Tercetos encadenados

Le pasaste el cepillo
al plato en el muy fino restaurante.
Pareces, muerto de hambre, un cochinillo.
​

 

Este esperar continuo
no se termina nunca, pues reinicia
en latir discontinuo.​

 

Tal vez fue por malicia
que arrasaste con todos mis puntales.
Ya no me sostendré sin tu caricia.
​

 

Yo sufrí arrestos* tales
cuando fijaste en mí tus intenciones
que cedí, pues temí fueran fatales.​

*Arresto: Arrojo o determinación para emprender algo arduo. Tener arrestos para algo.

 

Harto de abracadabras
que lanzas con tu don de pitonisa
estoy; ¡no más pasiones tan macabras!​

 

Me pesa este equipaje.
Parece que llevara un finadito,
yo diría es cajón para carruaje.
​

 

Ha sido muy bonito
resolver los problemas por mí misma,
era mi angustia tal, que casi grito.​

 

Hay cosas primordiales
y la política del buen vecino
es una de esas cosas esenciales.​

 

Casi no tomo vino,
mas me gusta brindarlo en fin del año.
Me alegra compartir con el vecino​

 

Como les comentara, en Costa Brava
una señora entrada en carnes quise.
Siempre fue de las lonchas una esclava.​

 

Apenas un boceto,
una prófuga idea de tu mente,
nos puedes regalar con un terceto.
​

 

Tal vez sea un terceto inconveniente
que seduzca tu noche
y te deje anhelante y te atormente.​

 

La cocina es cochambre
y es pésimo el servicio en esta fonda.
Te causa en el estómago un calambre.​

calambre de estómago
1. m. Med. gastralgia.

 

Tal vez es un don de intrépidos egos
lo que lento atrajo esta alma perdida,
mezcla de arrogancias, belleza y fuegos.​

Sorprendente y no por eso totalmente inusual su decisión de hacer tónica la quinta sílaba. Hay algunas cosas muy elegantes al respecto dejadas por el poeta mexicano Rubén Bonifaz Nuño:

A solas, oscuro, sin ti, vacío,
en la vasta noche, sin ti, desierta,
buscándote llego junto a tu puerta,
húmedas mis sienes con el rocío.

Se han analizado sus experimentos rítmicos desde el punto de vista académico:
J. E. Martínez, Rythmica, XI, p. 89 (2013).

 

Arreglado. Gracias por pillar eso.

Con un ojo lee y otro repasa.
Además, es miope el pobre bizquillo
y de entendedera lerda y escasa.
​

 

Con un estrafalario
trazo le dedicó un procaz poema.
Lo arrestó por acoso el comisario.​

 

Es enorme el arcón
de los recuerdos desde que partiste.
Se queda ahí, mirándome burlón,

porque mientras viviste
aquí se definió de perfil bajo.
Es solo un monstruo desde que te fuiste.​

 

Me gusta oír el bajo
de notas melancólicas y graves
me recuerda tu voz, es mi agasajo.​