Una mosca

Mis dedos en el teclado y nada pasa. Quisiera machacar esa mosca que permanece aletargada sobre la pantalla de la computadora; o hacerle algún tipo de daño, físico o emocional, arrancarte un ala, recordarle su pasado de hace dos minutos y del inminente futuro del que no podrá escapar... solo para hacerme sentir algo, no sé, culpa o remordimiento, y no solo esta miserable espera de quién sabe qué cosa.

Pero las moscas, con sus ojos monstruosos, sus patitas llenas de caca y su lengua pegajosa, me provocan mucha ternura. Son las mejores para hacer campañas de reciclaje y cuentan con un enorme poder de convocatoria. Imagino cómo acariciarán mi cadáver y lo sembrarán de pupas que se nutrirán de mi paulatina disgregación de carbono. No seré uno, sino muchísimos gusanos engendrados en mi carne que al fin tendrá un propósito diferente al de estorbar. Me comeré a mí mismo sin sentir la náusea, sartreana o no sartreana.

Metamorfosis sin neurosis. Estaré y seré con las moscas, podré volar ya sin esta mugre conciencia del ser, no tendré que soportar esta voz que taladra de adentro hacia afuera y que en realidad es puro icor de vísceras constreñidas. Seré un zumbido iridiscente, vuelo puro de descomposición proteínica, música de espigas transparentes apenas audible en ciertas frecuencias.

¡Qué delirio! Pero permítanme disfrutar de mi viaje de díptero ahora que puedo, porque las moscas no se percatan de lo felices que son y me ocurrirá lo mismo cuando tenga un millón de alitas ridículas, si es que tan magra entidad da para tanto.

De hecho –perdón por la muletilla–, me encanta que las moscas no piensen en la felicidad: no beben Coca Cola a menudo, no leen a Osho o a Coehlo (al parecer poseen cierto sentido orientador de la higiene mental al momento elegir la mierda que comen) y creo que tres cuartas partes de su efímera existencia se la pasan cogiendo sin caer en análisis introspectivos sobre trascendencias, longevidades o cualquier otra pendejada kafkiana, como convertirse en mosca cualquier sábado por la tarde.

Ahora comprendo que cuando he llegado a aplastar una mosca con el periódico, no es por asco, sino por pura envidia. ¡Eso es! Envidia de la mala. Ya sé lo que estoy sintiendo y puedo empezar a escribir más basura para nutrir mi voraz apetito: esperaré a que esta inútil vida terminé y me haré incinerar de inmediato.

¿Cuál ternura? A ver si te tragas mis cenizas, mosca hija de la chingada. ¡Plap!

26 de mayo de 2018​

 

primero que nada me hiciste sonreír. Es un escrito con algo de humor.

yo no uso mucho las groserías, palabras altisonante, etc....pero me gusta oírlas o leerlas en relatos como este. Me parece que caricaturizan los instantes.

saludos.

 

Oops! La amenaza fue cumplida. La mosca llegó por escrito, expedita. Qué mórbido es todo esto! Vi la carne descompuesta, es muy temprano para esas anécdotas, no sé pero pensé en todas esas personas que tienen que tratar con cadáveres y descomposiciones, los colores nítidos de la putrefacción, de los vertederos, de... el recorrido mental que realizaste sabiendo el asco que te producen las moscas, es de aplaudirse. Pero que bien que te ha quedado, en serio lo digo, paso a paso... lo leí tan vívido... y luego me divertí y me provocaste ganas de matar una mosca pero me contuve -es que no hay porque siempre que aparece una le abro la ventana y la invito a salir- ¡Es genial! Adoré el zumbido celestial, ¡ah no! ¿verdad? el iridiscente, vuelo puro... y yo volé... Muchas Gracias por compartir esta "nauseabunda historia" tan bien escrita y sustentada mi Admirado Poeta y Apreciado AmigoP @Martín Vera . Tintes humorístico sátiros. Tu Morbo Arte particular. Recibe por favor mi saludo afectuoso y mis incansables mejores deseos sinfín ☘

 

Muchas gracias, amigo Zero/Nudo.

Yo empleé el lenguaje escatológico por recomendación de una amiga poeta de hace años que llegó a conocerme muy bien; dijo que los empleara como una especie de mantra y, cosa rara, llegué sentir un profundo respeto por las palabras obscenas, por lo genuinas y terapéuticas que resultan, sobre todo cuando las empleo para corregirme. Era inevitable que algunas se colaran a mi habla común, pero me han dicho que cuando las digo ni suenan a grosería. Dudo que sea un halago.

Saludos cordiales.

 

Hola, amiga Grace.

Pues sí, ya que una nítida voz anduvo dando vueltas sobre un cadáver, recordé este texto. Lo escribí en uno de esos días en que no hay nada para escribir y estaba la mugre mosca ahí, frotándose sus asquerosas patitas. Yo pensaba en un poema tipo Las moscas, de Machado, pero casi era un sacrilegio intentar emular algo así y me descarrilé hacia el humor prosaico, con su buena dosis de spleen y de odio, claro.

Tu comentario también me hizo reír también, he tenido un par de muy buenos días desde que deje caer un costal de epidermis muerta. Si te ves, date las gracias de mi parte, junto con mis saludos cordiales y mi amistoso afecto. Paz.

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No soy aficionada de las moscas, sancudos y abejas las ultimas porque soy alérgica a ellas. Un piquete de abeja y de seguro al hospital. Al leer tu exquisita prosa me hizo recordar un poema de uno de mis poetas favoritos Julio Cortázar y lo comparto esperando que sea de tu agrado. Tampoco soy fan de las “palabrotas” como se dice por ahí, ni me siento demasiado pulcra para no entender que a veces se merita y en tu caso lo haces, pero lo haces muy bien y me imagino con tu acento mexicano se ha de oír exquisito. Si este relato lo tienes grabado por ahí me avisas por favor y me voy corriendo a escucharlo. Últimamente estoy apreciando el tono de voz de las personas y su manera de decir las cosas. Hoy vine por mi propia voluntad sin que me persuadiera el pajarito y quiero decir que me ha encantado. Tienes una manera original de decir las cosas. Sabes que se te aprecia en la distancia. Un día tendré la dicha de pasar por tu rancho y entonces nos sentaremos y platicaremos mucho. Quizás te pida que me lleves por ahí a dar vuelta a una plaza en lo que charlamos, de esas no tenemos mucho por aquí.


Besitos tutti frutti,

La Mosca* (Julio Cortázar)







Te tendré que matar de nuevo.
Te maté tantas veces, en Casablanca, en Lima,
en Cristianía,
en Montparnasse, en una estancia del partido de Lobos,
en el burdel, en la cocina, sobre un peine,
en la oficina, en esta almohada
te tendré que matar de nuevo,
yo, con mi única vida.
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dependiendo del contexto, me resultan también terapéuticas.
Tu escrito es mucho más que eso, me ha gustado.
saludos.

 

Cortázar, el infalible. Muchas gracias por el detalle, es profundo y poético como todo lo que escribía el gran maestro a quien le debo muchos de los mejores instantes de mi vida lectora, quizás la más auténtica.
Pierde cuidado: me cepillo la boca lépera con sosa y lejía cada que se le sale una barbaridad. Acto inocuo, ya que en el mundo existen muchas más ofensas para los ojos -y los demás sentidos- que deberían ser lavados con agua de conciencia y humanidad.
Me encantaría que vinieras a Progreso, así se llama mi pueblo; es pequeño, apenas llega a los 25 mil habitantes, pero tiene muchos sitios donde puedes sentarte a charlar con tu viejo amigo, o a caminar. Sería algo realmente magnífico. Crucemos dedos.
Muchas gracias por venir por tu cuenta, aunque al gorrión que me hace publicidad lo tengo en una altísima consideración por su valía como artista y como ser humano. Para ti, amiga poeta Lupita, dejo aquí mis infaltables abrazos policrómicos y siempre afectuosos.

 

Gracias querido y ten por seguro que terminando esta pandemia me tendrán por alla es todo lo que me detiene. Me encantan las plazas de nuestro pais, me imagino que ahora no, pero todo lo que se vende y se puede apreciar alrededor de esos lugares. No sabes lo mucho que extraño México aúnque aquí en Texas es como si estuvieremos ahí no hay nada como la casa de uno. Si el pajarito por ahí anda ya le dije...epppppaaa tú ponte las pilas porque yo ya comenté...también le dije lo de tus sirenas...ja ja ja

Besos tutti frutti,

 

El gorrión se despierta cada mañana a veces por propia iniciativa y otras avisado.
Y que decir las moscas, se las achaca de ser sucias de transmitir enfermedades y de señalar la muerte con su vuelo zumbon y sus ojos saltones. Te podría contar varias historias no muy agradables, cuyas protagonistas son las moscas. Soy realmente fascinantes y dan mucho juego en relatos de terror y fantasía.
El tuyo me ha parecido genial, digno de la mejor pesadilla eso de convertirse en mosca, de comer y de pensar como las moscas.
Pero al final nos puede el impulso de cazador recolector de trofeos y acabamos de un manotazo con tanta idea kafkiana.
Gracias siempre y afectuosos saludos.

 

Ojalá que sí, mi querida Lupita. Ya sabes que tu México es tu casa y se nota el amor que le profesas.
Muchas gracias por volver a pasar por la gentil y por traer contigo a tan agradable compañía.

Besos de mango con chamoy de tamarindo.

Pues, amigo Chema, no dejes de acudir a las cuartillas para contarnos esas historias, me encantaría leerlas. Te confieso que no mato ni una mosca, pero me solazo en la premeditación del crimen y dejo constancia de ello. Muchas gracias por atender el llamado y leer este texto.
Te dejo el abrazo fraterno, claro. Nos seguimos leyendo.