una carta El dios

"Me dieron la eternidad para amarte… pero siempre les pido a los dioses, un día más…"
Las cabras comenzaban a correr por las laderas, en el Helesponto. Yo me levanté con los primeros rayos de luz ante la aurora.

Los atletas seguían dormidos junto a las esclavas. Abrazaban sus cuerpos desnudos, intercambiando caricias al amanecer, cubiertos con pieles de oso.

Sobre sus cabezas...las copas de los árboles, jugaban mecidas por el viento. Pero solo bajo el ciprés en el que tú dormías; el candil del victorioso pendía, encendido aún.

...Tendido...
con el torso afeitado y brillante por el aceite perfumado...extasiada en lo que miraba...sólo pude acercar mis labios a tu piel...y respirarte.

Los perfumes se adentraban en mí como en un delirio. Se unían al olor acre de nuestro sudor nocturno...

¡...me hicieron estremecer...!

¡ Qué locura sublime el recuerdo de tu abrazo sobre mí !

Me alcé ...en un resorte impreciso...la luz...dibujaba contornos sobre tu piel...y al levantarme...eras la viva imagen de un dios.

Dejé de mirarte un instante para ordeñar mi cabra. Pero mis manos expertas e inquietas, sujetaban en ella los movimientos que deseaban en ti.

A las esclavas no se nos permiten los deseos...sólo debemos esperar ser poseídas.

Tomé el cuenco de barro enchido de leche tibia y comencé a curar lentamente las heridas de tus pies.

Mis caricias sinuosas...dibujaron circulos sobre tus plantas...

Con los nudillos...intenté fortalecer tus huellas...Y...

...sólo fue un momento...
...ya lo sé...

Pero olvidé quién eras...y lamí tus dedos...llenándolos de saliva, en una dulce felación táctil.

Mi lengua recorría tus plantas...las comisuras pequeñas de tus pies, sus pliegues...como lugares recónditos y escarpados...era un difícil acceso para este deseo, hambiento e insaciable.

Sentía en mi boca ...el extremecimiento que todo ello te producía...
¡ los pies de mi dios !

...sus huellas entre mis labios...

...el extasis de un amor perfecto...

Mi pelo suavizaba tu dolor, acogiéndolos como en un legado. Hasta la sangre manante de las heridas...eran néctar en mis labios...ahora encarnados por ti.

...Tus ojos verdes...se abrieron entornados...intentabas escuchar la dulce oración silente salida de labios de tu esclava...

...........................dijiste...-Te llamaré...“ Eurídice“...
-y volviste a cerrar los ojos.

Mi corazón eran ya latidos de tu propio corazón...

... ¡Antino!...aullaba mi alma.

Purificaré con incienso el nombre de mi dios cada amanecer.

Me has dejado limpiar tu piel con leche tibia...

He colocado el laurel de los vencedores en tu frente para no consdiderarme tu hetaira.

Tracios, persas y espartanos...todos habían corrido compitiendo contigo; pero, los salmos que cantábamos ayer, tras la carrera...llevarán tu nombre en la Historia...

 

Simon,
simplemente bello!!
Tus versos los encontre similar al de Cantares. Fue un placer navegar en tus versos en esta mañana tranquila.

Abrazos des de mi mundo,
Guadalupe

 

te quedo muy bien simon te felicito, un abrazo,
guerrero verde