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Rubiel

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Piedad Acosta Ruiz, 27 de Marzo de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 695

  1. Piedad Acosta Ruiz

    Piedad Acosta Ruiz Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Julio de 2011
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    Hay personas tan grandiosas detrás de los muros y escritorios haciendo historia, que en este abril por equivocación o acierto, en su escritorio una mariposa se posa.
    RUBIEL
    Señor tiene la bondad,
    necesito a Juan Salvador Gaviota,
    ¡Si!, primero estoy con ella, luego con el señor
    y luego le atiendo a Usted.

    ¡Camila! colabóreme con estos prestamos ¡por favor!.
    Si, esa era la manera en que Rubiel,
    amaba sus muchachos en la distancia,
    y a sus maestros desde que llegaban,
    los mismos chicos que pasaban
    en las duras sillas de madera,
    los momentos más hermosos de sus primaveras.

    El les mandaba sus maestros cargados de películas y libros,
    para que su paso por la escuela les fuera fructífero,
    para que amaran el conocimiento y el mundo de los libros.

    ¡Profe!, te miraba, aquí tienes tus siete videos,
    Para el 14 de abril,
    al lado de los dos ángeles,
    tiernos como el maíz en mazorca,
    cuando apenas se inicia la cosecha.

    Se dirigía a sus pupilas con esa amabilidad,
    cortesía y sabiduría que dan los años,
    organíceme este material y atiéndame al profesor.

    Se había hecho hombre parco,
    controlador desde las escalas,
    de los pasos de los maestros
    que entraban y salían de su sindicato ADIDA.

    Nunca le vi enfermo, triste y amargado,
    hasta exposiciones de cartas famosas de amor,
    en tiempos mozos, en sus vitrinas exhibía.

    Sus ojos se extendían hasta la cafetería,
    en donde a diario, un profesor
    en su silla azul, ya jubilado,
    leían y leía, hasta llegar el tiempo
    de acercarse a su colegio.

    Ese mismo maestro
    que llenaba su corazón con la alegría,
    que los chicos traían,
    después de aprender su lección,
    o saliendo con chillidos, gritos,
    aviones y pelotas a comer un helado,
    o un mango biche,
    de los mismos que compran
    en la esquina de la escuela,
    mientras se despedían y uno que otro,
    alguna moneda para un dulce pedía.

    Ese nuestro Rubiel de ADIDA,
    nunca supe si fue sindicalista,
    sólo que era obsesivo por el orden
    y que todo estuviera a la vista,
    que nada se perdiera.

    Don Rubi al teléfono, le decía
    la alfabetizadota con voz tierna,
    no ya no, ya colgaron,
    ¡Ah! exclamaba,
    es que no me dijeron,
    eso tiene que ser ahí mismo,
    y un gesto…. uumm.…
    gesto de bondad, de amabilidad.

    En esa Medellín,
    cuyos maestros a sus jóvenes vieron desangrar,
    por la narcopolítica, la pobreza y desigualdad…

    Don Rubiel se apartaba del computador por unos minutos,
    se rascaba la oreja izquierda,
    y mientras cinco maestros esperaban,
    el material para alegrar e instruir a sus muchachos,
    Rubiel se angustiaba, hablaba, callaba,
    acordaba en sala separada,
    como arreglar la carátula de un CD,
    donde alguien muy importante faltaba.

    Y yo escribo mientras el habla, presta,
    trabaja como laboriosa abeja,
    preguntando a sus pupilas,
    ¿cómo van…?,
    muy bien respondían,
    él con tiernas palabras las estimulaba,
    mientras el tiempo en un reloj
    fija la hora del tiempo del esplendor del fervor,
    sin que nuca se le escuchara una queja en la menor.

    Así es Rubiel, como quien ha recorrido escuelas
    y geografías con sus libros,
    sonríe y llenando de esperanza la vida
    de nuestros heroicos maestros,
    que se escaparon de la muerte,
    porque no están en el cartel de los docente muertos,
    con los que recibe ADIDA
    las flores de angustia y dolor,
    de los artífices del más sublime acto creador.

    En el tercer piso de ADIDA,
    se bebe infinito y añejo vino.

    ¿Cómo vive rubiel?
    es el secreto que guardará
    en sus páginas un libro,
    del maestro de maestros,
    que por fortuna nos regaló
    tras una tempestad,
    el desafiante
    e imperdonable destino.
     
    #1

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