Un ascenso permanente.

Nos hemos encontrado,
en algún lugar del Universo.
Fue una carambola del destino.
Una jugada del billar americano.


Coincidencia fortuita.





La idea preconcebida de lo extenso
que es un Momento.
El camino de baldosas amarillas,
que llevó a Dorotea, hasta el mago de Oz.


O si no, el peregrinaje hasta la catedral


de Santiago de Compostela, siguiendo
la vereda marcada en el cielo nocturno,
por el reguero de hormigas luminosas
( grandes luceros, en realidad ), de la Vía Láctea.


Y a través de la constelación de Sagitario,





nos llegan noticias del agujero negro
súper-masivo, que imprime ritmo giratorio,
en círculos concéntricos, que se amplían
hacia el exterior, por su ecuador, en espiral.


Dotando de forma plana y redondeada,


a toda la estructura admirable y solemne,
que preside un bulbo central, en el que brillan
soles que pesan más de lo habitual.
Alrededor de cada astro que emite luz y calor,





gira una decena de planetas, como mínimo.


Pueden estar habitados, por los reinos
animal, vegetal y mineral.
Por ello, en un lugar llamado Tierra,
a día de hoy, misteriosamente, volvemos


a llamarnos por teléfono. Volvemos





a jugar al Ajedrez.
Volvemos a intentar ensamblar la vida,
de los pies, a la cabeza.
¿ Somos seres, actuando en un sin-fin ?


Como en una columna salomónica.

 

Nommeo,
Algún día te leeré y te entenderé sin tenerte que releer.

Eres un laberinto.

 

Así vamos, Aldonza Lorenzo.
Abrazándonos al cilindro, que es un corazón.
Como la Madre Tierra se aferra al astro Sol.
Pero éste la mantiene al margen de su fuero interno.





Recubriendo, habitando, palpando a la Madre Tierra, nosotros, la Humanidad...

 

Lo entiendo, Bristy. Es algo por lo que podemos apostar.
Un bien puro y duro.
Pero el Bien está supeditado al Libre Albedrío.
Con lo cuál, hay gente que puede digerirlo, y otros, que no.
Porque puede ser plato de buen gusto, o quizá, no.
Ya que hay paladares muy distintos.


Así, el vídeo que muestro, adjunto al poema, es juvenil, y al mismo tiempo, fortachón y habilidoso, pero luego se torna drástico y contundente, desbaratando cualquier plan.


Como si hubiera un imperio: No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.





Y luego, cuando llegas, descubres que eres pelirrojo.
Por ejemplo. O tienes buena cara.
O estás en tu sano juicio, y te sientes bien acompañado.