Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

El ave volaba al ras
del incendio en la arboleda
ignorando las demás
que escapaban y en un ¡zas!
porta su progenie queda.
​

 

Enmarañado se queda
frente al panteón del lindero,
y cuando se desenreda,
gritaba por la vereda:
Patitas pa' que las quiero.

 

Decirte cuanto te quiero
para mi no es suficiente;
deseo que el mundo entero
lo sepa por mí primero
que eres dueña de mi mente.​

 

Te pido que abras tu mente
intrépido peregrino:
siempre existe mala gente
para alentarte, insistente,
a desandar el camino.

 

Elegir un buen camino
no es fácil en nuestras vidas,
drogas, mujeres y el vino
pueden marcar tu destino
si un poquito te descuidas.



​

 

Por el oro y el dinero
bailan monos y politicos.
Pero el pobre pordiosero
(muy delgado, puro cuero)
solo ve días raquíticos.

 

Entre calles andan, corren,
sin ser perros callejeros,
con sus zurrones en cueros.
Por sí mismos se socorren
dormitando en los cajeros.

 

La mañana encatadora
con el canto de las aves
levantando de la estora
este cuerpo que en otrora
se acostumbrara a las raves.​

 

Que no decaiga la fiesta,
revivamos las quintillas,
espero vuestra respuesta;
dejad a un lado la siesta
y ocupad ya vuestras sillas.

 

Voy a comerme las flores
que mi amado me ha traído
junto a unos buenos licores;
son prenda de sus amores
y de ellos he presumido.​

 

Ya dirás si has digerido
las flores sin más problema,
yo nunca las he comido
ni crudas ni en un cocido,
tampoco untadas de crema.

 

No voy a dar ni una pista,
dejo a la imaginación
del inopinado artista
o del rudo periodista
la clave de esta ficción.

 

Aun no sé si son ficción
los viajes de Tablada
a su admirado Japón;
si lo fueran no hay traición
por esa visión nevada.​

 

En la montaña nevada,
donde el silencio gobierna
y el frío halla su morada,
la vejez no importa nada,
nuestra alma se siente eterna.


​

 

Al mismo cielo sostiene
la sierra del Himalaya
donde aún la nieve tiene
la blancura que deviene
en las aguas de la zaya.
​

 

Va casi seca la zaya,
hoy se pueden ver cangrejos
mirando de una atalaya,
pero es raro que los haya,
habrán venido de lejos.

​

 

Me miró desde muy lejos
mostrando gran interés.
Muy rápida de reflejos
se acercó a echarme los tejos
y yo le dije: a tus pies.

 

Donde te llevan los pies
un pedacito de ti
permanece en lo que ves
y lo único que en ti es
por siempre se queda allí​

 

Dijeron que eran de allí,
que venían de muy lejos;
el mapa en sus manos vi
y una Agencia presentí:
otros turistas perplejos.

 

Colisionan las culturas
en este mundo global.
Hay derroche de locuras,
odios, broncas y censuras
en la sociedad actual.

 

Más vale ser realista
en este mundo de locos
o te ponen en la lista,
y que la suerte te asista,
que se aleja de los focos.