Tercetos encadenados

Cadena que es condena
con la bola de hierro y los grilletes
cuando el hilo nos vive dando pena.​

 

Deshumanización
es la simple palabra que describe
lo que causa esta Rusia del cañón.​

 

Yo no sé si es que en Rusia aún se vive,
si vivir significa ser mandado
por tirano sin ley. Se sobrevive.​

 

De esperar la señal estoy cansado
aunque grande es la casa, vivo preso
da coraje ser pobre y maltratado.

 

El caldito se fue poniendo espeso
por temas de tevé muy cataríes.
Ahora me llama el “obeso obseso”.

 

Ahora hablan mal de los cataríes
por esas tradiciones tan machistas.
Ricos son y las cubren de rubíes.​

 

Son individualistas
los jóvenes del móvil deleznable,
en el bus como zombis futuristas.​

 

Nadie quiere que hable
de elecciones que son dignas de risa
de votar, botaría al miserable.

 

Yo no quisiera que esto fuera a mal.
Empezó sin querer, como al desgaire,
pero se fue enraizando y fue caudal.​

 

El primero es de ocho, estimado.

En un atardecer
te vi partir, más bella que la Luna
cuando se empeña un sol resplandecer.​

 

Parece ser que hay fiesta
la rumba ha comenzado desde ayer
asaron un lechón en la floresta.

 

Siempre es digno de ver
cómo pega un montuno allá en su tierra.
¡Con lechón un roncito hay que beber!

​

 

Ya no sé que beber
me parece que no será más que agua
me importa más salud que gran placer.

​

 

Eres mi lampalagua*
constrictora de sueños y esperanzas.
Como Serrat… atado de tu enagua.​

*f. Arg. Serpiente de la familia de las boas que mide unos 2,5 m de longitud, tiene coloración amarronada con manchas amarillentas, vive en las serranías y llanuras del norte y noroeste de la Argentina y se alimenta de aves y mamíferos pequeños.

 

Sin tener que ascender, a verlo alcanzas
sé que jamás dejaste de insistir
y a través de los tiempos siempre avanzas.

 

En el Guadalquivir
hallé los ojos de una cordobesa.
Ojos a los que vamos a morir.

No, ¡no son de condesa!
No son pupilas ciegas de diamantes.
Son de una gitanilla muy traviesa.​

 

Solo la Muerte besa
con fuerza el último de nuestros besos.
Solo su rostro macilento pesa

en todos los decesos
de los antepasados que se van
también y que en tu pecho estaban presos.
​

 

y no preguntes más a donde están
el beso de la muerte es un secreto
de allá vinieron, sé que volverán.

 

Se acerca un esqueleto
cada noche a mirarme, inquisitivo.
Se muestra muy nervioso y en concreto

desconozco el motivo
por el cual se apropicua en el armario.
Ríe. Tal vez soy yo, muerto y festivo.​

 

Me resulta genial,
fantasmagórico, sutil, burlón
y loco tu disfraz de cardenal.
​

 

No gastes los ahorros
en la gran afición que te compulsa
que es la cría de razas de cachorros

 

Te quedó tan insulsa
la confitura que ya me dispongo
a cubrirla con kilos de esta mulsa.​