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Viendo entradas en la categoría: Acuarelas-.
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Tributo con mis pies despojados
de herramientas y tristes utensilios
las maderas obsequiosas donde
trituré mi adolescencia y mi infancia.
Son sacrilegios que me permito:
sangres indolentes de vidas pretéritas,
consecuencias insomnes de rostros ausentes.
Mi vida resplandece casi tristemente:
fuera del exterior de un cuerpo iluminado,
en la verticalidad del día inmenso e infinito.
Los verbos delicados imaginan sus preferentes
ideas, y lastimeramente, exigen sus perfecciones
al dios de la saliva. Infantes de muslos delicados,
guadañas de fiereza dormida, ausentes, tus ídolos
de inventiva desgraciada. Duermes con la ropa
encima, los lazos nocturnos escancian su pelo,
sobre largas cabelleras de vino. En la partida del mundo
tu cuerpo busca su esencia-.
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Ya fui rama,
ya fui fruto,
de su alma,
conservo, parciales
evocaciones de
un ministerio sobre
la tierra. Océanos
o islotes desechos,
no remitirán mis ansías,
ni el odio formará
arrecifes de coral,
cerca de mi anhelo.
Ya fui rama,
fruto esencial
sobre conversaciones
de madrugada. Madre!
Noche fui.
© -
En la sorda tierra,
ni un ápice de luz.
Lápices del alba,
árboles de madrugada,
son las siete de la mañana,
ni un vértice de luz
sobre las atestiguadas
montañas.
Un paso de ovejas
vertebra el cansancio
de la luna vieja, y deteriorada.
En la sorda tierra,
crecen las higueras de noche,
cuando el mar y el viento
se sacuden el salitre.
Y yo quedo triste y melancólico,
como si me hubieran arrancado
del colchón.
©A Alecctriplem le gusta esto. -
Hay allí un orificio
la luna entromete sus largos perfiles
como en avanzada simultánea
los cabellos tejen su hilo delgado
a la luz de la luna.
Hay perfiles de hojas quietas
como en un bálsamo las horas insisten
instantes exactos que pasaron, como
suele hacerlo una voz o un eco.
Allí miro y existe poco
poco de todo aquello que dibujé
en un completo abordaje
de tentativas hiladas o hilarantes.
Las tejedoras del martirio
las acémilas blancas como muros enyesados
rinden su cuello oscuro
en estas noches de terraplenes de arena, altos.
(En los labios llevo siempre
tu hoja altiva de yerbabuena.)
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La nieve se ensangrienta en mis manos
va durmiendo el halo febril de acosadoras luces
agigantando la flor acuática del Vesubio
inhalando humos silvestres que fenecen en las piedras
un raro grupo de contagiosas setas
alegran las mañanas tardías de mi madre.
Voy durmiendo yo también las mañanas,
acostándome las noches y bebiendo aguas virginales.
Desprovisto de señuelos o placebos
indefenso por ley de amuletos taxativos
indemne de luces o claros peñascos sucesivos
protegido de ámbar en los lugares recónditos
mis zonas de acuarela maldecida o de indómita belleza.
La naturaleza suscribe mi forma indecisa
preciso de genios para dormir mi cadera
los muslos femeninos los sueño en vegetal madera
hasta que alientan en ellos cuerpos y claroscuros.
Recorro los días con latigazos en el cerebro
mi vida confirma la sucesión de amistades,
soy pueblo soy noche y soy latido entre vértebras
caparazones donde rumian mis elefantes.
Como polen, así duermo yo entre las lagartijas
veneradas. Y ausculto el suelo y duermo entre botellas
desvencijadas, animadas por un falso techo agrícola.
©