Renuncio al mundo

He renunciado a las habilidades
de la competición de los humanos,
al planeta en que vive mi materia.

Me he unido a los raros ejemplares
de la especie, poetas sordomudos
que reconocen la quietud del tiempo.

Y desecho los préstamos mediocres
de la velocidad,
porque yo exijo
la concesión exacta de sus átomos.

Y solamente tú
sabes los códigos
que abren la luz, que abren la luz más rápida
antes de tropezar
otra vez en las leyes de la hoguera.

 

Estupendo otra vez... no es ninguna novedad...

 

Sin duda Aler,
vivir se ha convertido en ser más,
tener más, y volar para amasar
tiempo de mediocre calidad a precio desorbitado.

Detenerse en esa gota que tiembla
anónima en cualquier rincón,
contemplar la puesta de sol
desde algún lugar privilegiado,
y sobre todo compartir un café
en grata charla reposada,
son ya cosas del pasado.
Hay que correr, hasta que la tierra
que nos cubra siga moviéndose por inercia.

Buen poema Aler,
y reflexión común.

Un abrazo.

 

Apreciado poeta Aler-ego: Es verdad lo que apuntan nuestros compañeros. En primer lugar, un poema excelente, como los que vienen identificados con tu firma. Y en segundo lugar, tal excelencia es cualidad no solo del diseño sino del contenido. Sin dejar lo poético se convierte en un canto de reacción en contra del sistema, circunstancia exterior que el poeta encuentra muy viva en sí mismo: "al planeta que vive en mi materia". Me suscribo, reafirmo y sostengo el mensaje que recibo y lo hago mio, en mi empatía hacia el cantor que se levanta a protestar contra la competencia, contra la velocidad y sus préstamos mediocres y en definitiva "porque yo [también] exijo / la concesión exacta de sus átomos" . La velocidad es necesaria, es parte, pero no puede arrollarnos y convertirse en un estilo de vida para todo. (Espacio reservado para aplausos a tus versos).

Y es que el poeta, hablando consigo mismo, se proyecta a la vez hacia los demás: el código, la clave del asunto, la tiene cada uno -el poeta habla por él, pero su voz representa la voz (¿del ser conciente?) del congénero humano. Alguien lo plasmó de alguna manera: el hombre es el único miembro del reino animal que cae dos veces en el mismo hoyo, o como bien dice el verso final de "Renuncio al mundo": tropieza "otra vez en las leyes de la hoguera". (Letra en negrita añadida por quien comenta).

Un saludo fraterno,

Herbert Luna