Siempre me encontrarás aquí sentado.

Siempre suelo sentarme en los acantilados más difíciles, para apreciar las vistas y descolgar los pies que me soportan… y con la confianza de que nadie me empuje.
Muchas gracias y un fuerte abrazo con cariño, Alicia.

 

La verdad es que es todo un descanso sentarse y contemplar el infinito, pero sobre todo fijándose en los detalles.
Hola Anna y mil gracias por asomarte a este mismo acantilado.

 

Muchas gracias, estimada Nancy, y siempre bien venida a esta ventana que proyecta la visión mucho más allá del barranco donde los pies quedan al aire.
Un abrazote desde estos campo y a la espera de volver a subir a mis precipicios favoritos allá por la montaña.

 

Siempre se espera, y lo bueno de hacerlo sentado ante el precipicio es que la mirada alarga su visión y ya nada corre prisa.
Muchas gracias, Brise, y un poético abrazo.