Un poema errante en un futuro extraño

Que bien sabe el saber querer cuando uno es querido
y que larga se vuelve la ausencia de mi sombra en las tinieblas,
si alguna vez dije que creía en el amor, seguramente mentí,
casualmente y con regularidad prefiero un par de pieles que tapen el frió
a una intensa y duradera fogata.

No me juzgues, el tiempo ha cambiado,
y con él, la forma de besar una boca amable y generosa.

Ya no importa el motivo, si no, el sentido de supervivencia ante una cama,
y tampoco importa la espera, si los gusanos han comenzado
a alimentarse de nosotros sin estar del todo muertos.

Los coqueteos teledirigidos por ondas invisibles
llegan siempre tarde o simplemente no llegan,
y mientras comienzo a desnudarme ante una pantalla,
el pellejo palidece y se escapa un pequeño gemido
mezcla de conformidad y frustración.

Ya no existen caricias por entre las piernas,
ni juramentos de saliva entre dos leguas,
se extinguieron los paseos por el parque
y las miradas fugitivas de un par de presos,
ya no hay manantial dulce en espera del sediento,
ni sedientos que no se conformen con un par de cervezas.

Todo esta tan jodidamente perdido
que hasta el amor se ha tenido que
prostituir en algunos versos,
y todo, por algunos centavos
de los que como yo, solo buscamos tapar el frió.

 

Muchas gracias por la observación del escrito y mi estado en cuestión, afortunadamente me encuentro bien. Espero todos ustedes también y deseo continuar haciendo más escritos.