Tengo un silencio sádico que incita

Recuerdo que ese invierno fue un disparo.
Fue rompiente de mar a quemarropa
sobre el filo de piedras de aquel faro
que apuñalaba sombras en mi tropa

de agallas cada vez con más descaro,
diezmándome el pavor de baja estopa.
El cóctel de tinieblas se hizo claro.
Le vi beber mi sangre en una copa

mezclada y profanada por el rito
en esa negra iniciación maldita
cerrada en el ahogo de mi grito.

Si el hoy existe, tu clamor me irrita
y si me abres tu puerta te visito.
Tengo un silencio sádico que incita.


​

 

¿Placer?
Ok
Muchas gracias, Alde.
Un abrazo.

 

Qué manera de sembrar sonetos, ya me dirás donde está el huerto.

Un abrazo.

 

Tienes que preguntarle a Luciana quien lleva años sin una pausa.
Muchas gracias, Iguazú.
Un abrazo.

 

Tendré que preguntarle, entonces, aunque no creo que sea el mismo huerto.
Lo digo por las hectáreas que necesita dada la cantidad que recoge y muestra en su escaparate.

Otro abrazo.

 

Visto así, es nuestra terrateniente.
Un abrazo, Iguazú.