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Viendo entradas en la categoría: AMOR
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Si pudiera vocear tu nombre
en la soledad perdida de tu escote,
si anidara el anochecer
entre tus párpados
y pudiera sembrar mis miedos
sería la luz de un relámpago acostado
entre tus pupilas vestidas de noche.
Si la tristeza de tu soledad
fuese mi ángel y con alas simples
inclinase ese instante titilando
a velocidad de lucero
mi sangre entre auroras
y la extensión de la almohada
sería un placer que emana
de la oscuridad a tientas.
Si las voces del amor
fuesen fuego sin misericordia
latido de aliento,
verso que renace en la luz
del presente
moriría en el recuerdo
de la manzana mordida. -
En las tardes de largas sombras
alargo mis redes
donde se agolpan las fibras del corazón
y el prado florece a grito lleno.
Miro tus ojos profundos,
como una raíz hundida,
donde los sueños fluyen y refluyen
extendidos hacia la suave luz de la marea
en olas arqueadas sin aliento.
Con hilos de anhelo, tejidos
con lo que sobra del alma,
capturo tu voz interior
cuando el sol se esconde
pintando olas de oro
que esperan atrapar
los secretos albergados
en el hambre de tus venas.
Comparto mi pecho abierto en canal
y siento el peso
de las profundidades de tus aguas.
En tus pulmones, llenos de mí,
respiro la fragancia de tu amor,
un rubor de rosa,
un clavel desbordado de pasión
en un mar sin límites.
Un arroyo nacido de la lluvia
de un cielo que nace suplicando
una nota silenciosa a su pétalo,
un caótico crujido, breve y fugaz.
En estos momentos tiernos
el tiempo se detiene en tus alas abiertas,
el calor te encrespa,
los bordes levantan sus brasas
junto a un latido pintado
en un cuerpo todo lleno de tormenta.
En las profundidades del anhelo
se baña el resplandor,
busco los matices de tu esencia
y surgen flores en racimo
donde se evapora la escarcha.
@José Valverde Yuste -
En la bruma, donde las nubes
flotan entre palabras
que emprenden el vuelo
surge un abismo de lirios
acompasados con sílabas
de un blanco suspiro.
Penetra donde la flor sin tierra crece
buscando la alborada sin prisa,
se oculta en la sombra vana de un lecho
donde los deseos se cobijan en el sol
de tus ojos y buscan la orilla.
Allí me espera
el verbo inmaculado
todo lleno de ventanas
con vaho de rocío de azucena.
Mi alma siembra un pétalo desnudo
en la mitad de tu jardín,
me pierdo en tu cielo,
en sangre dulce de un rocío
que nace en la piel.
En el suelo de una playa desierta
sucumbe la marea con perfume
de orquídea en párpados
aún llenos de espuma. -
Este amor de armario
vestido con pétalos que no envejecen
aguarda ese viento con aroma a nube
y niebla rendida al sol.
Esa memoria vive
en el límite del deseo
donde navega la adolescencia
mirando al cielo lleno de viento.
Deja la llaga
que tatúa en el aire el lamento,
luz que destierra las sombras funestas
más allá de los límites de la ladera
donde mi cuerpo duda.
Hay tierras que jamás se alcanzan,
territorios que no callan jamás,
entre susurros celestiales
y el silencio que todo abraza,
buscan las huellas borradas tras de mí
con los párpados cerrados.
La mirada, vacía, me observa
en este viaje de sombras quebradizas
la hiedra ya no mora
vuela en la altura del recuerdo.
¿Es sueño o eterna melodía
esa sombra que la brisa arrastra?.
Efímera aunque intangible,
su esencia en nuestra memoria queda.
Al tocarla se desvanece en el armario
donde el aroma fenece.
©José Valverde YusteA Poeta en Silencio y El nick les gusta esto. -
De un sitio innombrable, el amor brota
como una violenta luz,
un crujido en la hebra del rocío,
la raíz profunda de la mar
en las primeras savias
de una naciente primavera.
Estaba quieta la mar,
de espejo desprovista,
buscando la luz de la flor,
un deseo encadenado al placer,
resplandor de un corazón
que asciende al gozo efímero
del primer anclaje de la rosa.
La piel de la aurora
tiembla al roce agudo,
al mordisco tenaz,
susurro suave sobre el filo, puntiagudo.
Un caudal fluye como cascada en la ladera,
canta el jilguero ante pétalos
desprovistos de vestido,
se rompen los límites,
se hunden las yemas de los dedos,
la sangre brota, se aloja la pasión,
un pulso salvaje, visceral,
sobre aquel abismo ya sin altar.
El primer alivio de la piedra fría,
la sed condenada al tacto crudo,
se liberan las cadenas de sus espinas.
Un gemido que estaba callado,
despierta el consuelo de la arista,
un temblor refulge en un espíritu cautivo,
la lengua anhela el sabor de un ciclo completo.
El amor se derrama en un torrente salvaje,
en un rugido oculto en un portal,
sigilosos latidos de un hálito ancestral,
arboledas que en su verdor invitan al cambio,
gritos de voz temblorosa, empezar de cero
una nueva vida con su alborada
empieza a brillar.A Bernardo de Valbuena le gusta esto. -
Bajo un cielo que llora contemplo el mar,
percibo titilantes abrazos de un aroma a zulo
que despierta con la brisa marina
sin encender aún la luz que calienta la aurora.
Bebedor de niebla y sombras
me envuelve el manto de cristal
cuando se enciende la llama que sangra
y me atrapa la mañana sin risa.
Místico insaciable
busco otras verdades en la oscuridad,
en cada sorbo de crepúsculo que me absorbe
con su puerta abierta de bastardos disfraces
que ansía hallar la respuesta al existir.
¿Qué hay en la otra sombra?
Me envenena el aroma
a flores huérfanas
cuando buscan el consuelo
ávidas de caricias en amaneceres
de clamor silencioso
llenos de ventanas sin resquicio.
Antes de ver la luz,
en este caótico mundo
de soledades prescritas
me desnudo ante el eterno invierno
que ha de llegar con su luz oculta.
©José Valverde YusteA Pedro Olvera le gusta esto. -
Miro las hojas caer sobre la tierra desnuda,
sus destellos peregrinan por las fotos
de nuestra nostalgia, desnudando amores,
volando sobre valles donde mis ansias florecen
entre sinsabores con pedigrí
en una oquedad de labios secos.
Siento tu amor convaleciente
volando a los bordes mágicos
donde la noche se entrega,
entre rutilantes espasmos de pared
gritando en momentos de angustia,
en lomas de estío temprano
donde el ardor suave del sol declina
en cuevas ocultas donde florece la vida.
Cansado de ver espuma en la fruta prohibida,
manada sobre el pecado donde repta la serpiente,
entre el manzano rodeado de falacias tormentosas,
enfoques de pupila extraviados
en laberintos en un jardín sin dueño,
salto al abismo
de la monstruosidad que presides
sacudiendo las raíces donde la tempestad
se vuelve molino que orada la simiente
donde picotean las ánimas iracundas.
Percibo tu angustia,
ávida de visualizar explosiones de arcoíris
en abanicos gigantes
construyendo una mansión en los torbellinos,
donde descansa este infierno
de espejos perversos
a través de montañas dirigidas a tu cielo.
Cuando vas sin atuendo,
y desnudas tu esencia de alberca de sal,
metáfora abierta en ojos cerrados,
caminando por baches ocultos
esos donde el cisne socava la escarcha
en tu ávida boca donde se desteje la noche
en tu maremoto de claridad incierta
mis pupilas extraviadas se iluminan con
aquello que me libera y te pertenece.
En esos momentos donde planeo
sobre tu pliegue en fauna de ilusiones
con brillo que enciende la estrella
en un océano lleno de sueños
donde mi mundo se desdibuja
llenando tu existencia de aquello
que me eleva hacia el cielo.A Poeta en Silencio y Zulma Martínez les gusta esto. -
En el rostro ambarino de la tarde
reposa mi amor,
recuerdos vestidos con pétalos
que no envejecen, solo aguardan al viento
que les devuelva su esencia
bajo un cielo que no respira
defraudado y triste.
Su aroma pervive sobre llanuras
de labios mudos, sin travesía, llenos de fríos ojos
donde muere el deseo en la orilla,
en ese lugar se transforma la indefensa ola
en brazo abandonado.
Quiero enredarme de nuevo
en la lisa corteza de los abetos,
en las ubres de las circunferencias
sobre aquel tiempo de promesas vagabundas
en la proa de los malecones.
Garganta de ingenuo margen
vibra donde no hay caminos
ni límites en los bordes de la hoguera
al igual que cuando éramos adolescentes
se escapaba el aroma de los besos
entre la libertad del viento.
Promesas vagabundas en el desnudo
de la estrella que brilla en tu pecho
esperando el temblor de la dunas de tu mirada,
lince en el fuego del trueno,
cuando me abrazas bajo los luceros
y se desliza la magia ante la desnudez
de lo indefenso.
Amor que se viste de primavera
en la bahía donde las olas rugen
surcando las venas de las pasiones
como sombras secas de rosas
en las páginas de un libro.
Rincón oscuro en el camino secreto,
ese que te envuelve con los deseos
de los truenos cuando la lluvia
pernocta en el lienzo sin mediar palabra.
©José Valverde Yuste -
Bajo un cielo que llora contemplo el mar
percibo titilantes abrazos de un aroma a zulo
que despierta con la brisa marina
sin encender aún la luz que calienta la aurora.
Bebedor de niebla y sombras
me envuelve el manto de cristal
cuando se enciende la llama que sangra
y me atrapa la mañana sin risa.
Místico insaciable
busco otras verdades en la oscuridad,
en cada sorbo de crepúsculo
que me absorbe con su puerta abierta
de bastardos disfraces
que ansía hallar la respuesta al existir.
¿Qué hay en la otra sombra?
Me envenena el aroma
a flores huérfanas
cuando buscan el consuelo
ávidas de caricias en amaneceres
de clamor silencioso
llenos de ventanas sin resquicio.
Antes de ver la luz,
en este caótico mundo
de soledades prescritas
me desnudo ante el eterno invierno
que ha de llegar con su luz oculta.
©José Valverde YusteA Zulma Martínez le gusta esto. -
Fue el viento
el que acercó mi mano a la tuya,
alucinado por tu cercanía
mi boca quedó atrapada en tus comisuras.
Era la primera vez, sin aviso
mis sentidos se entregaron a ti.
Al rozar tu piel de beso,
fueron fluyendo mis ráfagas virginales,
el pergamino de mi espalda
tembló desde la frontera de las arenas
hasta donde se escapa el agua.
Con la complicidad de las miradas
bebimos el néctar de un sueño real,
la entrega fue una tormenta de paraíso
y el caudal, un santuario que detuvo al tiempo.
Recuerdo como el sol se filtró tras ese árbol,
nos inclinamos sobre una ola
cuya alma era una fuente
y allí esperamos el regreso de la marea,
el agudo filo de la luz naciente.
©José Valverde YusteA luna roja y Bernardo de Valbuena les gusta esto. -
Eres la mañana dibujando
sobre mi rostro la felicidad,
el ave que trae el mensaje
en su vestido de plumas
a través del cristal de mi ventana.
La belleza nocturna de ese paisaje
lleno de latidos acelerados,
tu corazón son las ondas del lago
donde me baño cada noche,
respiro el olor de tu piel
desatando los nudos del silencio.
Siento que abrazas mi sueño,
me entregas los pliegues de un mundo
que es lienzo de mar,
verso libre que empequeñece
el grito bajo tu vientre.
De tus contracciones,
palpo con mi razón tus sentimientos,
cuando soy agua saciada de tu sal
no hay hormigón en la calle
sólo esperanza en la cicatriz que hay
al ras de tus piernas.
Ámame sin mirar mi anatomía,
mírate en mi espejo
desnúdate y te regaré con mi escarcha,
rasga el lado más salvaje de mi sensibilidad.
El tiempo se detiene en ese instante,
navegando por la galaxia
nos consumimos lentamente
como las ascuas del brasero
duermen bajo la ceniza.
Un gas sin rastro , sin partículas,
somos el latido del aliento,
la mirada de un mar sin dueños.
©José Valverde Yuste
A Pi-Radianes, Rosa Reeder y malco les gusta esto. -
Tengo sed de vientos limpios,
de labios angostados sobre los míos,
que pidan savia de néctar aún no creada,
la esencia desnuda del amor
en los bordes de la otra orilla.
Hambre de equinoccios desnudos
en nubes pasajeras,
aire nutriendo aquello que vierte la luz
sobre tinieblas de escarchas aún mustias.
Más pienso que la montaña
bajará pronto al campo,
al caudal ebrio, a las hojas pudorosas,
al grito solitario antes que nazca la vida
llena de guirnaldas.
He visto en ti la desnudez de las olas
bajo un cielo que arde sin piedad,
la promesa del sol quemando
el aliento de la arena, los caminos
que me guían perderse en autopistas
con curvas delicadas.
He visto el fuego de la carne preciso,
la rosa complacer en su más absoluta entrega,
las horas con ojos radiantes
cuando me arrojo al hombro que me abraza
y se abre la luz que necesito,
sobre manos llenas de flor amanece el día.
©José Valverde Yuste
A Rosa Reeder le gusta esto. -
En la noche,
ese espacio tuyo y mío,
me abrazo a tus caricias
al placer sin acertijos
donde tus sueños se ocultan
con ropas de seda
en una frontera móvil.
Te guío por caminos perversos,
esclavizo tu corazón de gaviota
en un claro del bosque,
el aire es espeso
y, aunque no brote el sudor,
de tus hambrientas pupilas
sale la brisa que me acompaña,
es un barco navegando
bajo el encanto de tu bahía.
Mariposa mía, desfilas por una calle
donde la flor es el nervio de una ola,
te desnudan las sombras
bajo la luz de la luna
en un molino vagabundo
atravesado por un arroyo
donde lo tangible reside en el aura.
Eres la sonrisa de la buena hierba
cuando caminas descalza
a lomos de un campo sediento
una punta de aguja
transita por tus galaxias
en líneas rectas sin esquinas.
©José Valverde Yuste
A Rosa Reeder y bristy les gusta esto. -
Lo buscas donde el sol no llega
y los oídos se sonrojan
buscando la lívido de un suspiro volátil
que eclipsa la huella oprimida
de la luz que deja el gemido.
Ojos de longitud de onda estrecha,
magnificencia de deseos arrastrados,
sonriente haz de rayo
que buscas tras lo oculto
las letras exactas del nombre
que lo alimenta.
Candor vestido con velo de inocencia
en un alma transparente y densa
aún no corrompida en su pureza
de Edén.
Fugazmente lo encuentras
y aparece en una flor
llena de aurora
entre nubes de bordes sedientos
vestidas por corolas de complaciente brillo:
eyaculadas, hambrientas,
suspendidas en llamas, sin flagelos.
©José Valverde YusteA bristy le gusta esto. -
Yo sé que puedes amarme
con la brisa rozando nuestros labios,
tus yemas de tela de araña prendiendo
el dulce deseo disuelto
en el éter de los besos helados.
Nos separa un suspirar, un breve espacio,
tus manos me acarician,
como un guante a un sueño de tacto,
como la sed acaricia a las tormentas,
de breve espacio, en segundos,
cuando la pluma desciende en rayo a la deriva.
En la noche, tus deseos besan al sueño,
el paisaje de tu cuerpo flota en el mío,
fruto de cerezo en flor, ráfaga de susurros
sonando en el pabellón
donde el aire se vuelve gemido.
Hundo la mano
en el génesis que en ti navega,
cierras la puerta y abres el portal
al umbral del anhelo,
ese paisaje de bosque en llamas,
sediento está de mi carne,
y yo, huidizo, le ofrezco la semilla oculta
entre tus contornos y mi borde.
Se alzan al cielo las nubes
en un breve espacio de suspiros.
la noche me azota
anclado en esta tierra desnuda,
siento el ardor de tu vital presencia,
la vida misma que a mi tacto responde.
Tus ramas se expanden en mi corazón,
un paraíso fértil donde la tempestad
se amamanta del dulce Edén,
el amor vence al cansancio y al hastío,
floreciendo como las amapolas
cuando son humedecidas.
©José Valverde Yuste
A bristy y Zulma Martínez les gusta esto.
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