de ferocidad,
descarte por si las moscas;
y antes que la ambigüedad,
y en honor a una verdad,
mejor pulir piedras toscas.

 

Tanto y tanto desdeñar
la paz de un simple momento,
tantas aves sin mirar,
casi ni oírlas cantar
al marcharse con el viento…

 

Se lleva el viento
gotas de sal;
tanto yo siento
que siendo ciento
es lo normal.​

 

¿Quién sabe qué es lo normal?
lo habitual en este día
en el que gobierna el mal
con su taimado manual
que alguno ya conocía.

 

Paleopatología:
ciencia de enfermedades
de la cristalería
ósea de las edades
en nuestras mortandades.

 

Los años traen edades,
trae el presente el desvelo,
que aunque atore mocedades
invita a arriesgar el vuelo
según nuestras facultades.

 

Tal vez no en mis facultades
esté el que pueda explicar
a sus nobles santidades
que se ha de rescatar
la palabra, al rimar.​

 

Se le llama “epiquerema”
al probado silogismo.
Es amigo del teorema
(nada que ver con la enema)
y asesino del sofismo.

 

Perdió la razón
por unos amores;
negro corazón
sin ver los colores
lleno de dolores.
​

 

Con una barbimorena
mujer de circo fricaza
paseaba por Santa Helena.
Maní nos daban, sin pena,
y otros nos dieron caza.

 

Le llegó su Trafalgar
al maldito del patrón.
Ella lo va a abandonar.
Sin un euro ha de quedar,
se la roba un bravucón.