Rogatio poetae desesperati

El albañil construye,
el pianista, aunque vejado por las notas,
pulsa su tecla, que su música da,
el joven ama y llora,
el adulto engaña,
el viejo enceguece y muere.

No sólo no hay trabajo para el que escribe,
no hay nacimiento, juventud,
madurez, vejez, muerte.
No hay vida.

Estupefacto por la enajenación de Descartes,
proyecta una ficticia realidad en un papel,
pero sus personajes lo sobrepasan.
Además, sus personajes no nacen,
no crecen, no envejecen, no enceguecen, no mueren

Hado infausto,
trazado por una Moira embaucada,
embaucada en nombre de Musas erínicas.

Un rema, si aun eso fueras,
si fueras al menos la posibilidad de realidad,
pero no, ambos lo sabemos,
tus notas son las mías,
mis cantos los de Jehová.

Tus versos son de nadie,
eres nadie,
tal vez este poema no exista,
o acaso algo peor,
quizás si exista y sirva de salario
a un cuerpo que sus letras no merezca.