Trinidad

Una casa con calefacción permanente,

Para calentar el algodoncito de azúcar,

Y asegurar el dulzor de golondrinas,

Que el crudo invierno quiso invitar.

∞

En hogar de magos de tiempos remotos,

Podemos hablar contigo en secreto,

Presagiar tu día de agosto,

Y mecer tu cuerpito de incienso.

∞

Nos desvelamos distintas noches,

Y aunque no es cierto,

Cada uno te visita intercalado;

Cuando tiras a empujar al exterior,

Pero la calle es un volcán contaminado.

∞

Cuando abres tus ojitos de colores,

Que nadie en el mundo puede predecir,

Se deshacen tus más fieles anfitriones,

Que la vida ha dibujado para ti.

∞

Te esperamos con la casa calefaccionada,

Y un océano, sin ápice de soledad,

Con las almas que se visten engalanadas,

A la orilla de una cuna, cuya dueña es Trinidad.

 

Un poema diminuto, como los bebés recién nacidos que pululan por el mundo, y son casi siete mil millones.
El género humano está en la cuna.
Y bueno, sí, gatean bien.
No puedo quejarme. Pero sus quejidos y sollozos, son audibles.
Sólo aprenden a base de Dolor. Pobrecillos. No quieren molestarse en estudiar, o asombrarse ante los hechos cotidianos.
Ellos prefieren, siempre, temblar de Miedo, temblar de frío, temblar...
Siempre, escondiéndose.
Y si alguno da la cara, ya se rinden ante él, millones de bebés.
Y se hace famoso, y es millonario, etc. Pero ¿ Cómo das la cara ? Con la obra de tus manos.
No tanto hablar, que se te va la fuerza por la boca.

 

Muy bello poema, sensible escritura y mucha ternura en estos versos de bienvenida. Un abrazo amigo Gilmar. Paco.