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Intimidad
Solos mi Niño estamos, Tú dormido
en el pobre pesebre; al Nacimiento
no lo toca ni un pálpito de viento
en esta intimidad sin ningún ruido.
Me acerco y me arrodillo, Dios nacido;
y cómo mira Madre, de contento
estalla el San José sin movimiento,
¡qué gozo, mi pequeño, haber venido!
Mi fe está conmovida de alegría
en nuestra soledad al fin de día;
te despiertas, me hablas y parece
quisieras del Portal escabullirte
conmigo, y en mis brazos rebullirte,
y mi mano buscándote te mece.A malco, Ligia Calderón Romero, E.Fdez.Castro y 2 otros les gusta esto. -
Ceremonial
Se elevan las delgadas nervaduras
hacia la solitaria piedra clave,
e ingrávidas, suspensas, en la nave
sostienen las pesadas estructuras.
Un coro diaconal de voces puras,
al frente, en procesión avanza, grave,
y entona una salmodia que, süave,
se mezcla con incienso en las alturas.
De pronto se ilumina el presbiterio
y ocupan los ministros sus sitiales
en torno al facistol donde el salterio
se abre con los himnos y graduales;
comienza el Eucarístico Misterio
que achica a las enormes catedrales.A malco y Bernardo de Valbuena les gusta esto. -
La palabra enorme
La fe, palabra enorme que pusiste
desde siempre en el borde de mis labios
y allí parece apenas se sostiene,
mi fe que se sostiene de milagro,
aquel que cada día Tú me haces
ungiéndome la frente con tu bálsamo.
La fe que reservaste desde siempre
en aguas de jordanes siempre claros,
la fe de las perfectas tradiciones,
la fe del corazón de mis ancianos;
parece que en mis labios se sostiene
y no comprendo cómo de mis labios.
Mas ay, cómo resuena fuertemente
y cómo, cómo, cómo la proclamo.A malco le gusta esto.