Tercetos encadenados

De pequeño, Imanol
más que un nombre creí una medicina.
Todo era simple, juegos bajo el sol.​

 

Es tu amor que ilumina
a la noche que a veces es tan negra.
Son centellas tus ojos, diamantina

de luces tan brillantes que me alegra
y mi noche transcurre alucinada.
Tristeza mi alma legra.​

 

Nunca me das respiro.
“¡Lava los platos, limpia las letrinas!”
Me arrugo de dolor como un papiro.​

 

Aunque te escondas tras las bambalinas
te siento como piedra en el zapato,
es que correrte me da sudaminas.​

 

Siempre insatisfecha
dices quedar en este restaurante.
Hoy fue el vino de pésima cosecha.
​

 

¡No! ¿otra vez con tu queja rimbombante,
quejarte para vos es un deporte?
No queda quien te quiera que te aguante.​

 

Si pifio desesperas
cual rudo caballero de noventa.
No lo tomes a mal, porque te ulceras.

Arreglado.

 

Me dices con palabras malsonantes
que no te quiero bien, que soy esquiva
y yo solo te digo, no levantes

el tono de tu voz que a mí me priva,
mejor no me atarantes.
Luego vas a decir que soy altiva.​

 

Son insignificantes
las cosas que supones un problema
dentro de nuestros ánimos cambiantes.
​

 

No bajé la persiana.
La ciudad es violencia a los sentidos.
Ahoga un ave el canto en mi ventana.
​

 

Hay trinos que me alegran con sonidos
agudos y preciosos, musicales,
mas no sé qué aves cantan en sus nidos.​

 

La alondra fue frescuras
que tanto reclamara la pradera,
saudade de una imagen de llanuras.​

 

Siempre se nos escapa la cometa.
Podemos escribir la vida entera.
Devuelvo la asonancia en cuchufleta.​

 

Aunque no quiera, pienso a mi manera
y aunque me den consejos, yo suspiro
esperando encontrarte antes que muera.​

 

Resulta inconducente
llevarte la contraria alguna vez.
Si pierdes, enloqueces de repente.

 

Frasecitas sabidas las de trigos,
oros y soles en tu cabellera.
Te piropean, sufro desobligos.​

 

También perros falderos
de punta en blanco, moñudos, lanudos,
nos convierten las calles en chiqueros.
​

Me es más familiar la forma menos usada, “de punto en blanco” por cuestiones regionales.

 

Estoy llena de nudos
las palabras se enredan y no salen
y mis diálogos son ahora mudos.​

 

Las palabras no valen
pues no las hay en las encrucijadas
de instintos sin que amores los avalen.
​