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Tras las fronteras de la muerte.

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Poetacandente, 12 de Mayo de 2005. Respuestas: 2 | Visitas: 1105

  1. Poetacandente

    Poetacandente Poeta asiduo al portal

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    Tras las fronteras de la muerte.

    En esa noche, se llevó a caco una profunda taxidermia. Lo disecaron hasta que la gradual ausencia de su alma se manifestase dilatando su pupila (como para que su alma pudiera salir), a la vez que, saliera gradualmente como un vaho por sus fosas nasales. El paso de su vida a su muerte fue paulatino.

    La vista del paciente se escondía desviándose al vientre de un ocaso de pestilencia y relojes amedrentados.
    El olor de un clima aterrador se filtraba por su nariz, mientras que acudían al quirófano los especialistas. Trataban, con movimientos precisos, de que su luminosa esencia no se hiriese con los objetos cortantes de la sala de operaciones. E hicieron lo incorrecto: la hirieron. Al instante, el paciente sufrió espasmos: su alma, con furia, se meneaba con el fin de liberarse de ese invisible material adhesivo que la mantenía en su lugar. Era preciso apresurarse antes de que la muerte viniese por él. La muerte le consumía de a poco el cuerpo como un fuego consume de un extremo a otro el papel. Su alma gritaba en infrasonidos por el dolor.
    De pronto, dejó de latir el corazón del paciente; su alma, que siempre apoyaba su cabeza sobre un almohadón latiente, para que éste la mantuviese despierta, notó que el mismo dejó de latir, y, de a poco, se dormía sonámbula en un sueño eterno. “¡Apresúrense, es posible que el paciente se encuentre en una muerte clínica!”, exclamaban los operadores.
    Ahora el cuerpo del paciente y su espíritu, estaban manifestando un íntimo momento de desesperación letárgica casi vestida de paz. Al cabo de algunos segundos, el espíritu empezaba a brotar del cuerpo, así como de una herida brota la sangre. Se iba apagada, y despacio, mientras veía que unas personas presionaban el tórax de algo que era ya casi igual de inútil que una alcancía sin monedas, o una guitarra sin cuerdas. Salía de a poco y se destilaba con el cabello del cadáver, mientras decía su boca invisible: “tú pisaste lo mismo que yo y tocaste lo mismo que yo”. Ya el tronco de ésta, se había desprendido del cadáver, y aún tenían que salir, por la boca del cuerpo, la cintura y los pies del alma. Era un momento de indecisión entre vida o muerte. El cuerpo vivía con la mitad de alma que le quedaba dentro, mientras que la otra parte, estaba ya saliendo del mismo. Y en ese instante, los ojos del cuerpo, veían frente a sí mismos, un fulgor continuo que parecía una luz de una lejana puerta sumergida en los extremos de un túnel. Pero no provenía la luz de un túnel, sino de sí mismo. No era la oscuridad la pared del túnel, sino, sus pecados.
    Había sido un doloroso parto en el que una voluminosa alma tenía que salir por pequeñas aberturas de una cabeza. Y, entorpecido su escape por pecados sedimentados en sí misma, el alma debía hacer un esfuerzo por salir. Salía apresurada, sedienta de un sueño real. Si demasiados pecados se acumulaban en los poros del cuerpo dificultando su salida, era imposible escapar, y debía dormir sepultada bajo un manto de polvo. Debía perecer tal como lo haría un tronco; por no tener mérito para trascender. Si a un alma le pasaba eso, debía tener el derecho que posee el polvo para tener el honor de ser pisado. ¿Quién, así, desearía estar atrapado como una botella de vino en una bodega abandonada? ¿Quién quisiera retornar al polvo habiendo sido mucho más que polvo?
    El sueño es la pérdida de noción sobre el mundo material producida por la sensibilidad y la conciencia trabajando juntas; ¿Quién puede vivir en un sueño sin luego despertarse? El único sueño real y eterno que existe es aquel que pierde noción del pecado. El pecado es prácticamente material. ¿Para qué lo necesitamos? ¿Acaso el alma no nos recrimina el hecho de vivir sujeto a los intereses materiales? ¿Acaso el alma no quiere que pasemos de un sueño a otro más real? ¿o seguimos soñando por siempre cuando lo deseamos? Pues ya ven, tal fue la desesperación del alma, que salió propulsada por turbinas de desesperación y de miedo (de cosas indeseadas). Ojalá que ésta se encuentre ahora en los cielos, pero, ¿qué hay del cuerpo?... Tal vez, quedó disecado... disecado por el calor del miedo y la desecación de la desesperación que brotó del alma.
     
    #1
  2. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

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    Y cuando el cuerpo es comido por los gusanos ¿permanecen los barrotes del pecado? o ¿ese periodo de putrefacción es como un purgatorio del que el alma se libera cuando el cuerpo se convierte en polvo???


    Buen relato.
     
    #2
  3. Poetacandente

    Poetacandente Poeta asiduo al portal

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    buena pregunta
     
    #3

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