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Tu destino

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por HeberSncNur, 2 de Septiembre de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 565

  1. HeberSncNur

    HeberSncNur Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    2 de Septiembre de 2017
    Mensajes:
    1
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    1
    Género:
    Hombre
    Querida Nadie:

    Hoy he vuelto a ver a la chica del escaparate.
    Hoy, luego de años.
    Llevaba de la mano a un niño;
    imagino que un sobrino suyo.
    Me preguntó que dónde quedaba tal colegio
    y casi le doy la dirección de mi casa.
    Se marchó ignorando por completo
    que varios poemas suyos descansan hoy
    en el umbral de mi silencio.

    Sigues sin aparecer y yo aún ignoro
    a quién escribirle mis próximos versos en prosa
    y mi triste prosa con rima.
    Nunca me había quedado tanto tiempo sin escribir
    y aun hoy, cuando intento plasmar alguna frase,
    me es inevitable pensar en alguien
    como si mis palabras estuviesen amarradas a un propósito.

    No quiero, querida Nadie. No quiero.

    También he visto a la chica de la mirada subterfugia.
    Nunca te hablé de ella. Y no me extraña.
    Era la razón por la que un amigo me odiaba,
    pues mientras ella me miraba a mí,
    él rogaba por un poco de suerte.
    Estudiamos varias semanas seguidas
    en la misma academia, en el mismo salón,
    en el mismo círculo social
    y nunca supe su nombre.
    Imagino que tenía algo que ver con sus ojos claros,
    pero lo cierto es que nunca una chica
    me había inspirado tanta indiferencia.

    Y tú, querida Nadie, sigues adornando cada sueño,
    cada amanecer, cada transcurrir, cada noche
    en las que una palabra mal ubicada
    en el incompleto rompecabezas de mi mente
    es capaz de alterar mis recuerdos,
    hasta volverlos cenizas
    al consumirse en el calor de este infierno.

    Hay veces en las que incluso
    te dibujo tal y como te imagino
    y me hago la idea de que por un momento existes
    y que la razón de mi soledad es porque te espero
    que sólo te has marchado por un instante,
    que no tardarás en regresar.

    Me permito arrancarme un poema,
    como si las heridas se curaran con palabras;
    aquella noche estaba tan triste
    que no sabía si estaba escribiendo
    o si estaba llorando.

    Lo peor de crear expectativas
    es que luego tienes que sostenerlas.
    Será por eso que ya no hago promesas,
    ni me sonrío delante del espejo en las mañanas
    antes de proseguir con un día
    que ya quiero que se termine.
    Será por eso que ya no espero nada ni de mí mismo.
    Será por eso que el amor me cabe en un suspiro;
    será por eso que la felicidad no me dura un minuto completo
    y que mis manos siguen humeantes de frío y ausencias.
    Será por eso que le tengo miedo a enamorarme,
    que ni siquiera sé cómo actuaría ante aquel «sí» tan ansiado;
    que sigo en duda si realmente podré hacer feliz a alguien
    tal como tantas veces me he permitido imaginar
    o si es otro truco de mi inestabilidad emocional
    que últimamente no ha dejado de materializarse
    entre mis manos frías, mis ojos vacíos,
    mi boca sedienta y esta piel desértica.

    Debes pensar que miento, querida Nadie.
    Pero te equivocas.
    Te espero sin quererte,
    y te quiero dentro de este odio disfrazado de tristeza.

    No es que te ame todavía como para seguir esperándote,
    es que ya he aprendido a odiarte como para que cuando vengas
    no tenga que molestarme en abrirte la puerta.
    Ojalá que aquel día sea invierno como ahora,
    así sabrás cuánto duele perseguir un rastro que se pierde
    entre un viento que te escupe en la cara
    lo muy tarde que has llegado a la cita.

    A mi pesar imagino que no te será difícil identificarme.
    Sigo siendo aquel que espera en una estación sin trenes,
    en mitad del frío, haciendo malabares con sus recuerdos,
    mutilando las esperanzas que unas alas rotas
    le hicieron perder en su intento de ser feliz.
    Sólo tú sabes que no soy tan triste como escribo
    ni tan feliz como aparento.
    Que llevo las piernas cansadas
    de tanto ir detrás de aquellas mujeres
    en cuyos rostros esperaba encontrarte.

    Si me ves no intentes sonreírme, no intentes hacerme promesas,
    no hagas nada que evidencie un amago de cariño;
    no finjas nostalgia, no esperes que me emocione.
    Simplemente haz como que me ignoras,
    pisotea esta última mueca de triunfo que me queda en la cara
    y pasa de largo,
    directamente hasta la puerta de mi vida.
    Seguro que sólo ahí, querida Nadie,
    te daré la bienvenida que te mereces.
    Debes saber que ahí está tu destino.

    Y ojalá que aquel día
    siga siendo invierno como ahora.
     
    #1
    A Dreariness le gusta esto.

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