Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

El alambique destila
un brebaje de Satán.
Las gargantas nos dirán
cosas que el seso vigila
pero lenguas soltarán.​

 

Dicen que lo soltarán
si me acerco a su vivienda;
ser empleado de Hacienda
implica que el gran Sultán
me vea como merienda.

 

Es hora de la merienda
todos hablan a la vez
una confusión tremenda
Al derecho y al revés,
sin que nadie los reprenda.

 

Ya presagio la reprenda.
Aquí hay un clima de tedio,
lanzas clavadas de asedio,
antesala de contienda.
¡Quién diría, en este predio!

 

Adquirimos aquel predio
para hacernos una casa
sin saber que lo que pasa,
y no tiene ya remedio,
es que un ocupa la arrasa.

 

El tiempo con todo arrasa
y es la ilusión pasajera,
la prisa no es consejera
ni la reflexión escasa;
no vayas a la ligera.
​

 

Pero vas a la ligera,
pese a todo, sin un freno.
Te escucharán como un trueno,
caerás como una fiera
en la trampa saetera.​

 

En la trampa saetera
perecí como un cualquiera.
No supe ver las señales
que resultaron mortales
en mitad de la pradera.

 

"Cobarde de la pradera",
nos decía esta bobada
Chiquito de la Calzada
con una gracia torera
y... ¡menuda risotada!


​

 

Escupió esa risotada
-casi también sus pulmones-
diciéndole a los matones
que es la punta de su espada
destino de bravucones.​

 

Destino de bravucones
fue la espada del gascón
que, además, tenía el don
de hablar haciendo canciones
y de amor eterno guion.

 

Comas, comillas y guion,
diéresis y contracción,
que si es punto o son dos puntos…
¡Qué mentales contrapuntos,
me producen confusión!​

 

Qué grande es la tentación
de que fluya la conciencia
para olvido de la ciencia
y de la estricta sanción.
Surrealista apetencia.​

 

Valoro como apetencia
de José Luis la ocurrencia
de buscar la tentación
con una gran confusión
y sin peso en su conciencia .

 

La quimioluminiscencia
es el arte de Natura
de brindar una hermosura
cual azul incandescencia
en la medianoche oscura.


​

 

Su piel es de noche oscura,
su espíritu de premura
por olvidar el ayer
y convertir su locura
en algo en lo que creer.

 

Nunca falta en qué creer.
Hay en la fe una caverna,
la formada en la taberna
o en la búsqueda del ser,
en matices que discierna. ​

 

El día que discierna
entre bueno y dañino
habré dejado el vino
en favor de una tierna
ración de tu nervino.​

 

Dijo, - tómate el nervino,
estás fuera de control.
Odio cuando toma el rol
de muy sapiente y divino,
¡Qué vaya a ver el futbol!​

 

Me gusta mucho el futbol
tomándome una cerveza,
pero tengo la certeza
que si no meten un gol
me dolerá la cabeza.




​

 

Es de la marcha cabeza,
aglutina muchas voces
que suenan siempre feroces
y con una gran destreza
esgrime los altavoces.

 

Encendidos altavoces
de la poesía urbana.
es albor, dicha lozana,
claro despliegue de goces,
y de la vida es guardiana.​

 

Siempre ha sido la guardiana
de las normas y principios
dejando a un lado los ripios
y, de forma meridiana,
evitando participios.

 

El uso de participios
lo tildaría de abuso,
un recurso del obtuso.
Va en contra de mis principios
y a su empleo me rehúso.​

 

Si no quiero algo, rehuso.
Si llevo ropa, la uso.
La hache es la diferencia
y se precisa paciencia
según el manual dispuso.

 

El viejo reloj dispuso
que es hora de cocinar.
Por eso me ves pensar
y con un sudor profuso
a qué restorán llamar.​

 

Es preferible llamar
y tener mesa segura
que contar con el azar
y sufrir esa tortura
de una cena junto al bar.

 

Era un gorilón de bar
con sombrero de ala ancha,
fornido y pidiendo cancha,
proclive a vociferar
tratando de pelear.​

“Pedir cancha” en lunfardo significa pedir con vehemencia que nos abran el paso.

 

Nunca quise pelear
porque no quiero hematomas,
prefiero estar en las lomas
de los montes que en un bar
donde pronto te desplomas.


​

 

Si lo digo te desplomas,
mas si callo no confías.
¡Qué tristes son estos días
cuando a la ventana asomas
buscando tus fantasías!